Fotografía
La magia fotográfica de Chema Madoz se expone en Barcelona
Foto Colectania celebra sus 20 años con una muestra conjunta del fotógrafo madrileño y de la desaparecida Helena Almeida
Anna Abella
Periodista cultural
En esta casa desde 1990. Periodista cultural. Buceando en el mundo de los libros desde 2005.
Estaba Chema Madoz parado en un semáforo cuando vio cómo un operario se disponía a limpiar los cristales del escaparate de una tienda y colocó la escalera apoyada de tal manera que se reflejaba y parecía estar dentro y fuera a la vez. "Me pareció magia. Y pensé, ¿y si la apoyo en un espejo?". De ahí nació una no menos mágica foto, con un punto irreal, que brilla entre la selección que el fotógrafo madrileño presenta en ‘Diseños habitados’, la exposición conjunta con trabajos de la portuguesa Helena Almeida, con la que Foto Colectania celebra este año su 20 aniversario.
Madoz (1958) y Almeida (1934-2018) son dos de los primeros autores que formaron parte de la colección del centro, recuerda su director Pepe Font de Mora, comisario además de la muestra, en la que confluyen fotos originales de ambos, siempre en preceptivo blanco y negro, pero también esbozos preparatorios poco vistos e inéditos de los dos y sendos documentales.
Expone Madoz algunos de sus primeros trabajos, de los años 80, donde aún estaba muy presente la figura humana y la idea del azar, con copias originales positivadas por él mismo en un formato pequeño, junto a fotos de su etapa posterior, en los 90, donde reinan los objetos y recreaba ya imágenes mentales.
El truco de la aguja
Revela el fotógrafo cómo se las ingenió en otra impactante imagen: una aguja de coser hilvanada que parece ensartar varias gotas de agua. "Mojé el hilo en aceite para que al ponerlo encima no se mezclaran los líquidos y preservara el volumen de cada gota", cuenta, asegurando con humildad que, en cambio, "el proceso no es ningún misterio ni ningún truco de magia", aunque a más de un espectador le entren ganas de contradecirle. "La idea surgió -continúa- un día que iba paseando por la calle y acababa de llover. Vi un coche salpicado por unas gotas que parecían perlas y pensé qué bonita quedaba aquella superficie. No son cosas ajenas al espectador, lo inusual es verlo representado sobre el papel. Pones tu mirada en un detalle nimio o irrelevante, pero que tiene su encanto".
Por su parte, Almeida, cuyas fotos se caracterizan por la presencia del cuerpo de la propia artista -no eran autorretratos sino que experimentaba con él y lo trataba como si fuera "una instalación visual", afirmaba-, combinó fotografía, pintura y dibujo. "Subvirtió la fotografía", apunta Font de Mora. "Para ella, el dibujo era básico. Lo hacía siempre, como un ‘storyboard’. Decía que era un baile en el que dibujaba casi todos los pasos del baile. No le interesaba tanto la ‘performance’ sino utilizar las grabaciones que hacía su marido y de las que ella escogía una foto fija, el mejor fotograma".
Entre lo virtual y lo real
Almeida y Madoz, opina el director de Foto Colectania, aunque tienen imaginarios distintos, "coinciden en el perfeccionismo, la convicción y la perseverancia". Apunta el artista que "ella participa en la imagen" mientras que él sale de ella. "Yo tengo una forma clásica de entender la fotografía. Es un lenguaje que me permite jugar y condicionar la mirada del espectador", añade.
En las fotos de Madoz, que según el comisario, oscila entre lo virtual y lo real, la apariencia y la realidad, se suceden unas conchas de coquinas que parecen mariposas, una hoja de árbol seca mecanografiada y otra que es el corazón de una manzana, un libro saliendo de otro libro, un cubo con una polea (como si fuera un pozo), un vaso tumbado cuyo líquido apaga un cigarro, o un cuchillo-regla. Este último figura en una vitrina de la exposición junto a otros objetos que han servido al fotógrafo como modelo y que no suele exponer, al igual que sus dibujos.
El objeto y los guiños
"El objeto tiene una presencia y una materialidad física muy potente y te permite acercarte a él desde un ángulo muy concreto –señala-. La fotografía es el salto de la reelaboración de la realidad. Hay guiños y juegos que te permiten alterar la percepción que tenemos del objeto. Algo tan simple como fotografiar el objeto que has alterado te lleva a un territorio más rico y ambiguo que el objeto en sí". Para manipularlos revela que últimamente cuenta con la ayuda de un artesano. "Acudí a él pidiéndoles un corte muy específico de un objeto. Me preguntó qué iba a hacer con ello y se lo expliqué. 'Hombre, eso ya lo hace Chema Madoz'...".
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