FiraTàrrega, el teatro de calle aleja las tristezas del covid

FiraTàrrega ha empezado con buen pie: provocando a la gente de la calle, rompiendo esquemas con obras que obligan a preguntarse sobre el caos en el que vivimos y emocionando con poéticos lenguajes. El primer día, incluso antes de soplar velas de un enorme pastel del 40 aniversario donde se recreaban escenas vividas en diversas ediciones en un acto institucional y emotivo liderado por Anna Giribet, directora artística del festival y Natália Lloreta, directora ejecutiva, Eléctrico 28 había sorprendido a los paseantes de la calle con '[The frame]', una propuesta fresca donde la ciudadanía se convertía en protagonista. "Oh qué bien! Pensaba que no habría nada", exclamó una joven mamá que paseaba a su bebé al ser interpelada por uno de los intérprertes. El año pasado el covid-19 impidió celebrar la fiesta y hay ganas de reconectar con el teatro de calle. Aunque algunos se sorprendia al ver a los espectadores con auriculares mirando fíjamente la calle convertida en otra cosa por arte y magia de un espectáculo que invita a parar y a observar la vida desde otra perspectiva.

En la capital del Urgell muchos se han reencontrado con sus recuerdos gracias a la producción audiovisual homenaje a los 40 años de FiraTàrrega que inauguró oficialmente la muestra en la Plaza Major. Un cúmulo de imágenes evocadoras de la multitud de lenguajes y propuestas vividas, un homenaje a la gente anónima que hace posible la muestra. Desde que Comediants la invadió con su espíritu libre y festivo por primera vez en 1981 los habitantes de Tàrrega han hecho suya esta fiesta de las artes escénicas. Empezó para recuperar la calle y la alegría tras el panorama gris del franquismo y se ha convertido en un referente imprescindible no solo de exhibición de espectáculos, también de producción.

Pese a las mascarillas, los protocolos de seguridad y los espacios acotados para controlar la asistencia, pese a unas calles menos anárquicas y transitadas que lo que suele ser habitual hay muchas ganas de conectar de nuevo con el latir de la creatividad, de descubrir espectáculos y artistas con espectáculos a tope de público.

La primera jornada dejó buenas sensaciones con 'Papillon', donde Àngel Duran fundió el hombre y la máquina, moviéndose cual robot, en un impresionante escenario hightech al aire libre. La obra acabó de forma abrupta cuando algunas gotas empezaron a caer y el artista suspendió la función cuando faltaba poco para el final; fue una lástima. Por suerte, la cosa no fue a más, la tormenta se alejó. No hubo problemas pues para penetrar en el poético mundo de 'Alter', lo nuevo de Kamchátka, una experiencia nocturna en pleno campo donde, en silencio y con un 'fanalet', uno descubre personajes medio enterrados, cada uno con sus historias y recuerdos que se muestran a través de proyecciones. Personajes nómadas, con una maleta a cuestas que, como todos, necesitan del calor humano para sentirse vivos. Compartir comida, sensaciones y una fiesta que acaba con un ataque irracional de rabia. ¿Retrato de un ser humano incapaz de ser feliz? Cada uno hace su lectura.

Desde hace 40 años las primeras compañías Tàrrega ha sido una tierra fértil para las compañías del país. La Cubana, T de Teatre La Fura dels Baus, Carles Santos, todas han pasado por la muestra. La Veronal, que este verano ha sido la primera compañía en actuar en la plaza de los Papas del Festival de Aviñón también pasó por Tàrrega en sus inicios. Y otras siguen seguirán su camino. En esta edición Alma Steiner, Marina Miguel, Junyi Sun ('Am I Bruce Lee'), con Elías Torrecillas, Carlos Martorell presentaron con 'Lóng', una sugerente mirada sobre las limitaciones en la sociedad actual a partir de la danza contemporánea, el teatro y las artes marciales. Vale la pena no perder la pista a Kernel Dance Theatre. Nunca dejan indiferente.