CRÍTICA DE CINE

'Silvio (y los otros)': Sorrentino+Berlusconi: el exceso

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Silvio (y los otros)' (2018)

Tráiler de 'Silvio (y los otros)' (2018) / periodico

Quim Casas

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Paolo Sorrentino y Toni Servillo forman una pareja incombustible. El actor ha intervenido en seis de los nueve largometrajes del director, entre ellos el más reconocido, 'La gran belleza', y, sobre todo, 'Il divo', particular aproximación al controvertido político italiano Giulio Andreotti realizada hace 10 años. Sorrentino y Servillo vuelven a la agitada vida política de su país a partir de otro personaje si no tan controvertido como Andreotti, igual de polémico: Silvio Berlusconi.

De hecho, 'Silvio (y los otros)' no es un largometraje en el sentido estricto, sino una reducción a 150 minutos del proyecto original, un filme en dos partes, 'Loro 1' y 'Loro 2', con un metraje de 204 minutos. Casi una hora se ha perdido en la condensación, y se nota en partes demasiado atropelladas y otras casi imperceptibles frente a situaciones alargadas en demasía. Si tuvo armonía, algo discutible en un cineasta tan abigarrado e histriónico como Sorrentino, parte de ella se ha diluido en el camino.

Berlusconi tarda en aparecer y la interpretación de Servillo lo ridiculiza en exceso: por sí mismo ya llegó a ser una caricatura. La tendencia al exceso de Sorrentino no es óbice para esas 'set piece' características del director, hipnóticas y sugerentes, aunque también desaforadas (las fiestas a cámara lenta); para esas imágenes y situaciones que funcionan por sí solas, caso del arranque con la oveja y el aire acondicionado, o la triste secuencia de Berlusconi con la única joven que parece no interesarse en él y le dice que su aliento le recuerda al de su abuelo.

El cine de Sorrentino es como un lote que se compra entero, para lo bueno y para lo malo. 'Silvio (y los otros)' no es tan recargada como 'La gran belleza', pero carece de esos momentos tan desbordantes y desbordados que han encumbrado al cineasta italiano.