Uno que acabe en 33

Tenía previsto escribir otro tipo de artículo, pero, como comprenderán, no puedo sino escribir sobre los mineros chilenos. Si todo el mundo habla de ellos, si miras cualquier cadena y los ves salir, despacio, en aquel supositorio gigante, ¿cómo evitar la tentación de decir alguna cosa de su epopeya? Hay tanto material acumulado que es difícil elegir un detalle, una escena más emotiva, una anécdota más sabrosa. Tal vez me quedaría con la dignidad deMario Sepúlveda, un titán, orgulloso de su condición de obrero, casi el héroe de una película deKen Loach.

En la revistaTécnicos Mineros, sin embargo, encuentro el secreto de la aventura con final feliz. Con el títuloEl enigmático número que persigue a los mineroshay un festival de numerología que incluye los 33 caracteres del primer mensaje, escrito en la semana 33; el 33 que sale de sumar las cifras del 22 de agosto del 2010 (cuando se supo que estaban vivos) o de sumar las del día 13 de octubre del año 10; y los 33 días que han tardado en rescatar a los, por supuesto, 33 mineros. Al festival se une el novelista chilenoHernán Rivera Letelier:«Es un número sagrado. Cuando yo era pequeño solo vendía 33 diarios, que es la edad deCristo, y eso me traía suerte. Es una cifra que habla de muerte y de vida». Para acabar de redondear la cosa, la novela con la queRivera Letelierha ganado el último Premio Alfaguara se llamaEl arte de la resurrección. Para la lotería de Navidad, ya lo saben: uno que acabe en 33.