Crítica de música

Barna'n'roll: el punk sacó pecho en el Poble Espanyol

El festival celebró por fin su quinta edición con un amplio cartel en el que destacaron los veteranos Pennywise, The Toy Dolls y Circle Jerks, estos en su debut en Barcelona

Actuación de Pennywise en el el festival Barna’n’roll del Poble Espanyol

Actuación de Pennywise en el el festival Barna’n’roll del Poble Espanyol / Zowy Voeten

Jordi Bianciotto

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El festival Barna’n’roll lleva desde 2016 demostrando que el punk y el hardcore son compatibles con ese concepto filosófico que es el festival veraniego al aire libre, plantando cara al sofoco con tralla guitarrera y furia política. Festín de tiros largos en el Poble Espanyol, que con su programa de cinco bandas atrajo a 3.000 personas, a las que cabe añadir el millar que, el viernes, acudió a la sesión de calentamiento en Razzmatazz, dando crédito al viejo eslogan de ‘punk is not dead’, más que nunca a contracorriente y bajo radar.

Liberación y alivio en el ambiente, tras los aplazamientos encajados desde 2020, y a última hora, la baja de Sham 69. En la franja alta del cartel, Pennywise, centrando miradas con su evocación de los días de gloria de Epitaph Records, cuando el grupo marcó el camino para el auge del hardcore melódico: del ácido corrosivo de ‘My own country’ (“los tontos dirigen el gobierno, la política exterior enferma”) al canto anti-armas de ‘Violence never ending’ y el llamamiento a la libertad individual de ‘My own way’. Sonido maduro, devorando algunas versiones (Ramones, The Beastie Boys) y mostrando sus raíces en el emotivo ‘Bro hymn’, dedicado a los amigos caídos, con los hijos de miembros del grupo a los coros y transmitiendo que lo suyo es un asunto de familia.

Aromas de taberna

A otro talante correspondió el pase de Flogging Molly, grupo creado por Dave King (el que fuera compinche de ‘Fast’ Eddie Clarke, exMotörhead, en Fastway), practicante de un punk-folk en la estela de The Pogues, hermanando el banjo, el acordeón y el violín con la distorsión guitarrera. Sesión propensa al concienzudo desvarío tabernero, con temas tan sintomáticos como ‘These times have got me drinking’. Aunque, en el registro más atolondrado, la palma se la llevaron The Toy Dolls, expertos en la farra obrerista, reflejo del llamado ‘punk pathetique’, leyendo la dura realidad con humor y reviviendo su ‘Nellie the elephant’.

Pero el festival, que echó a andar con The Anti-Patiks y su airado punk-rock del Vallès (con críticas a La Pegatina, que para ellos son lo peor), reservaba una ‘delicatessen’ insólitamente nunca vista en nuestro país: los californianos Circle Jerks, celebrando por fin el 40º aniversario de su debut, ‘Group sex’, y reviviendo sus seminales bofetones hardcore (micro-canciones como ‘Beverly Hills’ o ‘Coup d’etat’) con expeditivo magisterio. Al frente, leyendas como son Keith Morris (cantante original de Black Flag) y el guitarrista Greg Hetson (exBad Religion), prestos al tributo a The Soft Boys (‘I wanna destroy you’) y consumando el mejor bolo de la sesión.

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