renovación de la junta directiva

La SGAE de los líos: nuevas elecciones tras tres presidencias en dos años

La entidad celebra este jueves sus elecciones más democráticas y abiertas aunque por debajo ya se estén tramando alianzas

La SGAE alerta de que el coronavirus lastra a un sector cultural que ya "empezaba a despegar" de la crisis

La SGAE alerta de que el coronavirus lastra a un sector cultural que ya "empezaba a despegar" de la crisis / periodico

Nando Cruz

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Elecciones en la SGAE. ¿Otra vez? Sí. Justo dos años después de las últimas, y después de tres presidencias, las del gaitero José Ángel Hevia, la soprano Pilar Jurado y el guionista Antonio Onetti, la Sociedad General de Autores y Editores se dispone a formar una nueva junta directiva con la intención de recuperar la confianza de la CISAC, que sigue sin aceptar su regreso a la sociedad mundial de entidades de gestión. La gran diferencia es que, por primera vez en unas elecciones a la junta, este jueves pueden votar todos sus socios: unos 120.000. La segunda, que también se permite ejercer el voto electrónico. Serán, con diferencia, los comicios más democráticos de la historia de la SGAE.

Lo habitual hasta ahora era que solo tuviesen derecho a voto los socios cuya obra generase, en los últimos cuatro años, ingresos iguales o superiores al salario mínimo interprofesional; era un requisito que solo cumplía un 15% de los autores, aproximadamente. Y aun así, a la hora de la verdad solo votaban entre dos y tres mil socios. Esta vez pueden votar hasta los que solo han registrado una canción en su vida. Y pueden hacerlo por vía electrónica. Pero el sistema de voto ponderado hace que haya muchos más de 120.000 votos. Cien mil autores solo disponen de un voto, pero otros acumulan hasta 31 por el volumen recaudatorio de su obra. En estas elecciones hay 220.000 votos en juego.   

Está permitido el voto electrónico en unos comicios en los que pueden participar 120.000 autores

Las de mañana son también las primeras elecciones en las que se elige una comisión de supervisión, órgano de nueva creación que deberá velar por el sano funcionamiento interno de una entidad que lleva una década enfrascada en procesos judiciales. Y también se celebran comicios territoriales en seis comunidades autónomas: Andalucía, Galicia, Catalunya, Madrid, Canarias y Valencia. En definitiva, mañana debiera cerrarse una de las etapas más oscuras y folletinescas de la entidad. Pero esto es la SGAE y lo que se esté cocinando de puertas adentro lo saben algunos. Los de siempre.

Suerte echada en dos colegios

La SGAE se divide en cuatro colegios y en dos la suerte ya está echada. En los de Obras Audiovisuales y Gran Derecho se presentan tantos candidatos como puestos a cubrir, de modo que los 15 tienen la plaza en la junta directiva. En el colegio de Editores Musicales hay once candidatos para ocho puestos. Y aquí la gran novedad es el regreso de editoriales multinacionales como BMG, Sony, Universal y Warner, expulsadas de la entidad en octubre del 2017 mediante un proceso judicial, y que lo tienen fácil para volver a controlar un colegio que en los últimos años había estado más dominado por las editoriales televisivas.

Una vez más, el partido se juega en el colegio de Pequeño Derecho, el de los músicos, el más revuelto, y donde brilla la ausencia de todos aquellos autores que firmaron un manifiesto contra SGAE pidiendo ayuda del Ministerio de Cultura y que apostaban por la creación de una entidad nueva. Aquella SGAE paralela, SEDA, se presentó en septiembre, pero aún no opera de forma efectiva. En estos comicios tampoco hay rastro de Hevia ni de Jurado, pero sí se presentan nombres clave en la historia reciente de la entidad como José Miguel Sastrón, presidente entre el 2016 y el 2018, y Sabino Méndez, portavoz de la junta directiva entre el 2011 y el 2012. La mayoría de los 56 candidatos de Pequeño Derecho son nombres más que habituales. No abundan los perfiles renovadores.

Muchos candidatos han enviado e-mails con su programa electoral a los socios. Otros han colgado vídeos en Youtube. (El de Tontxu, una canción nueva con imágenes de un concierto emitido hasta la saciedad en las madrugadas televisivas, es digno de ver). En unos y otros se detectan candidatos que se postulan en bloques que reproducen el histórico enfrentamiento entre editoriales televisivas y multinacionales. Histórico desde hace una década, cuando las teles empezaron a emitir programas de madrugada que generaban inmensos beneficios a músicos que firmaban antes un contrato editorial con la propia televisión.

Esa guerra sigue abierta. También, la de encontrar fórmulas justas para que los derechos digitales de los autores no queden en manos de las multinacionales de internet: Spotify, Google, Apple y Amazon. Y ahora se abre un nuevo frente: el del imparable empobrecimiento de una entidad que año tras año ve como se reducen sus ingresos y que en 2021 presentará unas cuentas famélicas teniendo en cuenta que este año apenas ha habido música en vivo.

La purga de abril

La moción de censura presentada el pasado abril contra Pilar Jurado, que a su vez había reemplazado a su predecesor José Ángel Hevia en febrero de 2019 con otro brusco golpe de timón, derivó en una purga de ‘junteros’: los más cercanos a las editoriales televisivas, empezando por su vicepresidenta Inma Serrano, fueron destituidos en una maniobra que muchos socios consideraron ilegal pero tras la cual el presidente entrante, Antonio Onetti, cumplió todo lo prometido. Por un lado, logró aprobar en la asamblea general de julio, abierta a todos los socios y con posibilidad de ejercer el voto electrónico, las modificaciones en los estatutos que requería tanto el Ministerio de Cultura como la CISAC. Por otro, convocar las elecciones democratiquísimas que se celebran mañana.     

Por primera vez el futuro de la SGAE está en manos de todos sus socios. Falta ver si, aprovechando esta oportunidad largamente reclamada, votan en masa. La ventaja, en tiempos de pandemia, es que apenas hay músicos de gira y tienen tiempo de votar. La desventaja, esa suerte de ‘desafección autoral’, tan difícil de curar de un día para otro, que hace que muchos sientan que eso de la SGAE no va con ellos. El nivel de participación es la gran incógnita de estas elecciones. Y, en buena medida, es el factor que marcará el desenlace.

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