EL PLAN CULTURAL PARA HOY

Un homenaje al trabajo de los fotógrafos

La veterana Agnès Varda y el artista callejero JR dirigen un documental delicioso: 'Caras y lugares'

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Eduardo de Vicente

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El trabajo de los fotógrafos ha sido, a menudo, infravalorado. Son artistas que, con su cámara, retratan un instante, un paisaje, una expresión y, con ellos, ofrecen una mirada singular y muy particular del mundo. Alguien tenía que reivindicar su labor y ese alguien ha sido la veterana Agnès Varda que, en complicidad con el artista callejero francés JR, ha tejido una deliciosa película que homenajea a esta sufrida profesión.

Se titula Caras y lugares, siendo así más o menos fiel al original (Visages, villages) pero menos sonoro. Incluso la traducción inglesa ha intentado conservar el juego de palabras (Faces, places), algo que no han conseguido en castellano. Fue rodada mediante un crowfunding, con la aportación solidaria de un montón de voluntarios a quienes agradecen su apoyo publicando sus nombres en los créditos iniciales.

Su trama es muy sencilla, ambos directores se convierten en guías de un viaje por pueblecitos franceses en los que hacen fotografías de los vecinos, las enganchan en las paredes y las convierten en murales de grandes dimensiones al aire libre. Las fotos que hacen son siempre en blanco y negro, lo que da una fuerza muy particular a las fachadas. Son visualmente muy impactantes, pequeñas grandes obras, en muchos casos, perecederas. Sus modelos son siempre gente anónima, humilde y pintoresca, desde un ganadero solitario hasta una mujer que se resiste a abandonar su vivienda frente a la presión inmobiliaria. Para entendernos, el resultado es similar al que ha utilizado Jordi Évole en su nuevo programa televisivo, Bienvenidas al norte, para presentar a las mujeres protagonistas. No se marcaron un itinerario ni unos personajes preestablecidos, iban improvisando, lo que la convierte en una película fresca, natural, espontánea y muy muy cercana a la gente, jugando continuamente con la complicidad del espectador.

Varda es conocida en el mundo del cine por sus películas de ficción como Cléo de 5 a 7 o Sin techo ni ley y, en los últimos años, por documentales como Los espigadores y la espigadora. Además fue la esposa de Jacques Demy, el gran revitalizador del musical en Francia con Los paraguas de Cherburgo y Las señoritas de Rochefort. Resulta especialmente divertido el contraste con su colega, JR. Ambos comparten su pasión por la fotografía, pero ella es una anciana de 88 años muy especial, que lleva el pelo teñido de dos colores (parece que lleve una gorra) y es muy bajita, lo que la hace parecer un duende, mientras que él es un tipo treintañero alto y delgado siempre escondido tras sus gafas de sol y siempre con sombrero. Por todo ello es fácil relacionarlos con un Don Quijote puesto al día y un Sancho Panza femenino.

Este original proyecto consiguió una candidatura al Oscar en la categoría de mejor documental, no se lo llevó, pero fue galardonado con una estatuilla honorífica y la cineasta se convirtió en la persona de más edad en ser nominada (tenía ya 89 años cuando recibió este honor). La película logra comunicar con el espectador de una forma mágica, con sencillez y humildad hasta el punto que desearías ser uno de esos personajes que han tenido la suerte de pasar con ellos unos días. Una miniatura, una pequeña obra de arte con momentos enternecedores que no hay que dejar escapar.