HOTEL CADOGAN

Tolstói, un ajuste de cuentas

Marta Rebón traduce del ruso '¿De quién es la culpa?', el contrarrelato de una esposa humillada

Leon Tosltoi y su esposa Sofia Tostaia

Leon Tosltoi y su esposa Sofia Tostaia

Olga Merino

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Hace cosa de un mes, desde que los visitantes rusos trasiegan por el Hotel Cadogan, el servicio de habitaciones es un tintineo constante de copas de vodka y platillos de ‘seliodka pod shuboi’ (literalmente, ‘arenque bajo un abrigo de pieles’), esto es, el pescado envuelto en capas de patata cocida, huevo duro, remolacha y mayonesa. La atmósfera se ha espesado con el vapor de los samovares, y a todas horas trepan por el hueco de la escaleralos acordes de ‘Ochi chórnyie’, aquella bellísima romanza que habla de unos ojos negros, tan amados, tan temidos, que una vez se cruzaron en el camino para la desdicha… ¡Ah, los clásicos rusos! Qué lugar para quedarse a vivir. El matrimonio Tolstói sigue instalado en la habitación contigua a la 118 y, desde que llegaron, los huéspedes nos damos codazos para pegar la oreja al tabique: se les escucha conversar con frases cortantes, entre las que se cuelan tardes de un silencio gélido.

De unos días a esta parte, sin embargo, se escucha canturrear a Sofia Tolstaia por los pasillos porque al fin se hace justicia poética con la publicación, por vez primera en castellano, de la novela ‘¿De quién es la culpa?’, de la mano de Xordica, otra editorial de resistencia, y en la traducción del ruso de Marta Rebón. Qué fino oído para el idioma y qué endiablado olfato el suyo para rastrear en los huecos de olvidos imperdonables, si bien es cierto que la novela tardó un siglo en ver la luz en Rusia, tal vez para no mancillar el aura del pope de las letras rusas.Sofia AndréievnaBehrsla escribió como contrarrelato a ‘Sonata a Kreutzer’(1889), una novela de tintes autobiográficos donde su marido se despachaba a gusto contra la institución del matrimonio y las señoras en general: “¿Por qué se prohíbe el juego y se permite a las mujeres que se pongan unos trajes como las prostitutas?”, escribió Tolstói. Sofia se sintió humillada. Una mujer colmada de talentos que, sin embargo, tuvo que aparcar para que brillara el genio de su marido, respondió con firmeza, calidad literaria y la construcción de un personaje femenino que sufre con los constantes cambios de humor de su cónyuge y sus encuentros con viejas amantes. Imprescindible leer el magnífico epílogo de Marta Rebón y Ferran Mateo para comprender el alcance y significado de ‘¿De quién es la culpa?’.