LA 67ª EDICIÓN DE LA MOSTRA

Venecia premia la visión tragicómica de Álex de la Iglesia

De la Iglesia, arrodillado, agradece el premio al jurado, con Tarantino en el centro.

De la Iglesia, arrodillado, agradece el premio al jurado, con Tarantino en el centro.

NANDO SALVÀ / Venecia

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Generalmente, un río no suena a menos que lleve agua. Desde hace días, en muchas conversaciones de pasillo se venía comentando que a Quentin Tarantino, presidente del jurado de la 67ª edición de la Mostra de Venecia, le chiflaba Balada triste de trompeta; que en la première del filme, al final de la proyección, había aplaudido a rabiar y aullado de placer; que alguien lo había visto fundirse con Álex de la Iglesia en un efusivo abrazo de oso. Ayer, gracias a su particular meditación sobre el franquismo en forma de grotesco triángulo amoroso entre dos payasos y una trapecista, De la Iglesia obtuvo dos premios: mejor guión y el León de Plata al mejor director. El río iba hasta arriba de agua. «No me esperaba guión ni dirección. Me hace una ilusión increíble, sobre todo por lo buenas que eran el resto de las películas», aseguró el cineasta. Estos galardones, añadió, muestran que el cine español «no está tan mal» como dicen.

Que el León de Oro fuera a parar a Sofia Coppola no entraba en las quinielas, pero no sorprende. Somewhere es el tipo de película que se beneficia de los jurados de composición heterogénea como el que ha valorado esta competición, porque tiene algo que ofrecer a cada perfil de juez: está poblada por personajes que tratan desesperadamente de conectar entre sí, como los del cine de Guillermo Arriaga; posee una sutileza dramática que el francés Arnaud Desplechin habrá sabido apreciar; ofrece una mirada distinta al universo hollywoodiense, que tan bien conoce Tarantino.

CONSENSO POR 'SOMEWHERE' / A diferencia de varias de las mejores películas vistas en el concurso -como el wéstern Meek's Cutoff o Post mortem, devastadora mirada al golpe de Estado contra Allende, que poseen el tipo de rigor y austeridad formales y de severidad dramática que complace a cinéfilos de línea dura pero puede resultar hostil al resto-, Somewhere estimula el consenso. La decisión de premiarla, dijo ayer Tarantino, fue unánime.

Parece improbable que ese mismo haya sido el caso de Balada triste de trompeta. Probablemente, las discusiones entre los jueces sobre esta particularísima tragicomedia hayan reproducido las que, desde la presentación del filme el pasado martes, han partido por la mitad a la crítica internacional entre quienes se sienten absorbidos y quienes se sienten simplemente confundidos por su caótica narración. Es a causa de ella que, aunque la presencia de De la Iglesia en el palmarés se daba por hecha, resulta chocante que su guión, el primero que firma en solitario, resultara premiado.

'ESSENTIAL KILLING' / Tan contento como el director vasco estará el maestro polaco Jerzy Skolimowski, ya que su thriller Essential killing también hizo doblete, al llevarse el Premio Especial del Jurado, considerado el segundo galardón en importancia, y el premio a la interpretación masculina para Vincent Gallo. El actor, extraordinario en la piel de un talibán a la fuga obligado a matar para sobrevivir, no acudió a recoger su Copa Volpi. La griega Ariane Labed fue considerada mejor actriz por su trabajo en Attenberg.

En general, pocas pegas pueden ponérsele al reparto de premios, a pesar de que buena parte de las quinielas hubieran ido por otro lado. Eso significa que existían varios candidatos válidos para cada galardón. Eso significa buen cine. Que la competición fuera claramente de más a menos no resta valor a las decisiones tomadas por el comité de selección al elaborarla. Es la primera vez en muchos años que puede decirse eso de la Mostra.

Marco Müller, su director, abandonará el cargo el año que viene tras una discutidísima gestión marcada por las prácticas napoleónicas. Si en la 68ª edición muestra el mismo buen ojo con las películas y además logra que las proyecciones empiecen a su hora, que la conexión a internet funcione como Dios manda y que el festival no se paralice cada vez que llueve, tal vez incluso pueda irse con la cabeza bien alta.