ANTIRROBO DE PEGA

Las placas de alarma falsas se hacen un hueco en el mercado de internet

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Alexander García Galisteo

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"Es una forma de hacer que se lo piensen dos veces", dice J. M. "Yo llevo un par de años con ellos puestos, por precaución más que nada. Son la primera barrera ante el robo", comenta T. G. Ambos prefieren mantener el anonimato porque "los ladrones también leen periódicos". Confiesan que se consideraban una ‘rara avis’ al principio, pero que ahora son conscientes de que forman parte de "un movimiento social" que está creando tendencia de una forma sencilla y perspicaz: usar carteles de alarma disuasorios sin ni siquiera tener una alarma instalada. Lo que en el póker se conoce como "ir de farol". Hacen creer al ladrón que su vivienda o local está protegido, pero en realidad no lo está.

En internet proliferan decenas de anuncios de este tipo, en los que se venden placas y pegatinas que alertan sobre una zona de videovigilancia conectada a una alarma. Hacerse con ellas es sumamente fácil y económico. El precio oscila entre los 5 y 20 euros, y plataformas online como Ebay, Milanuncios y Wallapop, no dejan de incluir ofertas un día tras otro.

Sin embargo, los entresijos del asunto esconden ciertas irregularidades que pueden llegar a ser ilegalidades en más de un caso. Muchos carteles que están en venta son originales de empresas de seguridad privada que no han dado su consentimiento para que se comercie con placas que llevan su logotipo. Otras pegatinas son calcadas a las originales.

Usurpación de la identidad

 "Los carteles son propiedad de la compañía, y está prohibida expresamente la venta y distribución de los mismos", advierte una representante del departamento de comunicación de Securitas Direct, Jennifer López, quien señala que esta cláusula se especifica detalladamente en los contratos que firman los clientes. La empresa de seguridad sueca, una de las principales afectadas –junto a Prosegur– por la venta de carteles "disuasorios", es plenamente consciente del uso fraudulento que se hace de la marca. "Monitorizamos de forma constante nuestros activos, y en cuanto se activa la alerta de una posible venta irregular de estos carteles u otros productos, enviamos un requerimiento a la plataforma en cuestión instándole a retirar el anuncio con carácter urgente", explica López.

Pero a pesar del protocolo de actuación de las empresas de seguridad, muchos de estos anuncios siguen a la vista en el mercadillo ambulante de internet. EL PERIÓDICO se ha puesto en contacto con varios particulares que se dedican a vender carteles disuasorios, sueltos y en packs de ahorro, bajo el eslogan de "la mejor alarma sin cuotas". Algunos dicen no saber si la práctica está prohibida; la gran mayoría simpatizan con la teoría del 'todo vale' en el zoco de internet.

"Esto no es ilegal, es como poner un cartel de 'cuidado con el perro'", asegura uno de los vendedores, quien afirma haber vendido cientos de ellos "sin ningún problema". Tienen de todo tipo de tamaños y modelos. De material reflectante, resistente a las inclemencias del tiempo y duradero, según especifican en sus publicaciones.

Cuando se les pregunta de dónde los han sacado tiran balones fuera. "Me han sobrado de una instalación", comenta otro vendedor, pero en la foto de su anuncio se puede apreciar un lote de más de 20 carteles.

Delito contra la propiedad intelectual e industrial

Conscientes o no de la ilegalidad de sus acciones, los anunciantes mantienen sus productos a la venta. Lo hacen, en cierta manera, porque gozan prácticamente de impunidad en el espacio cibernético: dicen que no conocen a nadie que haya tenido problemas vendiendo o comprando dichas placas porque las empresas de seguridad no llegan a tomar medidas legales contra ellos.

Con la ley en la mano, comerciar y usar carteles disuasorios suplantando la identidad de empresas de seguridad es ilegal y puede constituir dos tipos de delito: contra la propiedad industrial y contra la propiedad intelectual. "Incurrir en uno u otro depende de si lo que venden son falsificaciones o placas auténticas", señala el abogado y profesor de la Universidad de Barcelona José María Fuster-Fabra. "Si se denunciara, habría una investigación policial y entonces se vería si esto corresponde a un movimiento de particulares o si realmente hay una mafia delictiva detrás. Porque si es algo que prolifera quiere decir, probablemente, que hay grupos organizados actuando".

Si el asunto corresponde a iniciativas individuales de particulares, entonces la situación se vuelve más difícil de evaluar. "El mundo de internet es muy complicado y todo se vuelve muy difícil de explicar jurídicamente. Pero lo que está claro es que esas placas tienen un registro de marca y una patente. A partir de ahí, comerciar con ellas es incurrir en un delito y, si estas se venden como originales, habría que ver hasta que punto el engaño queda compensado, porque existe un deber de cuidado y el delito podría extenderse también a los compradores".

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