ENTREVISTA

Pablo López: "Soy intenso desde que me levanto para hacerme el café"

El cantante y pianista presenta en el Liceu su tercer disco, 'Camino, fuego y libertad'

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zentauroepp41527992 barcelona 08 01 2018 el cantante pablo lopez antes de su co180426193455 / FERRAN SENDRA

Jordi Bianciotto

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Año de tiros largos para Pablo López, que afronta una gira con paradas en escenarios como el Liceu, este viernes (Suite Festival), y el Palau Sant Jordi (15 de diciembre). Hablamos con el cantante y pianista malagueño, que presenta su tercer disco, ‘Camino, fuego y libertad’.

¿Una obra que habla de aprendizaje vital?

Sí, y es un riesgo, porque uno no debería expresar de una manera tan desnuda lo que está descubriendo, como si fuera un niño cuando ya tiene 33 años. Pero tengas la edad que tengas estás constantemente aprendiendo.

¿Tiene la sensación de que su edad no se corresponde con su punto de madurez?

La edad es un número que nos marca, pero para algunas cosas creo que tengo 80 años y para otras, que no supero los 15. Eso a veces me compensa y otras me trastoca un poco. Pero casi nadie está a la par con la edad que tiene.

"La edad marca, pero para algunas cosas creo que tengo 80 años y para otras, que no supero los 15"

¿Estamos ante un disco pos-divorcio, de ruptura sentimental?

Quizá más bien un disco de ruptura con muchos fantasmas propios. Eso seguro.

Con un repertorio que sigue un trayecto y concluye en el ideal de la libertad.

Sí, comencé a escribir pensando en las situaciones que me habían removido para empezar a caminar. Luego me detuve en los pormenores del revuelo que es vivir, con las ramas dándote fuerte en la cara, y finalmente aparece la búsqueda de la verdadera libertad, que para mí es la fidelidad a uno mismo.

Hay mucha intensidad en su música, tanto en los textos como en la instrumentación y en su modo de cantar.

Toda, toda. Si alguien me tacha de intenso le daré toda la razón. Me perdono a mí mismo porque no lo he hecho con una intención pretenciosa, sino que últimamente soy intenso desde que me levanto por la mañana y me hago el café, y estoy haciendo las tostadas con intensidad, y yendo a comprar pescado al mercado con intensidad… Y si quería ser honesto, tenía que escribir con intensidad.

¿Cómo podemos saber si lo que expresa es real y no una proyección de cómo le gustaría que lo viéramos?

Lo que me pone más contento es que, en canciones como ‘El patio’, casi nadie se interesa excesivamente de lo que estoy contando, sino que me escuchan y hacen suya la historia. No tiene nada que ver con la extravagancia de la vida del músico, sino con lo más profundo de un ser humano, del miedo, de saber que te has equivocado… Cosas que nos pasan a todos.

¿Se plantea en la actualidad por qué hace música?

No, es la época en que menos dudas tengo. Estoy abandonado a querer tocar y a hablar de una manera vehemente y constante. Me lo dijo hace poco un compañero de la música: “Bienvenido, porque te has abandonado a tu destino de músico”.

Suena un poco fatalista.

Yo lo entiendo como un destino. Si luchar contra una corriente inevitable te deja exhausto, mejor. Deja que te lleve la corriente: tragarás un poco de agua, te darás contra una roca, pero estarás donde tienes que estar.

En su música hay un interiorismo propio de la canción de autor y a la vez un tacto de superproducción de rock. ¿Vienen de ahí sus referentes?

Sí, ayer, en casa, vacié el salón porque me iban a traer un piano que me he regalado, y para llenar aquel espacio puse a Silvio Rodríguez y a Pink Floyd. No quería escuchar nada nuevo, recurrí a ellos como mi casa. Y, salvando la infinita distancia, más que deberles algo, les robo. A ellos y a Paul McCartney, Billy Joel, Queen, Supertramp…, y luego a Silvio, Serrat, Sabina, Drexler, Fito Paez… Son a los que más balones les robo.

El piano se asocia al intimismo y a cierto aislamiento, ¿pero disfruta como artista de escenario, como ‘showman’?

Disfruto de compartir, sí. Nunca he ido al cine solo, ni he viajado solo…

El teclado puede ser una barrera con el público.

Sí, pero se ha convertido en mi socio. Hice unos conciertos con Jamie Cullum y cuando se subía al piano pensaba: “será cabrón, se lo va a cargar…”. Y hablando con él me dijo que tener respeto al piano era tocarlo mucho y tener contacto físico.

¿Le interesa Rufus Wainwright?

Guau… Comencé a escucharlo gracias a Kim Fanlo, mi productor. Una vez, en una cola del control de inmigración, en Estados Unidos, estaba escuchando ‘Going to a town’ con los cascos puestos y me temo que canté demasiado alto aquello de “I’m so tired of America” (“Estoy cansado de América”) en un momento que era delicado. Me parece un seductor tremendo y estoy loco por verlo en directo.

Parte de su nuevo disco se ha grabado en Abbey Road. ¿Sintió que le transmitían algo aquellas paredes?

Sin duda, pero ese fantasma de Abbey Road se quedó en el subconsciente. Todos los días, de diez a ocho, las diez horas que teníamos de estudio, mi propósito era hacer música. Eso sí, al terminar me ponía a llorar: “madre del amor hermoso, dónde estoy…”

Los álbumes clásicos que se grabaron allí, de los Beatles o de Pink Floyd, desprenden un aura, no son solo colecciones de canciones.

Eso es, aunque ahora puedas coger ‘Money’ y separarla, yo me imagino el disco como un todo. Me han dicho muchas veces que ya no tiene sentido hacer álbumes, porque ahora la gente escucha canciones en modo aleatorio. Y yo mismo lo hago, a ver qué me sorprende. Pero le quise dar un motivo a este disco, y por eso todas las canciones se titulan con un artículo y un sustantivo, y hay tres movimientos, y las piezas están empalmadas. Porque ahora por culpa de lo digital no puedes escuchar las canciones de ‘The dark side of the moon’ de un tirón, como en los vinilos, hay un corte siempre entre ellas.

"He perdido la perspectiva de lo que es comercial, lo cual es divertido, porque te libera de un montón de aranceles"

¿Es de los que se indignan cuando ve la lista de ventas?

No, no me indigna nada. Y si alguien se indigna, lo más fácil es decirle: si no te gusta, no lo consumas. Y he perdido la perspectiva de lo que es comercial, lo cual es divertido, porque te libera de un montón de aranceles. Pero no sé cuál es la llave que abre la puerta de la comercialidad.

Se supone que está en la categoría del ‘mainstream’ español.

Se supone… (ríe) Un colega me decía el otro día que “el ‘indie’ es más ‘mainstream’ que el ‘mainstream’”. Pero cada vez discuto menos y converso más, y aunque tengo que defenderme a veces de gente con prejuicios, ya no me ofende que se me meta en un saco u otro. Nunca he sentido presión por estar en una multinacional, sino apoyo con talento por parte de la gente que trabaja allí. Ni siquiera conozco a ningún ejecutivo. Nunca me he sentado con un tipo con traje y corbata.

¿Se siente una figura atípica en nuestro ‘star system’?

Me considero bastante autónomo. Uno de los tipos a la vez valientes y raros que conozco es Alejandro Sanz, a quien la gente considerará ‘mainstream’. Si te paras a leer un texto suyo, a observar la estructura de sus canciones, donde no hay un estribillo igual que el otro…, me parece más raro que la mayoría de canciones que se consideran ‘indie’.

"A Alejandro Sanz se le considera 'mainstream', pero sus canciones son más extrañas que la mayoría de las del 'indie'"

Alejandro Sanz, como Pablo Alborán, cantan con un deje aflamencado que conecta con una sensibilidad española media. No es su caso, pese a ser malagueño.

La verdad es que no. El flamenco tan solo lo escucho de una manera profunda desde hace un año. Pablo, que es muy amigo mío, es probablemente la persona que más me ha impactado cantando: un acabado perfecto, una textura, la técnica, la respiración… Él a veces se asusta cuando me ve romperme al cantar, pero eso refleja mi forma de vida.

Esta gira será la más contundente de su historial. Incluye el Palau Sant Jordi, en el que actuó hace diez años con la tropa de ‘O. T.’ ¿En otra vida?

Sí, otra vida y que no me pertenece. Ese día, una marca por mi parte absolutamente respetable, llamada ‘O. T.’, hizo un concierto en el Sant Jordi y lo petó, pero no fui yo.

Antes, este viernes, otro debut, en el Liceu.

Con el Liceu, igual: estuve una vez cantando ‘Mi enemigo’ en un piano de cola en los premios Ondas. Era el día en que ganó Trump las elecciones y la toqué con unas ganas... Pero será mi primera vez con un concierto mío. Tocar en el Liceu, después de que se agotaran tan rápido las entradas, será una de mis experiencias más grandes. Los escenarios, los teatros, los auditorios..., me obsesionan. Me parecen el parque de atracciones más divertido que hay en el planeta.