ESTRENO

Las adolescentes sueltan su rabia en el Lliure

Nueve chicas chilenas de entre 11 y 18 años arremeten contra diferentes formas de violencia a su alrededor en 'Paisajes para no colorear'

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Marta Cervera

Marta Cervera

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¿Cómo se explica que en Chile hayan muerto en los últimos 10 años casi 3.500 niños menores de edad que están al cuidado del Servicio Nacional del Menor? ¿Cómo han podido quedar impunes? Estos y otros temas relacionados con los feminicidios adolescentes y otros tipos de violencia, tanto machista como de otro tipo, centran 'Paisajes para no colorear', un potente montaje interpretado por nueve chicas chilenas de entre 11 y 18 años que llega este jueves al Lliure de Montjuïc.

Los brutales casos de asesinatos en su país y en otros llevó a la compañía La Re-Sentida a desarrollar este trabajo colectivo, con dirección de Marco Layera y dramaturgia de Carolina de la Maza. Más de un centenar de testimonios han servido para elaborarla a fuego lento, escuchando a sus protagonistas y buscando la mejor forma de transmitir su verdad a través de la palabra, la danza y la música en un montaje muy dinámico, con un discurso lleno de rabia, duro y directo que llega sin filtros al espectador. 

La Re-Sentida une en esta obra sus inquietudes sociales y artísticas. "¿Cómo hacemos que el teatro tenga un efecto en la realidad, fuera de las cuatro paredes y más allá de la complacencia de los aplausos?", se preguntaba Layera hace años. Tras 'Paisajes para no colorear' sabe que está en el buen camino. "Este teatro sirve como herramienta de expresión ideológica y social", indica el director.  "Expresamos la rabia contra la violencia que tenemos que vivir día tras día", explican las protagonistas. No todas explican experiencias personales. Pero el discurso de la obra parte de casos reales que todas hacen suyo. "Sentimos muy nuestra ese tipo de violencia que vivieron otras compañeras. La obra es muy nuestra. Es una lucha interna que llevamos al escenario".

Sus opiniones las firmarían adolescentes femeninas del mundo entero, señalan. Claman por cambiar los patrones tradicionales, por eliminar la supremacía del adulto frente a ellos. También hablan de temas como el acoso escolar, el suicidio, el abuso de hombres a niñas de su edad, el maltrato familiar, la cosificación, el lesbianismo y el aborto. " Todas –cada una de ellas tiene un perfil diferente– coinciden en que el teatro les da una altavoz que no tenían. "En una clase o en redes sociales nos calificarían de histéricas, de ignorantes, de locas".

De estar en Chile, explican, estarían manifestándose. Como el estallido de esta revolución en las calles le pilló en Cádiz, optaron por ir a la plaza de la catedral de aquella ciudad a protestar armadas con cacerolas. Y no se rinden: "Hemos estado haciendo lo posible por Chile aunque estemos lejos.  Están mejorando las cosas, aunque sea con soluciones parche, pero hay que seguir".