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El Museu del Disseny recupera anuncios de la primera mitad del siglo XX

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Eduardo de Vicente

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La publicidad, lo queramos o no, ya forma parte inseparable de nuestras vidas, estemos donde estemos recibimos miles de impactos y se ha convertido en una especie de Gran Hermano que decide lo que consumimos. Pero no siempre fue así, también hubo una época en la que se hizo mayor de edad y empezó a crecer artística y exponencialmente. Los expertos sitúan el despegue de la publicidad comercial en el último tercio del siglo XIX coincidiendo con la organización de la Exposición Universal de Barcelona de 1888. El Museu del Disseny repasa ahora en una muestra las obras surgidas a partir de entonces y hasta mediados del siglo XX. Se titula El boom de la publicitat y reúne anuncios en hojalata, cartón y azulejos desde 1890 hasta 1950.El boom de la publicitat

Los elementos que se pueden ver estaban en los mostradores, escaparates, fachadas o calles de las ciudades y, en muchos casos, eran realizados por auténticos artistas de distintas especialidades que, más tarde, alcanzarían relevancia. El primer rincón está dedicado a los soportes publicitarios ejemplificados por anuncios del ron Negrita en los tres elementos (hojalata, cartón y azulejos) en formas bi o tridimensionales desde 1910 hasta 1950 y siempre con una imagen icónica, la mujer negra con el pañuelo en la cabeza y la botella en una bandeja o entre las manos.

Los colores y la alimentación

La segunda área se destina al triunfo de la imagen en colores, la cromolitrografía, que facilitaba que los reclamos fueran en colores y alcanzaran una luminosidad jamás vista. Entre los elementos que pueden verse figura un calendario ¡de 1923! o dos ejemplos del trabajo de Pere Casas fuertemente influenciado por la bohemia francesa de Toulouse-Lautrec y sus amigos. Igualmente se proyecta un cortometraje sobre la importancia de este cambio técnico.

El siguiente apartado se ocupa de los productos de alimentación y es uno de los que provoca mayor nostalgia. Allí encontramos leche condensada El Niño, un cartel en relieve de los chocolates Uña (¡vaya nombre para un dulce!, ¿no?), el Nescao y Chocolates Bilbaínos con retratos femeninos que parecen inspirados en las estrellas de Hollywood o marcas que aún sigue vivas como La Lechera, Maizena (“alimento para niños robustos”)  o los chocolates Ametller que siguen manténiendose fieles a esa estética noucentista.

Bebidas y anuncios de cartón

Las bebidas también tienen su espacio desde el logo del “champagne” Freixenet que ha llegado hasta nuestro días a Codorniu que asegura ser “proveedor efectivo de los reyes de España” (los de 1910, claro), el Anis del Tigre o uno que hoy sería políticamente muy incorrecto. Atención al eslogan: “Los sanos, los tuertos, los calvos, los cojos, todos beben Anisado El Gordo. Y lo beben con fervor e insistencia loca, que de Navidad el Gordo, al que más lo bebe toca”.  Pero es que antes también se anunciaba el papel de fumar, casi siempre con rostros femeninos como el Zigzag o el Jean de París, e incluso Tupinamba (sí, papel, no café).

En la parte central de la sala pueden verse múltiples show cards (carteles de cartón recortado), que venden la malta como el mejor sustituto del café, las galletas Birba o Fontaneda, el Phoscao, un almacén de bacalao, jabones, el mítico Norit pero con la imagen de una mujer, no con el borreguito, una enfermera que vende el matarratas Cruz Verde, un hombre orgulloso con sus neumáticos Firestone, el linimento Sloan para el trabajo, el hogar y el deporte, las pastillas Klam para la tos, un purgante a base de azúcar de plátano o una pin-up anunciando un zumo de naranja.

Cosmética y azulejos

Los perfumes, cosmética y salud ofrecen dibujos de mujeres y hombres elegantes como en Tentación, de Parera, y las mejores frases: con Jugo de Oro “obtendrá un cabello rubio como el oro”, “La pasta Dens convierte los dientes en perlas”, pero también están los lithines, los supositorios de glicerina o el vino de vial que combate “la anemia y la pérdida de apetito y fuerzas”. Los seguros están encabezados por un mural del Banco Central que estimula el ahorro con una hucha y unos niños mientras que Droguería contiene la icónica imagen del hombre de Netol presente en el cartel de la exposición.

Uno de los apartados más vistosos es el dedicado a los azulejos y cerámicas, en su mayor parte fabricados en Valencia por Francisco Lahuerta. Saltamos del digestivo Fernet Branca a una fábrica de corsés pasando por un balneario de aguas termales o el nostálgico anuncio de La Voz de su Amo, con el perrito y el gramófono para culminar con un panel grande del propio Lahuerta.

La industria y la moda

Los últimos espacios están dedicados a la industria donde se anuncian las máquinas de coser Singer, los neumáticos Michelín o las navajas Alla Batista, uno de los pocos en catalán (1932), el Nitrato de Chile, un calendario de 1927 con dos payeses con cestos y la frase “mis gallinas ponen mucho más” o “Lea ABC en toda España “. Finalmente el sector de la moda ofrece estilizadas modelos femeninas para vender vestidos, abanicos o el cuello ruso y una sastrería se vende con una antigua imagen de dos niños y un loro bastante pasada de moda.

Un paseo por la historia de la publicidad a través de sus imágenes, la mayoría olvidadas pero con una deliciosa estética y un regusto nostálgico que nos hará transportarnos a aquella época. Y también esbozar alguna sonrisa con sus lemas, que hoy nos pueden parecer del Jurásico. Una exposición muy atractiva para pasar un rato agradable y dejarnos llevar en un viaje por el tiempo.