Crítica de teatro

Arquillué, el rey de la comedia en '53 diumenges'

El cineasta Cesc Gay da en el blanco con una jocosa comedia familiar que se mueve bajo códigos similares a los de su estreno teatral con 'Els veïns de dalt'

El actor de Terrassa deja una nueva muestra de sus portentosas facultades interpretativas junto a Marta Marco, Lluís Villanueva y Àgata Roca, también sobresalientes

ICULT 53 DIUMENGES FOTO MARIANO HERRERA

ICULT 53 DIUMENGES FOTO MARIANO HERRERA / Mariano Herrera

José Carlos Sorribes

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Va camino Cesc Gay de añadir a su aplaudida carrera cinematográfica una no menos triunfal en el teatro. Después del estreno de 'Els veïns de dalt' en el Romea hace cinco años, vuelve al mismo escenario con otra pieza de corte similar, '53 diumenges', y llamada a un éxito parejo. Si el director barcelonés es trascendente en la gran pantalla en su disección de las relaciones afectivas, cuando escribe para un escenario pone el foco en desatar la comicidad. Algo que, está claro, no supone solo enlazar una sucesión de chistes o gags más o menos afortunados, sino hacerlo además con ritmo y sin abusar de lo chabacano.

Una buena comedia precisa un gran texto, una dirección atinada y un reparto a la altura. Que nadie crea que el cóctel es fácil de mezclar, pero Gay se pone en ello con los mejores ingredientes en cuanto al elenco. Como ya hizo en 'Els veïns de dalt' tiene al frente de la nave a Pere Arquillué. Diana segura. El actor de Terrassa es un superdotado para lo que haga falta. Igual carga con el monumental personaje de Johnny, el Gallo, Byron de 'Jerusalem' que despliega el torrencial monólogo de 'Art', de Yasmina Reza, haciendo llorar al espectador de risa, o es el hermano menor de esta familia de '53 diumenges'. Encarna a Santi, que no es el patito feo, pero sí el más desdichado. Actor, su último trabajo le ha llegado por un casting para un anuncio de gazpacho. Queda claro que sobrevive. Le eches lo que le eches, Arquillué da un curso. Presencia, voz y gesto siempre en su sitio, y con capacidad ilimitada para hacer reír.

Cesc Gay maneja con tacto los resortes de la comedia sin rebasar nunca la peligrosa línea de la ordinariez

Quedarse solo con Arquillué sería injusto para sus compañeros de '53 diumenges'. Lluís Villanueva, que también coincidió con él en aquel 'Art' del Goya, es otro valor seguro. Ni el más mínimo titubeo como Víctor, el hermano mayor sobradete de Santi que se ha aupado en la escala social por la vía conyugal. Es decir, con escasos méritos, y encima ha descubierto una tardía vocación literaria. Lo tiene todo para ser repelente. La siempre sobresaliente Marta Marco es Natalia, la hermana mediana. Profesora universitaria, intenta mediar en las disputas familiares y vive atrapada en un mar de dudas, empezando por una vida conyugal frustrada. Los tres acuerdan reunirse en casa del hermano pequeño para ver si llevan a una residencia a un padre ya mayor y que está perdiendo el juicio. A Àgata Roca le corresponde el papel de la mujer de Santi y también el de maestra de ceremonias. Nos pone en situación de esas viejas disputas fraternales a las que asiste con indisimulado disfrute.

La familia es terreno abonado para la comedia y Gay se sirve de ese marco con tacto, manejando sus resortes y sin rebasar la peligrosa línea de la ordinariez. Si 'Els veïns da dalt' tuvo una versión en Madrid con ‘Los vecinos de arriba’ y hasta una cinematográfica (‘Sentimental’, de reciente estreno), todo apunta a que, por lo menos, también habrá un ‘53 domingos’ en la cartelera madrileña.