83 AÑOS Y 67 DIBUJANDO

El disparatado mundo de Ibáñez llega al Museu del Còmic

Ibáñez, este martes en el Museu del Còmic de Sant Cugat, en la inauguración de la exposición que recorre su vida y obra.

Ibáñez, este martes en el Museu del Còmic de Sant Cugat, en la inauguración de la exposición que recorre su vida y obra. / periodico

Anna Abella

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A sus 83 años y tras 67 años como profesional entregado a dibujar e idear hilarantes historietas para Mortadelo y Filemón, Rompetechos o Pepe Gotera y Otilio, Francisco Ibáñezrecibía este martes un nuevo homenajeel flamante Museu del Còmic de Sant Cugat, que se estrenaba en junio fruto de la iniciativa privada de tres coleccionistas, ha inaugurado, contando con la presencia del dibujante barcelonés, su primera exposición temporal, comisariada por uno de los sabios de la viñeta, Antoni Guiral. Para él, este recorrido cronológico por la vida y obra del histórico autor de Bruguera busca dejar constancia de “todo lo que fue y aún es”. 

Con el título de ‘Monos de: Francisco Ibáñez’, en alusión al apelativo coloquial de los dibujos, la exposición podrá verse hasta el próximo 12 de enero y cuenta con 26 originales (12 de ellos cedidos por el propio Ibáñez) y 150 piezas, entre las que no faltan ejemplares de revistas como ‘Pulgarcito’, ‘DDT’ y ‘Tío Vivo’ con las primeras historietas aparecidas de los hoy sexagenarios Mortadelo y Filemón Mortadelo y Filemón (1958), ‘13, Rue del Percebe’ (1961) o ‘El botones Sacarino’ (1963). Pero, como afirma Guiral, Ibáñez, de quien no falta un autorretrato de 1962, aún con pelo, «es mucho más que sus personajes y series más conocidas». 

Desencuentros con Bruguera

De ahí ejemplos de la picardía del creador de La familia Trapisonda. «En 1969, cuando empezó a tener problemas con Bruguera por los derechos de los personajes, creó a Ocarino y Lentejo –dice Guiral señalando un esbozo- para venderlos al mercado franco-belga. Pero entonces llegó a un acuerdo con la editorial y reaprovechó los dibujos de aquellos dos personajes dibujándoles encima a Mortadelo y Filemón y usando las páginas en su segunda aventura, ‘Valor y… ¡ al toro!’”. Otro desencuentro con Bruguera llegó en 1985, cuando la abandonó para volver al año siguiente, ya con Ediciones B. En ese plazo, publicó en una revista de Ediciones Junior ‘Yo y yo’, que no eran sino Mortadelo y Filemón pero sin nombre. Hoy, los disparatados agentes de la T.I.A. siguen protagonizando álbum tras álbum, siempre con una mirada puesta en la actualidad social, política, económica y deportiva, una de las claves de su vigencia. 

También se recuerdan en la exposición trabajos casi desconocidos como los realizados para un catálogo de medicamentos del Seguro Obligatorio de Enfermedad (1962) o publicitarios, entre ellos, las tiras de Cola-Cao, ‘Uhu y el niño Prudencio’ (pegamento Uhu), Pepsi-Man, Kinito (Kina San Clemente, reconstituyente para niños “¡con alcohol”!, recuerda Guiral). Y series como ‘Doña Pura y Doña Pera’, ‘El doctor Esparadrapo y su ayudante Gazapo’ o ‘Tete Cohete’.

De botones en un banco a dibujante

Con una introducción del actor Carlos Areces, fan irredento de Ibáñez, la muestra reproduce también el primer dibujo que siendo un niño de 11 años el futuro historietista envió a la revista 'Chicos' en 1947, que reproducía un indio de una historieta de 'Cuto', recuerda cómo compaginó en sus inicios su trabajo de botones en el Banco Español de Crédito y sus pinitos profesionales, sobre todo, en la editorial Marco. Desde ahí, sus viñetas son un viaje por la historia, tanto del país como, sobre todo en los últimos años, del mundo. 

El museo, fruto de la iniciativa privada de tres coleccionistas, sigue sin recibir ayudas públicas

De anfitriones de Ibáñez ejercieron los impulsores del Museu del Còmic, José Luis Villanueva, Paco Baena y Josep Maria Delhom, cuyos tesoros de coleccionista nutren las salas de la que fuera antigua sede del Ateneu de Sant Cugat. El pasado 13 de junio abrieron las puertas del nuevo centro sin contar con ninguna ayuda pública, mientras el proyecto del museo del cómic de Badalona en el que participa la Generalitat continúa congelado y en vía muerta. Si bien Baena y Villanueva han mantenido reuniones con el Govern para lograr alguna subvención que ayude a mantener el museo, hasta ahora la única respuesta al margen de la buena predisposición ha sido “silencio”. También esperan que se materialice la ayuda por parte del Ayuntamiento de Sant Cugat, que antes de las municipales se aprobó por unanimidad en un pleno, pero que con el cambio de color político tras las elecciones (ERC-PSC-CUP) aún no se ha concretado.

Para mantener el museo, de momento organizan cursos de cómic, manga e ilustración y talleres, cuentan con ayuda de Hewlett-Packard para el material y ya planean una segunda exposición temporal y de homenaje que visibilice a las históricamente olvidadas mujeres dibujantes. Ideas no faltan.