Biografía de culto

Los Negativos: un libro ilumina la leyenda 'underground' de la Barcelona de los 80

El periodista Àlex Oró rastrea en '¡Bony es Dios!' la historia del grupo que escaló a la cima del pop psicodélico en castellano con el disco 'Piknik caleidoscópico'

Los Negativos, en 1986

Los Negativos, en 1986 / Los Negativos

Rafael Tapounet

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Entre las muchas leyendas subterráneas que, sin ser detectadas por el radar del reconocimiento multitudinario, han configurado la historia cultural de Barcelona en las últimas décadas, la de Los Negativos es una de las más bonitas. También es un poco triste. Los Negativos fueron un grupo mayúsculo cuyo primer elepé, ‘Piknik caleidoscópico’ (1986), ocupa un lugar de privilegio en el panteón de los mejores discos de pop en castellano jamás publicados. La excelencia de sus canciones, con unas letras que volaban a muchos pies de altura por encima de las de sus contemporáneos, chocó, sin embargo, con los prejuicios de quienes se negaron a prestarles atención solo porque habían surgido de la escena ‘sixties’ y mod barcelonesa de mediados de los 80. 'Revivalistas', dijeron de ellos. En realidad, las ricas composiciones de Los Negativos desbordaban ampliamente las costuras de la ropa sesentera que vestían sus miembros, pero aquel malentendido inicial iba a marcar para siempre la carrera de un grupo que pudo reinar y se quedó a dos palmos de la gloria.

Su historia, en cualquier caso, merecía ser contada. El encargado de hacerlo, y de manera ejemplar, ha sido el periodista leridano Àlex Oró, que ha dedicado los últimos cinco años a recopilar testimonios y documentos y a volcar todo ese material en las más de 400 páginas de ‘Los Negativos. ¡Bony es Dios!’ (editorial Milenio), el libro definitivo sobre la banda barcelonesa.

Un caso paradigmático

“No hace falta ser los Beatles o Sabina o Héroes del Silencio para tener una biografía. Los grupos ‘underground’ también merecen ser recordados y explicados”, sostiene Oró, que, más allá de su acreditada condición de fan, esgrime otro argumento para justificar la existencia de un libro como este: “Los Negativos son un caso paradigmático. Su historia es la de muchas otras bandas que aparecieron en la segunda mitad de los 80; grupos que consiguieron publicar uno o dos discos y que acariciaron la profesionalización pero nunca acabaron de llegar”.

Lo que distinguía a Los Negativos de todos esos grupos era su emocionante empeño en declarar la guerra a la vulgaridad, como decía un viejo anuncio de Licor 43, y su habilidad a la hora de construir un universo propio; un lugar en el que las influencias ‘sixties’ se mezclaban con los ecos de sus mil lecturas (Lewis Carroll, Tolkien, los poetas simbolistas franceses, Oscar Wilde, los surrealistas, Enid Blyton…) y con una peculiar manera de observar e interpretar su entorno para conformar unas canciones en las que a uno le apetecería quedarse a merendar.

“Ese universo creativo tan propio y único es su rasgo más diferencial, y de ahí salen unas letras fantásticas que yo pienso que son lo mejor que se ha hecho en el pop en castellano”, sentencia Oró. “Tampoco teníamos unos referentes muy sofisticados -señala Carles Estrada, cantante, bajista y fundador del grupo-. Nuestras influencias eran bastante básicas, pero con eso fuimos capaces de crear un mundo muy personal. Al fin y al cabo, todo nació de un juego. Ese espíritu lo mantuvimos siempre y quizá eso es lo que nos diferenció: nosotros jugábamos y otros, no”.

El juego del pop

Todo nació de un juego, ciertamente. El que se inventaron dos adolescentes, Carles Estrada y Valentí Morató, que se habían conocido en un autobús de la línea 19 de camino al instituto. En ese juego de rol, que bautizaron con el nombre de ‘Duplexin’, los participantes formaban bandas de rock, componían canciones y publicaban discos. Todo sobre el papel, sin tocar una sola nota. La posterior existencia de Los Negativos fue, en cierta medida, una proyección de todo lo que Estrada y Morató habían imaginado cuando jugaban. Por eso, el disco con el que el grupo puso fin a su guadianesca carrera en 2015 se llama ‘Duplexin’.

Pero antes de llegar a ese cierre pasaron muchas cosas, y todas se explican en ‘Los Negativos. ¡Bony es Dios!’ (el título alude a un grito de guerra acuñado por la banda en homenaje al más psicodélico de los pastelitos). Estrada y Morató montaron un grupo de verdad y consolidaron una formación estable en compañía de Alfredo Calonge (voz, guitarra y teclados) y Robert Grima (guitarra); publicaron un elepé, ‘Piknik caleidoscópico’, que se convirtió rápidamente en el centro de un fanático culto ‘underground’; perdieron el norte con su segundo álbum, ‘18º sábado amarillo’ (1987), una irregular pero apreciable colección de canciones dinamitadas por una producción y unas mezclas del todo equivocadas; se fueron a la mili; se separaron; volvieron a intentarlo con nuevos músicos y un disco al que nadie prestó atención (‘Puzzle’, 1996); se reencontraron en ‘Dandies entre basura’ (2009), y cerraron el círculo con ‘Duplexin’ (2015), un elepé espléndido marcado por la tragedia: durante la grabación, Morató sufrió un ictus que le dejó graves secuelas y Calonge murió de un ataque al corazón.

Ese final proyecta una sombra de aflicción y nostalgia sobre una historia que arranca a mediados de los 80, en un momento en el que los grupos de la nueva ola madrileña habían empezado a mutar hacia una comercialidad estéril y Barcelona agitaba la bandera del pop y el rock más excitante con una serie de bandas ancladas en las diversas subculturas que operaban en la ciudad (Loquillo y Los Trogloditas, Los Rebeldes, Brighton 64, Decibelios, Desechables…). Los Negativos nacieron en ese contexto, pero desde muy temprana hora mostraron una clara voluntad de trascenderlo. “A diferencia de la mayoría [de grupos], que se dedicaban a imitar a los de la primera hornada, ellos eran diferentes. A nivel de vanguardia y estética […] iban un paso por delante”. Lo dice en el libro el mismo Loquillo, que fue uno de los primeros valedores del grupo y que en 2016 incluyó en su disco ‘Viento del este’ una versión de ‘Viaje al norte’, una de las canciones de ‘Piknik caleidoscópico’. 

Amor y empatía

“Cuando entrevisté a Loquillo me impresionó la emoción con la que hablaba de Los Negativos, el amor que sentía por ellos -relata Oró-. Y eso ha sido algo muy generalizado. De hecho, cuando me ponía en contacto con gente y citaba el nombre del grupo, todo el mundo se volcaba. No he encontrado prácticamente a nadie que me dijera una mala palabra sobre ellos. Al contrario, lo que me he encontrado es gente que quería mucho a Los Negativos”.

“A la gente le tira mucho el malditismo; si hubiéramos tenido éxito no nos querrían igual”, bromea Estrada, que apunta, de nuevo, a las letras como el factor clave a la hora de generar ese grado de devoción y empatía. “Hay muchos grupos con buenas canciones y un directo de la hostia pero con los que es difícil sentirse identificado porque no entiendes lo que dicen o porque tampoco importa demasiado. Nosotros queríamos hablar de las cosas que nos gustaban y de los sitios que conocíamos. Más allá de nuestras influencias ‘sixties’, no tenía sentido hablar de Hyde Park o Portobello porque éramos unos tíos de Barcelona y nuestra ciudad nos ha configurado, en lo bueno y en lo malo. Y, aunque no seas de Barcelona, nuestras letras están llenas de imágenes sugerentes que la gente ha podido vivir e interpretar a su manera”.

La barcelonesa sala Apolo, llena en la fiesta de homenaje al desaparecido Alfredo Calonge, el 4 de diciembre de 2014.

La barcelonesa sala Apolo, llena en la fiesta de homenaje al desaparecido Alfredo Calonge, el 4 de diciembre de 2014. / EPC

Esa conexión del grupo con su ciudad la tenía muy presente Àlex Oró cuando decidió ponerle como subtítulo al libro ‘Biografía oral de un grupo de Barcelona’. “Los Negativos eran unos grandes observadores de todo lo que les rodeaba y algunas de sus canciones hablan muy explícitamente de su ciudad -comenta-. Y además, están muy vinculados a una serie de espacios emblemáticos, ya desaparecidos, de la escena musical barcelonesa, como el Casal dels Transformadors o el antiguo Zeleste de la calle Argenteria”. También la Recta de l’Estadi, donde, en el marco de las fiestas de la Mercè de 1986, Los Negativos ofrecieron el concierto más multitudinario de su historia. 

Que hayan sido un autor y una editorial de Lleida los que hayan rescatado del olvido la memoria de esta leyenda del ‘underground’ barcelonés (y del pop español, ¡qué diablos!) tal vez nos revela algo sobre el desdén con el que la capital catalana trata su patrimonio musical. Carles Estrada prefiere no hacer reproches. “No pienso en si la ciudad o el público o la historia han sido justos con nosotros o no. Las cosas han sido así y yo me lo he pasado muy bien. Si hubiéramos hecho las cosas de otra manera quizá habríamos podido tener algo más de éxito, pero... Cuando pienso en Los Negativos me siento orgulloso. Y eso vale más que nada”.

Los Negativos, disco a disco

En sus tres décadas largas de existencia, Los Negativos publicaron solo cinco elepés y medio. El medio es 'Las cintas de Thule' (1996), un falso directo confeccionado a partir de unas maquetas de su segundo álbum. Los otros cinco son estos:

'Piknik caleidoscópico' (1986)

El Everest del pop psicodélico español. Y el título por el que Los Negativos serán eternamente recordados, mal que les pese. Estrada: “Me hace feliz cuando alguien dice hemos hecho uno de los mejores discos del pop español, pero es un poco frustrante que para algunos toda nuestra carrera parezca reducirse al ‘Piknik’”.

'18º sábado amarillo' (1987)

Reflejo de un grupo desorientado, incluye joyas como ‘Bagdad’ y ‘Recuerdos desde el Gran Hotel’. “Pese a su producción ochentera en el peor sentido, es un disco fantástico”, dice Oró. Estrada es algo menos benevolente: “Tiene canciones buenas, pero suena como el culo”.

'Puzzle' (1996)

Sin Grima y sin Calonge (este solo toca el sitar en una canción), es el patito feo de la discografía ‘negativa’. “En su día ni lo compré –explica Oró-, pero ahora lo he redescubierto y vale mucho la pena, sobre todo por esas letras tan trabajadas que son bastante diferentes de las del resto de su carrera”. A rescatar.

'Dandies entre basura' (2009)

La canción titular y ‘Capitán Escarlata’ marcan la cima de un disco de reencuentro en el que el grupo recupera algunas canciones de su época pre-‘Piknik’. “Es un como un Negativos 2.0 porque la tecnología les permite hacer cosas que no pudieron hacer en los discos anteriores”, explica Oró. De notable alto.

'Duplexin' (2015)

El círculo se cierra. Oró: “Una obra de madurez en la cual se vacían y explican qué son y qué han hecho en todos estos años. El drama que lo envuelve le da un tono crepuscular único”. Estrada: “Un pedazo de disco, la otra cara del ‘Piknik’. Lo planeamos como un final de trayecto y el destino, que es muy cabrón, así lo cumplió”. 

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