La rueda

El país más esclavista

NAJAT EL HACHMI

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En mi pueblo tenían por costumbre valorar el dinero en función de su origen. Había dinero limpio y dinero sucio. Hablo en pasado porque los valores «occidentales» y modernos propios del capitalismo ya hace días que penetraron con fuerza una sociedad rural tradicional harta de sufrir pobreza. El dinero limpio sería el fruto del esfuerzo, el trabajo o como mucho el que se reciba en una generosa donación. El dinero sucio es el que resulta de los juegos de azar, de la explotación de otros, de la avaricia y la tacañería, de la prostitución o de la utilización de los demás en general o incluso de los intereses por préstamos.

En mi opinión, una sociedad que quiera ser realmente demócrata, justa e igualitaria debería preguntar siempre de dónde viene el dinero. Tomemos el caso del Barça, por ejemplo, esponsorizado en estos momentos por la Qatar Fundation. Los dineros que el mejor equipo del mundo recibe de este pequeño país del Golfo, ¿son limpios o sucios? Pues no parecen demasiado limpios si leemos el libro de Món Sanromà MoncunillQatar, el país més ric del món publicado ahora por Edicions de 1984. En menos de 200 páginas el periodista describe con una capacidad de observación envidiable la vida, costumbres y organización de este Emirato que de tan grotesco e irreal parece sacado de una novela de ciencia ficción. Pero desgraciadamente es un país del todo real que además sirve de espejo de muchas de las perversiones engendradas por el neoliberalismo y la globalización. La más grave de todas es la esclavitud que sufre más del 90% de su población, inmigrantes. En el Barça ya se decidió en su momento que esto no era un obstáculo para aceptar el patrocinio de la fundación qatarí, pero cualquier culé debería preguntarse si es lícita esta alianza. A menos, claro, que se considere que el fútbol está por encima de cualquier otra cosa, incluidos los derechos humanos.