¿POR QUÉ TODO EL MUNDO CITA AL ESCRITOR VIENÉS?

Stefan Zweig: el pensador 'trending topic'

El autor que vivió la Viena finisecular, las dos guerras mundiales y el embate nazi se ha erigido en uno de los intelectuales más citados en la prensa española

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Núria Marrón

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Es probable que de un tiempo a esta parte el nombre de Stefan Zweig y su nutrido repertorio de citas le hayan asaltado desde flancos insospechados e incluso antagónicos. El hecho es que, de permanecer durante décadas desdibujado, el escritor judío que llegó hasta Brasil escapando del pánzer nazi y que apareció muerto un 22 de febrero de 1942 abrazado al también cadáver de su joven esposa, Lotte Altman, y junto a dos vasos con restos de veneno y cuatro cartas de despedida, está despuntando entre los intelectuales más citados en el último minuto de la prensa española. Y lo hace con una fuerza que incluso a él, tan templado, lo dejaría descolocado.

Tras rastrear el último año en la base de datos Mynews, que incluye todas las cabeceras del Estado, aquí van algunas coordenadas del 'fenómeno Zweig'. Sus obras se asoman a las listas de libros más vendidos, su figura inspira películas y obras teatrales, y decenas de crónicas y columnas excavan las palabras del vienés –sea en el sentido que sea– cuando hablan de a) europeísmo y decadencia occidental, b) de pacifismo militante, existencia y conciencia moral, c) de antinazismo y totalitarismos, o cuando echan mano de alguno de los 14 instantes con los que cifró la historia en el libro 'Momentos ejemplares de la humanidad'.

Asombrosamente transversal

De hecho, su citabilidad es asombrosamente transversal. ¿Un ejemplo? El presidente del Parlament, Roger Torrent, lo citó en su toma de posesión –«nuestro mundo tiene espacio para muchas verdades y no solo para una»–, mientras que la opinión publicada anti-independentista tiene entre su repertorio de cabecera la frase «el nacionalismo es el camino más corto del hombre a su bestialidad», y la facción a por ellos incluso se atreve a prender fuego a su biografía –Zweig se suicidó porque no podía soportar un triunfo nazi que él veía inexorable– y a lanzarla contra los catalanes que, según ellos, no «plantan cara» a lo que califican de «totalitarismo independentista». De 'maître à penser' a 'sparring', ya ven que su ubicuidad resulta, cuando menos, chocante. 

"La última vez que una sociedad expresó una desazón comparable fue el época de Zweig", asegura el profesor de Filosofía Nemrod Carrasco

¿Qué está pasando entonces para que un autor durante años considerado cursi y burgués, y relegado a la mesilla de noche de la abuela, ocupe ahora esta centralidad y cabalgue sobre el citódromo de los tiempos? Pues más allá del cuidado y la oportunidad de la editoral Acantilado al publicar «una obra de una vigencia indiscutible» y una prosa «elegante y con capacidad para decir muchas cosas», el profesor de Filosofía Nemrod Carrasco admite que no es «nada fácil» explicar por qué el autor, amigo de Freud Thomas Mann, no solo es leído sino que se ha erigido en esta especie de "trending topic".

El motivo, apunta el autor de 'Viaje al centro de la filosofía', podría ser el paralelismo entre la actualidad y la inflamable realidad que le tocó vivir. «Hoy estamos instalados en la contingencia y es frecuente oír comentarios tipo ‘para ustedes fue fácil: su generación tenía ideales e ideas y podía cambiar las cosas; nosotros, los 'millennial', no tenemos nada o, mejor dicho, hemos heredado un mundo que es menos que nada’». La última vez que una sociedad expresó una desazón comparable, añade, fue precisamente en la época de Zweig. «Sus temores son nuestros temores y, en ambos casos, van acompañados de una sensación general de frustración. Al igual que Zweig, sabemos que algo va mal y hay muchas cosas que no nos gustan, pero seguimos sin aclarar el problema que queremos resolver».

Caso abierto

De hecho, podríamos decir que el de Zweig es un caso abierto. Para el profesor de Historia del Pensamiento Ernesto Castro, por ejemplo, su citabilidad se debe –atención– al juego de espejos entre el Estado de las Autonomías y el imperio austrohúngaro. «Zweig es un nostálgico del régimen estético y político anterior a la primera guerra mundial y esa nostalgia –apunta– es aprovechable en la España actual tanto para los que defienden al Antiguo Régimen como por los que quieren construir uno Nuevo, cualquiera que este sea. De ahí que sea citado por personas de orientación política y estética tan distinta».

"En los tiempos del ego, es muy común citar de oídas, y por tanto mal, a los autores de moda", asegura la filósofa y ensayista Ana Carrasco Conde

Sin embargo, la también filósofa y ensayista Ana Carrasco Conde asiste a esta resurreción ecuménica de Zweig con cierta suspicacia. «En los tiempos del ego –subraya– es algo tremendamente común citar de oídas, y por tanto a menudo mal, a autores que por la moda del momento se consideran un autoridad o dan caché intelectual». ¿Y por qué Zweig precisamente y no otro? «Para mí –contesta– representa la valentía del pensamiento y la agudeza de una prosa que sabe decir verdades, incluso las que duelen, de una forma cálida y bella, y describe el mundo y lo que acontece... desmontándolo y cuestionándolo».

Además, añade, su «autocuestionamiento» explica por un lado que sea citado desde distintas posiciones ideológicas –«aunque muchas veces –insiste– quien lo lee o lo cita, y lo lleva a su ideología, lo está traicionando»–, y por el otro brinda un ángulo genuino para abordar un momento histórico. «Él dice que no escribe sus memorias, 'El mundo de ayer', por egocentrismo: no se  trata de la historia de su vida, sino de la historia que ha vivido, y cuenta lo que vio, instantáneas de una época («diapositivas», dice él) que une a través de un hilo que es su narración». Un tiempo salvaje, de guerras, de vacío, de empezar de nuevo una y otra vez. «Y con su propia posición en el mundo, bella pero dolorosamente puesta en duda, se identifica el lector».

Autores de la "resistencia"

Por cierto, ¿adivinan quiénes acompañan al vienés en esta suerte de 'citódromo'? Pues Hannah Arendt–que lo acusó con vehemencia de derrotismo y de estar solo interesado en su arte–, Albert Camus, Simone de Beauvoir, Virginia Woolf y Walter Benjamin. Una casuística demasiado variada, admite Nemrod Carrasco, para delinear eso que en cursi se llama el 'espíritu de los tiempos'. Ahí están, por ejemplo, Beauvoir y Woolf dialogando «con la llamada cuarta ola feminista», o Camus y sus reflexiones sobre el absurdo y el suicidio, «cuyas idas y venidas en popularidad lo erigen en una especie de río Guadiana».

Albert Camus, Hannah Arendt, Virginia Woolf, Simone de Beauvoir y Walter Benjamin despuntan también entre los más citados

Sin embargo, afinando el oído, Carrasco Conde sí aprecia una sintonía común: una visión del mundo, dice, «basada en la resistencia». Estos autores, añade, abordan las grandes cuestiones: la existencia (Camus); la resistencia ante un poder y una ideología que debe comprenderse en su potencial destructor para poder dar «luz en tiempos de oscuridad» (Arendt); el pensar desde los márgenes para generar nuevos sentidos (Benjamin), y el cuestionamiento del género y la vindicación del poder relegado de las mujeres (Beauvoir). «Volver a estos autores y no a otros tiene que ver con un tiempo en el que cuestionamos lo que consideramos normal para generar otro mundo –afirma la filósofa–. Dicen que Zweig dijo que ‘todos los puentes entre el hoy, el ayer y el anteayer están rotos’. Pero no lo están y podemos pensar nuestro tiempo con los que nos precedieron».