INTANGIBLES

Montoro y las brigadas socialdemócratas del gasto

Cristóbal Montoro presenta los presupuestos en el Congreso.

Cristóbal Montoro presenta los presupuestos en el Congreso. / periodico

JESÚS RIVASÉS

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El Gobierno de Rajoy está integrado por una mayoría de hombres y mujeres vitalmente socialdemócratas, en algunos casos solo disimulado por una levísima pátina liberal. Hay excepciones, pero van poco más allá de Luis de Guindos -obligado a ser solidario con sus compañeros- y de algún portavoz del PP. Los hermanos Nadal, Álvaro -ministro de Energía- y Alberto -secretario de Estado de Presupuestos-, arrastran alguna etiqueta liberal, pero su objetivo es dirigir la política económica española, después de Montoro y Guindos, si el PP de Rajoy gana otras elecciones, que es para lo que también están diseñados los Presupuestos Generales del Estado que acaba de presentar el Gobierno.

Cristóbal Montoro, el arquitecto de unos Presupuestos que pueden dar a Rajoy media legislatura, rechaza que califiquen de socialdemócrata su política. También sienta muy mal en el Gobierno y en el PP, a pesar de que ministros y líderes recelan de cualquier recorte de gasto, aunque ahora están felices de invocar la vocación social en los Presupuestos. La necesidad del apoyo de Ciudadanos, PNV, Coalición Canaria y Nueva Canarias han creado la coartada perfecta para dar una cierta alegría al gasto -adornada con guiños sociales, claro-, desde la confianza de que un aumento de los ingresos cuadrará todo y saciará a las "brigadas socialdemócratas del gasto". El PSOE, inmerso en sus líos, tenía que oponerse y se opondrá. No son sus Presupuestos, pero hasta Zapatero los hubiera aceptado. Para Podemos, por supuesto, son el compendio de todos los males, pero  sus recetas siempre han fracasado cuando se han ensayado y los demás nacionalistas también idolatran la socialdemocracia.

Montoro, a falta de la letra pequeña, ha alcanzado la cuadratura presupuestaria porque la recuperación económica augura la mayor cifra de ingresos de la historia, algo más de 200.000. Eso permite consolidar 250.000 empleos públicos, dar más dinero a las Comunidades Autónomas -incluso perdonarles deuda- y reducir el déficit al 3,1% del PIB. Ese déficit, sin embargo, son más de 31.000 millones de euros, y es el más alto de Europa. Convive, además, con una deuda de un billón, cuyos intereses costarán 31.500 millones. Queda el punto oscuro de la subida mínima del 0,25% de las pensiones, pero hay tela por cortar.

Los Presupuestos de Montoro son viables por las buenas perspectivas económicas, que se extienden hasta dos años. Sin embargo, las cuentas del Gobierno eluden, ahora que se dan las condiciones, ser más ambiciosos con el déficit y la deuda, cuya financiación puede ser dramática cuando los tipos de interés vuelvan a subir, y lo harán. Rajoy y Montoro son conscientes del problema, pero están atrapados en las exigencias de sus apoyos parlamentarios, socialdemócratas cada uno a su manera y brigadistas del gasto. Puede ser otra oportunidad perdida. Lo que ocurre es que, en el fondo, el Gobierno y el inquilino de la Moncloa también están cómodos con esas exigencias que, además, pueden captar muchos votos. Hoy, Hayek, el adversario de Keynes, volvería a dedicar un libro a "los socialistas de todos partidos".