135 AÑOS DE HISTORIA DEL TEBEO

Un museo del cómic privado parchea la parálisis del proyecto de la Generalitat

Interior del nuevo museo del cómic, que abre sus puertas en Sant Cugat.

Interior del nuevo museo del cómic, que abre sus puertas en Sant Cugat. / periodico

Anna Abella

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Abrirá sus puertas el próximo jueves 13 de junio y se llama Museo del Cómic. Pero para disfrutarlo no hay que ir a Badalona, donde desde el 2009 está paralizado el ambicioso proyecto que debía acoger el antiguo edificio de la fábrica CACI, sino a Sant Cugat del Vallès. Es aquí, en un inmueble de tres plantas de 1850 que había albergado la vieja sede del Ateneu de esta localidad barcelonesa, donde ha germinado, casi a la chita callando, un plan más modesto y personal pero no menos atractivo, nacido e impulsado desde la iniciativa privada y del sueño de dos veteranos coleccionistas amantes de la historieta, Paco Baena y José Luis Villanueva. La iniciativa privada, sin contar con subvenciones ni ayudas, le ha dado una lección a la Generalitat y a las administraciones públicas de cómo hacer realidad un centro expositivo y museístico para difundir el legado del cómic.  

Tras once meses de obras de restauración y adecuación de los 500 metros cuadrados de este espacio de la plaza de Pep Ventura, en el centro de Sant Cugat, que llevaba 15 años abandonado, Baena y Villanueva reciben a este diario días antes de la inauguración sin disimular los nervios ante la acogida que puede tener este ‘museo del cómic’, tres palabras que hacen salivar a todo incondicional del medio después de años de frustradas expectativas creadas alrededor del macroproyecto de Badalona.   

El plan para el centro de Badalona, que ha sufrido un sinfín de vaivenes políticos desde que hace diez años Govern y ayuntamiento firmaron un acuerdo para ubicarlo en la CACI, continúa a día de hoy paralizado. La Generalitat, que no ha invertido ni un euro de los ocho millones pactados, pide consenso de los partidos que forman el gobierno municipal. Y el consistorio de Badalona, que en su día sí cumplió su parte (destinar 3,4 millones a la adecuación del edificio público), aprobó sin votos en contra una moción en el último pleno antes de las elecciones para retomar el proyecto y reclamar al Govern el dinero acordado.     

De Apel·les Mestres a Paco Roca

Por ahora, Baena y Villanueva, al margen de un primer contacto con la Generalitat, han firmado un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de Sant Cugat. Los dos coleccionistas recorren las salas de las dos plantas que acogen la detallada exposición permanente, comentando algunas de las 700 piezas (entre originales y publicaciones) que la componen y que explican de forma cronológica la historia, la evolución y la diversidad de géneros del cómic publicado en España entre 1865 y el 2000: desde el primer tebeo, ‘En caricatura’, pasando por una jugosa selección de obras de Apel·les Mestres, Opisso, Lola Anglada... de inicios del siglo XX, hasta el final del recorrido, con recientes originales de Carlos Giménez, Paco Roca o Rubén Pellejero.  

En el tercer piso está la sala de actos para charlas, presentaciones o talleres, una comicteca y, sobre todo, la exposición temporal: la primera, dedicada a Francisco Ibáñez la inaugurarán en septiembre. 

Baena, experto y divulgador de la cultura popular y autor de varios ensayos, el último ‘Tebeos de cine’ (Trilita 2017), y Villanueva, el auténtico mecenas del proyecto, para el que se ha creado una fundación, aportan el 80% de las piezas expuestas de su propia colección (entre los dos atesoran unos 20.000 ejemplares y unos 2.000 originales). Otra parte de la muestra permanente proviene del también coleccionista José María Delhom y están abiertos a préstamos, cesiones y colaboraciones con particulares y otros centros cara a las temporales, comentan frente a ejemplares de ‘Pinocho’, ‘Sigronet’ o ‘Pocholo’ del primer tercio del siglo XX, antes de pasar al espacio de los años 40, con el primer Coll en el ‘TBO’, revistas como ‘Pulgarcito’, ‘Florita’ o ‘Jaimito’, series como ‘Roberto Alcázar y Pedrín’ y ‘El hombre enmascarado’, o curiosidades como un ‘mandrake’ original de Phil Davis junto a un ejemplar de la historieta, que aquí se publicó como Merlín el Mago.  

“Nuestro objetivo ha sido construir este espacio de memoria donde recuperar, restaurar, catalogar, preservar y catalogar el patrimonio que representa el arte del cómic, a sus autores, su obra, las publicaciones que ayudaron a su difusión... Poner en valor este medio de expresión, de indiscutible importancia cultural, artística, social e histórica, para que la gente pueda verlo y disfrutarlo. ¿De qué sirve guardarlo en un cajón sin nadie que pueda apreciarlo?”, opinan ante varias portadas de ‘DDT’ de los años 50 frente a los originales de Cifré, Peñarroya, Gin..., reproducciones de <strong>The Spirit</strong>, el Ibáñez pre-Bruguera de ‘La Risa’, ejemplares de ‘Mary Noticias’, ‘Hazañas bélicas’, un <strong>‘Tintín’</strong> o ejemplos de un <strong>‘Capitán Trueno’ antes y después de la censura</strong>, en el que desaparecen por arte de magia del lápiz rojo unos cuerpos torturados. 

“Es muy difícil que una institución o un patrocinador subvencione un proyecto cuando solo puedes enseñarles una carpeta con tu idea, por muy completo y preparado que lo lleves. Aunque nos haya costado, preferimos hacer la inversión sin subvenciones y ahora, con las puertas abiertas y el resultado visible, buscaremos ayudas y espónsors, porque sabemos que lo más difícil es mantener el museo en marcha, rentable y sostenible”, avanza Baena tras llegar a la zona de ‘los 70 y más’, con Purita CamposEnric Sió, el Torpedo de Bernet Sánchez Abulío el 'boom' de las revistas en los 80 con ‘El Víbora’ o ‘1984’. Porque más allá de la oferta expositiva, que busca atraer a todo tipo de público, “heterogéneo y transversal”, son conscientes de que deben acompañarla de un amplio y diverso calendario de actividades. El museo debe mantenerse vivo.