Crítica de teatro

'Mare de sucre', manantial de teatro y vida en el TNC

La obra de Clàudia Cedó aborda el deseo de una mujer discapacitada de ser madre y resulta un extraordinario torrente emocional

Los siete intérpretes de la pieza, cuatro de ellos con diversidad funcional, actúan siempre desde una verdad arrebatadora

Mare de sucre

Mare de sucre / May Circus

José Carlos Sorribes

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En una temporada teatral se estrenan obras de todo tipo, incontables casi. Pero este curso se ha presentado un punto y aparte: 'Mare de sucre'. “Vengo de ver el espectáculo más importante del teatro catalán de los últimos 20 años. Vosotros, ¿qué tal?”. La frase la tuiteó Joan Yago, el brillante dramaturgo de la compañía La Calórica, tras ver la función de la Sala Tallers del TNC el día siguiente de su estreno. ¿Exageración? ¿Tuit de colega? Ni mucho menos. Porque Clàudia Cedó firma, sin duda, una obra de aquellas que convierten al teatro en una manantial de vida.

'Mare de sucre' explica la historia de una joven de 27 años con una discapacidad intelectual del 65% que quiere ser madre. Su irrefrenable instinto maternal desata la incomprensión de su entorno. Primero de una madre que no le deja ni hacer de canguro, y luego de los responsables de la fundación a la que acaba de llegar para compartir piso.

Cedó lleva así a la escena una detallada reflexión sobre cómo tratamos a las personas con diversidad funcional, por qué no les dejamos tomar decisiones o por qué marcamos tanto la línea entre ‘nosotros’ y ‘ellos’. Lo hace la dramaturga y directora sin dar respuestas, por supuesto, y sí abriendo la puerta a que nos hagamos muchas preguntas. Es esta una obra que nos interpela como sociedad, que nos conduce a cuestionarnos sobre cómo nos relacionamos con realidades que casi nunca queremos afrontar. O que escondemos con un paternalismo protector.

El proyecto de Escenaris Especials

Sabe Cedó de qué está hablando. Lleva 15 años como coordinadora en Banyoles de un proyecto de teatro inclusivo, Escenaris Especials, con personas en riesgo de exclusión social o con alguna discapacidad. Cuatro de ellas (Andrea Álvarez, Judit Pardàs, Mercè Méndez y Marc Buxaderas) son los protagonistas de 'Mare de sucre', junto a Ivan Benet (director de la fundación y ginecólogo), María Rodríguez (educadora social) y Teresa Urroz (madre de Cloe). Aquí está una de las grandes virtudes del montaje: la perfecta conjunción entre los intérpretes profesionales y los que no lo son.

¿Teatro inclusivo? Teatro grande, sin etiquetas. Porque nos reímos y emocionamos hasta la lágrima. En escena no existe esa división social entre 'nosotros' y 'ellos', ya que por la Sala Tallers se mueven (uno en silla de ruedas) siete intérpretes enormes. Andrea, Judit, Mercè y Marc, como Ivan, María y Teresa, trabajan desde una verdad arrebatadora. Andrea Álvarez es Cloe. Soberbia. Lleva todo el peso de la obra, y no solo por esa rabia que despierta sentirse incomprendida, también por unos monólogos interiores a los que Cedó imprime alto voltaje poético. Pardàs, Méndez y Buxaderas nunca se quedan atrás, y él por ejemplo atrapa en cada una de sus apariciones con un magnetismo brutal.

A Benet, Rodríguez y Urroz, mientras, se les ve maravillosamente entregados al que habrá sido, seguro, uno de los viajes más especiales de su carrera. Como el que viven los espectadores que llenan la Tallers. El papel se agotó antes del estreno, y la obra ha prorrogado hasta este domingo con igual éxito. Que la tropa de Escenaris Especials no tarde en volver, con 'Mare de sucre' o con otra joya como las que suele tallar Clàudia Cedó.

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