CRÍTICA DE CINE
'Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos': en tierra de nadie
La película busca congeniar sin acabar de lograrlo el cine de superhéroes con la imaginería de las artes marciales
Nando Salvà
Justo como su protagonista, ‘Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos’ es una película atrapada entre el legado de sus antecesores y la búsqueda de una identidad propia. Primera película del Universo Cinematográfico de Marvel protagonizada por un superhéroe asiático, quiere funcionar como tributo a diferentes tradiciones fílmicas relacionadas con las artes marciales pero también como la 25ª entrega de la saga a la que pertenece, y nunca llega a encontrar verdadero acomodo en esta tierra de nadie. Está plagada de momentos que la distinguen del resto de catálogo del UCM, pero en general se contenta con usar alusiones más bien superfluas a la cultura que quiere homenajear.
El personaje titular es un joven aparentemente corriente que en su día fue instruido en varios estilos de combate por un padre que se reveló como un supervillano enloquecido por el poder, y que a lo largo del relato acepta su destino: saldar cuentas con su pasado para convertirse en un maestro de las artes marciales. Para explicar sus orígenes y circunstancias el director Destin Daniel Cretton recurre a numerosas escenas puramente expositivas que, eso sí, combina con una colección de secuencias de acción en las que se mezclan alusiones visuales y coreográficas a las películas de Zhang Yimou, las de Jackie Chan y las de John Woo, entre otros. Esas referencias al cine de acción oriental, decimos, se pelean por dejarse ver entre las capas de imaginería digital que definen el cine de superhéroes moderno. A medida que esas escenas ganan en elaboración, la película en su conjunto va perdiendo personalidad.
Una de las habilidades de Cretton como director es su habilidad para hacernos empatizar con sus personajes; así lo ha demostrado en películas como el éxito indie ‘Short Term 12’ (2013) y el reciente drama legal ‘Cuestión de justicia’ (2019). Aquí, logra dotar el relato de carga emocional a pesar de que en su centro mismo hay un héroe con cara de palo que solo se muestra capaz de cobrar verdadera vida cuando está envuelto de efectos visuales. Las limitaciones del actor Simu Liu quedan especialmente en evidencia cada vez que se mide en escena contra Tony Leung, toda una leyenda del cine hongkonés y un verdadero surtidor del carisma que se les exige a las estrellas. Leung resulta tan magnético, y aporta tanta profundidad psicológica a su personaje, que se apodera de la película. Puede que sobre el papel ‘Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos’ sea la historia de origen de un hombre destinado a salvar el mundo, pero en la práctica funciona mejor como la del antihéroe trágico que tiene por némesis, un sociópata seductor que lo posee todo excepto lo único que realmente necesita -a la mujer que permitió descubrir su propia humanidad-, y que está dispuesto hasta a acabar con el mundo para recuperarlo.
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