Dibujar la historia

Víctor Hurtado se plantea el reto de explicar el pasado a través de cientos de mapas en el 'Atles manual d'història de Catalunya'

DESDE LOS INICIOS 3 Mapa del conjunto del territorio de Barcelona, con una red viaria que prefigura la actual (izquierda) y la Empúries del siglo I a. C.

DESDE LOS INICIOS 3 Mapa del conjunto del territorio de Barcelona, con una red viaria que prefigura la actual (izquierda) y la Empúries del siglo I a. C.

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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El economista e historiador Víctor Hurtado (México, 1948) lleva años dibujando la historia: ha estado detrás de numerosas publicaciones de Edicions 62 y Vicens Vives, de la insensata empresa de publicar los atlas de cada uno de los condados de la Catalunya carolingia (Rafael Dalmau Editor) y de la revolucionaria serie de atlas sobre la guerra civil de Edicions Dau. «Ahora ya tenía material para hacer una historia de Catalunya total. 1714 y la Guerra dels Segadors -explica- ya los he hecho en mapa, en póster, en color y en blanco y negro... Y no quería hacer otra vez lo mismo».

El editor Rafael Dalmau acaba de poner en marcha el proyecto: un Atles Manual d'Història de Catalunya del que se ha publicado el primer volumen (207 mapas y planos, desde el paleolítico hasta la unión con Aragón) de los tres o cuatro de que constará la obra.

Hay historiadores que se explican dibujando tanto como escribiendo (como Vicens Vives) y otros que solo se fían de la palabra escrita, como Josep Fontana. Hurtado está con los primeros (en este caso, los textos son los apoyos de los mapas, y juntos forman una obra que se puede leer como un relato). Su interés por la cartografía tiene un primer motivo: «Explico la historia a través del territorio. Es lo que prima. Por qué las invasiones van por unos caminos y no por otros, por qué las fronteras son las que son y no otras...» Hablando de fronteras: uno de los méritos del trabajo de Hurtado es olvidarse de los límites administrativos para situar los acontecimientos en el ámbito que corresponde: Catalunya como un elemento más del reino franco, o un territorio en relación con todo el arco mediterráneo, desde Italia hasta Andalucía, o como una pieza en el equilibrio entre los reinos hispánicos y Al Ándalus, o de la partida de ajedrez Barcelona-Tolosa por dominar el sur de Francia...

«Hay una tendencia -argumenta- a hacer un enfoque estrictamente peninsular, cuando el sur de Francia es tan importante». Las tierras musulmanas tienen en el trabajo un peso mayor del habitual: cartografiar los dominios islámicos del valle del Ebro, de Nájera hasta Tortosa, explicar cómo el inmenso campamento militar de Balaguer detuvo tan eficazmente a los critianos o cómo el conde de Barcelona vivió durante un largo periodo del  oro andalusí no han sido uno de los retos más fáciles.

La frontera

Hay fenómenos económicos casi imposibles de plasmar gráficamente: pero, por ejemplo, la sucesión de mapas que registra la carrera entre aragoneses y catalanes para tomar Lleida, dominar el Cinca y el Ebro y desde allí llegar al mar explica de una manera ejemplar quién tenía la paella por el mango en la Corona de Aragón y por qué, por ejemplo, en Tamarit y Fraga se habla catalán (y en Monzón y Binéfar no). El nivel de detalle al que ha llegado su autor dibuja algunos episodios como el reparto de Tortosa, una joint venture con Génova para compartir un puerto en que a los italianos les correspondía un tercio (que Berenguer IV recompró; la política feudal, demasiado a menudo se olvida, se parecería hoy más a una OPA entre empresas del Ibex o a una lucha de territorios entre narcos que a una Via Catalana).