CRÍTICA DE CINE

'Mulán': más estilo que sustancia

Niki Caro llena la pantalla de paisajes majestuosos y vistosos trajes pero desatiende la caracterización de los personajes y la profundidad emocional

Nando Salvá

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

'Mulán' fue diseñada para la gran pantalla, y se nota. Su metraje está lleno de secuencias de acción orquestadas con estilo y escenas de combate que evocan con solvencia la plasticidad del cine 'wuxia', y asimismo la neozelandesa Niki Caro llena la pantalla de vistosos trajes de época y paisajes majestuosos. Sin embargo, contemplados en 'streaming' todos esos ingredientes pierden parte de su capacidad no solo para deslumbrar sino también para desviar la atención de un guion que desatiende la caracterización de los personajes y la profundidad emocional, y que despacha de manera apresurada el tránsito de su protagonista de niña abocada a un matrimonio pactado a heroína militar de leyenda. 

'Remake' de acción real de la fantasía animada 'Mulán' (1998) -a su vez inspirada en el poema épico 'La balada de Mulán', sobre una joven que lucha por el ejército del emperador en lugar de su padre, disfrazada de hombre-, la nueva película pone distancia respecto a su modelo de varias maneras. En primer lugar, Caro dota el relato de un tono más serio; la narración no incluye dragones que hablan ni alegres números musicales; y, en esta versión, asimismo, la protagonista es una guerrera superdotada por naturaleza. Pero quizá la diferencia más acertada es la inclusión en la trama de una hechicera Xianniang (Gong Li), que ejerce sus artes oscuras al servicio del enemigo, puede asumir otras formas humanas y, si le apetece, convertirse en una poderosa bandada de pájaros. Buena parte del mensaje en pro del empoderamiento femenino que la película acarrea aparece personalizado en ella, que como Mulán es una mujer que lucha por su lugar en un ejército de hombres y en una sociedad patriarcal. 

En realidad, la suya es una presencia más interesante que la de la propia Mulán, diseñada menos como un personaje que como encarnación andante del honor y el coraje. Su periplo, es cierto, también funciona como demostración de cómo los secretos y las mentiras pueden mermar el potencial de un individuo. Es una lección sin duda valiosa, pero lo sería aún más si la película no la predicara de forma tan insistente, y si las cosas no resultaran ser tan fáciles para su protagonista una vez la ha aprendido.