Estreno teatral

'Els homes i els dies': un cuarto oscuro gay en el TNC

Xavier Albertí dirige la adaptación de Josep Maria Miró de la novela autobiográfica de David Vilaseca, escrita como un dietario

Rubén de Eguía encarna al autor a partir de este jueves en una Sala Gran donde resuenan infinidad de voces y personajes

Els homes i els dies

Els homes i els dies / David Ruano

Marta Cervera

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La Sala Gran del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) estrena este jueves la adaptación de la novela 'Els homes i els dies', de David Vilaseca (Barcelona 1964-Londres 2010). El autor, que fue catedrático de estudios hispánicos del Royal Holloway College de Londres, filólogo y especialista en estudios queer, plasmó en ella sus experiencias en el descubrimiento del sexo como homosexual, sus desengaños y sus visitas compulsivas a los urinarios públicos en busca de encuentros, pero también la soledad, el miedo y su visión de la familia, de Catalunya y de la vida académica. El TNC reivindica la calidad de este singular autor fallecido a los 46 años condensado en un montaje esta inmensa obra escrita en forma de dietario de autoficción en dos partes: 'L' aprenentatge de la soletat', una bajada a los infiernos, y 'El nen ferit', algo más luminosa, que acabó tres dias antes de morir arrollado por un camión cuando circulaba en bici por Londres.

Llevar 'Els homes i els dies' a escena ha sido uno de los mayores retos a los que se han enfrentado Josep Maria Miró, dramaturgo encargado de la adaptación teatral, y Xavier Albertí, director del espectáculo que regresa por primera vez al TNC desde que dejó el puesto tras ocho años al frente del teatro de la Generalitat. Es la segunda vez que ambos trabajan juntos en la Sala Gran tras 'Temps salvatge'.

Infinidad de personajes

De los 11 actores del elenco solo dos encarnan un único personaje: Rubén de Eguía es David, el protagonista, y Mercè Aránega, su madre. Paula Blanco agrupa a todo el resto de personajes femeninos en la vida de Vilaseca mientras que Albert Ausellé, Alejandro Bordanove, Abdi Cherbou, Francesc Cuéllar, Luiz Felipe, Roberto G. Alonso, Oriol Genís y Federico Metral se reparten los múltiples papeles de seres que se cruzan con el protagonista en su recorrido vital en busca de su identidad y de su aceptación. Todos son proyecciones del protagonista, voces que aparecen y desaparecen en una escenografía abstracta que Max Glaenzel ha diseñado como un enorme cuarto oscuro de la mente que se va poblando de encuentros, psicoanálisis, ideas, situaciones, sueños y fantasmas.

El sexo es también política y viceversa. La identidad es un cúmulo de cosas

La incapacidad de amar, la promiscuidad, el deseo, la insatisfacción, la dificultad de encajar en una Catalunya donde si no eres el mejor no eres nadie son algunos de los temas que aparecen. Pero el autoconocimiento a través de la sexualidad es fundamental en una obra que Albertí conecta con 'El pes de la palla' de Terenci Moix. "Muchas veces en la creación de la identidad pesan más los elementos de construcción psicoafectiva y sexual que los ideológicos. Puede parecer que los diferencie pero el sexo es también política y viceversa. La identidad es un cúmulo de cosas", ha señalado Albertí. Para él también hay mucha conexión entre montaje y 'Gang Bang', una obra de Josep Maria Miró que causó un escándalo en su estreno en el TNC hace años. "Los Legionarios Cristo destruyeron parte escenografía y algún político se atrevió a decir que si él fuera conseller de Cultura esa obra no se hubiera estrenado, una forma de protocensura inaceptable", recordó Albertí. Esperemos que esta vez no ocurra nada parecido.

Termómetro moral

Su montaje no elude los encuentros furtivos del protagonista en lavabos de Londres u otros espacios pero tampoco se recrea en ellos. Albertí lo trata de manera sugerente, nada hardcore. "Si algo hemos tenido presente es el termómetro moral", ha señalado el director que apuesta por dar protagonismo a la palabra. La producción "no se dirige a un colectivo específico", aclaró, "sino a cualquier ser humano que sienta que la pulsión de su construcción identitaria no pasa solo por la aceptación de su naturaleza genital, sexual y psicoafectiva e ideológica sino por la construcción de los puentes y vínculos con otros seres humanos, sobre la construcción del amor, en los entornos familiares y privados y por una manera de entender que el lenguaje nos aleja de la realidad para crear otro, como nos enseñó Shakespeare en 'La tempestad'".

"La obra viaja a las partes más incómodas de la aceptación del yo para poner orden a sus ideas, aceptar miedos y fantasmas"

Rubén de Eguía encarna durante casi tres horas, con 20 minutos de entreacto incluidos, un personaje de "dimensión estratosférica", según Albertí. "Es como hacer cuatro 'hamlets'", bromea. De Eguía cree que parte de la insatisfacción de su personaje "proviene de algo que todavía existe en Catalunya: un enorme grado de exigencia. Nos educan para ser el mejor. No sirve ser el segundo", ha destacado. Admira la tremenda verdad y honestidad de Vilaseca para enfrentarse a sí mismo y explora terrenos difíciles en un periodo que abarca 22 años. De 1987, cuando tenía 23 años y era un joven estudiante en un campus norteamericano hasta 2009. "Viaja a las partes más incómodas de la aceptación del yo para poner orden a sus ideas, aceptar sus miedos y sus fantasmas", ha resaltado Albertí. El resto de personajes son sus propias proyecciones. Voces y recuerdos que aparecen en el imaginario del protagonista a través de cartas, llamadas, encuentros furtivos, pesadillas y sueños. Las escenas no siguen la novela de manera lineal y cuenta además con aspectos que no figuran en ella como fragmentos de obras de Josep Maria de Sagarra, Puig i Ferreter y Pedro Lemebel. También incluye un monólogo que Miró ha escrito para reivindicar a los transformistas de Barcelona, desde los que actuaron en el Paral.lel del siglo XIX hasta Carmen de Mairena y Ángel Pavlovsky.

Albertí espera que la obra sirva para orientar a aquellos que, como Vilaseca en su día, necesitan conocerse y aceptarse. "Hay una voluntad de revisar su peripecia vital para que sirva como proceso de aprendizaje, de limpieza, de compartir algunos aspectos para que quien sienta las mismas pulsiones interiores pueda identificarse".

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