Crítica de cine

Crítica de 'Madeleine Collins': la mujer escindida

La magnífica interpretación de Virginie Efira mantiene firme un titubeante relato sobre una supuesta relación bígama

Virginie Efira, en un fotograma de la película 'Madeleine Collins'

Virginie Efira, en un fotograma de la película 'Madeleine Collins' / EPC

Quim Casas

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Entre el drama sentimental y una cierta noción de suspense psicológico se mueve esta película cuya primera mitad, al dejar al espectador sumido en un mar de dudas, es más interesante que la segunda, donde se dan respuestas a todas aquellas cosas que nos habían inquietado.

Cuesta empatizar con los personajes y la situación de base, pero ahí reside también su interés: atrapa sin que nada de lo que ocurre durante esa primera hora llegue a interesar demasiado. Sobre el papel, es el retrato de una relación bígama. Judith, que a veces dice llamarse Margot –y también eso tendrá una explicación racional en la parte final del filme, cuando resultaba más interesante antes por el desconcierto que proponía–, vive en dos casas en dos países distintos y tiene dos familias. Una, en Suiza, con el joven Abdel y una hija pequeña. La otra, en Francia, con Melvil, un afamado director de orquesta, y sus dos hijos adolescentes. Judith es traductora, la tapadera perfecta para permanecer tres o cuatro días en una casa y el resto en la otra.

Pero la historia de la bígama da paso a una trama que conviene no desvelar aquí. Parece que al director no le preocupa en demasía lo inverosímil de algunas situaciones. Y esto no sería un problema si después no quisiera aclararlo todo. La película pierde su misterio casi abstracto, aunque una sobresaliente Virginie Efira consigue mantener firme un relato que titubea.

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