El dulce éxito de 'Una pastelería en Tokio'

Fotograma de la película 'Una pastelería en Tokio'

Fotograma de la película 'Una pastelería en Tokio' / periodico

OLGA PEREDA / MADRID

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Es una película japonesa en la que pasan pocas cosas. Es pequeña, humilde y lenta. Habla de la enfermedad, la soledad y los prejuicios. No tiene estrellas en el reparto y tampoco una potente maquinaria publicitaria detrás. Es, sin embargo, el gran éxito de la temporada. Con más de 120.000 espectadores<strong>'Una pastelería en Tokio'</strong> ha conseguido una taquilla superior a los 730.000 euros, todo un hito teniendo en cuenta que cuando una película independiente sobrepasa los 200.000 euros ya se considera un exitazo. El último y tierno trabajo de la directora <strong>Naomi Kawase</strong> lleva en los cines desde el 6 de noviembre y ahí tiene pensado quedarse hasta que los espectadores lo decidan. Ya tenemos el 'sleeper' (durmiente, en su traducción literal) del año: una película minúscula que consigue hacerse fuerte en la cartelera. ¿Por casualidad? No.

Naomi Kawase nunca había metido muchos espectadores en un cine español. 'El bosque del luto' (2007) fue vista por 8.500 personas mientras que 'Aguas tranquilas' (2015) tuvo una acogida mayor pero no para echar cohetes: 15.000. 'Una pastelería en Tokio' estuvo presente en el mayor festival de cine del mundo: Cannes. Pero no en la sección oficial sino en una paralela ('Una cierta mirada'). La película no se titulaba así. Se llamaba 'An', nombre de la pasta de judías que se utiliza para los 'dorayakis', dulces japoneses. La protagonista es una anciana con problemas de salud que, sin embargo, es una 'crack' elaborando la pasta de judías, a la que dedica tanto tiempo y mimo como si de un bebé se tratara. Tan deliciosa es su pasta que consigue que el solitario encargado de un puesto callejero de 'dorayakis' la contrate a pesar de que sus manos (retorcidas por la enfermedad) despiertan sospechas y prejuicios entre la clientela y la dueña del puesto.

Enrique González Kühn, director general de la distribuidora Caramel Films, compró el filme cuando lo vio en Cannes. Sabía que Kawase no era una directora que arrasara precisamente en taquilla. Pero confío en la película. "Habla de los pequeños placeres de la vida. También de la comida y eso es importante porque estamos en un momento en el que hay mil programas de televisión de cocina. Otro tema que trata es la naturaleza, algo que siempre atrae a los espectadores. Y, además, está dirigida por una mujer. Cuando la estrenamos, el 6 de noviembre, solo había películas de hombres en la cartelera: 'Truman', 'Spectre', 'El clan'…", explica González Kühn. El olfato le dijo que sí, que la cinta podría funcionar en España. Especialmente, entre el público maduro y femenino (el que sostiene las salas). Una vez comprada, Caramel empezó a trabajar la película.

CAMBIO DE TÍTULO

Para empezar, le cambiaron el título. Tras mil vueltas, parieron 'Una pastelería en Tokio', frase que sugiere placeres como viajar y comer. En la distribuidora también se trabajó mucho el cartel y el tráiler, que empezó a emitirse en cines para ir abriendo boca a los espectadores. "El título, el cartel y el tráiler son elementos fundamentales. Son la carta de presentación de una película de la que, a priori, el público sabe poco. Hay que prepararlo todo con mucha antelación. Tenemos que ir vendiendo la historia al espectador, conseguir llamar su atención", subraya el distribuidor.

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Tres festivales españoles de cine reclamaron la presencia de 'Una pastelería en Tokio': San Sebastián, la Seminci de Valladolid y Gijón. Caramel optó por el segundo. “San Sebastián no nos ofreció sección oficial sino una paralela, Culinary, y sabíamos que pasaría desapercibida en prensa y público. Gijón se celebra en diciembre y nosotros queríamos estrenar en noviembre, así que apostamos por Valladolid”, añade el director general de Caramel.

VIAJE DE KAWASE A ESPAÑA

Traer a España a Naomi Kawase (una directora que viaja muy poco) era otro de los retos. En el festival de Toronto, González Kühn (esto sí que fue por casualidad) coincidió en una cena con el productor de la cinta. Hubo complicidad y buen rollo, así que al día siguiente, el distribuidor desayunó con Kawase. "Ella no habla inglés ni francés y yo no hablo japonés. No sé ni qué nos dijimos, pero lo único que sé es que hubo muchos abrazos en ese encuentro. Salió redondo, la directora nos aprobó viajar a Valladolid", recuerda. La presencia de la japonesa en el festival atrajo a los periodistas, que, sin ella, no hubieran hablado tanto de la película en sus crónicas.

EN 'SÁLVAME'

A la hora de estrenar el filme, Caramel que mandó 'dorayakis' hasta a los tertulianos de 'Sálvame' (Tele 5)- lo hizo a lo grande para ser una cinta pequeña: 39 copias. Estaban algo asustados porque no había disponible una copia doblada en el centro de Madrid. Al final, el cine Palafox optó por programar 'Una pastelería en Tokio' en lugar de 'Spectre', la última de James Bond. Casualidades (o no) del cine, fue la sala que más dinero recaudó de toda España ese fin de semana.

El boca oreja hizo el resto. 'Una pastelería en Tokio' -que a pesar de hablar de cosas duras, es una amable y tierna historia que invita al entusiasmo- es la película más exitosa de la distribuidora Caramel, que en sus dos años de vida ha tenido otros triunfos como 'La sal de la tierra' (732.000 euros), 'Viva la libertà' (700.000 euros) e 'Ida' (584.000 euros). Las cifras del filme de Kawase son tan buenas que, por primera vez, distribuidores de varios países están llamando a Caramel para preguntarles qué han hecho con la película. Y cómo. 

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