Revista de prensa

Lamentos para una fiesta triste

Alfonso Ussía aventuró que el desfile emocionaría a vascos y catalanes

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ALBERT GARRIDO

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Anda la España profunda en un grito entre el Valle de los Caídos, la Fiesta Nacional de la Castellana, la Virgen del Pilar que no quiere ser francesa y algún otro recuerdo patrio. O sea, que llega el 12 de octubre y aparece en los papeles una bullabesa con un sabor inconfundible. Y ahí nunca faltaAlfonso Ussía,que ayer le dio por la vena sentimental enLa Razón:«Hoy, día del Pilar, Patrona de España, centenares de miles de vascos y catalanes se emocionarán en sus casas viendo por televisión el desfile de sus soldados».Bueno. Y seguía más adelante con esa alegría tan suya:«Morirán por defender las vidas de los que les insultan, desprecian y humillan».Cabe esperar y desear que no se den ni una cosa ni la otra: que pierdan la vida y que les falten.

El mismo rasgo trágico inspiró aTomás Cuestaen elAbc,que dejó esta conclusión desgarrada para la posteridad:«Si la nación es un concepto en función de quién juegue y de cómo vengan dadas, la Fiesta Nacional ni es fiesta ni es nacional».Fiesta sí es, debe precisarse, porque ayer la mayoría libró y hubo operación retorno.

Muchos de tan hondos lamentos podríamos ahorrárnoslos todos los años si se impusiera la opinión muy razonada deIsaac RosaenPúblico:«Yo que el presidente probaría a cambiar la parada militar por un desfile de deportistas españoles, todos con el uniforme de la selección nacional. Después de ver lo que pasó con La Roja, que llenó de banderas los balcones y sacó a miles a la calle a gritar lo de 'yo soy español, español', está claro que el deporte es el último reducto del patriotismo de masas».

Un diagnóstico que debió ratificar en sus más oscuros presagios aCarlos Dávila,director deLa Gaceta:«Es una fiesta triste, de las que se celebran sin pasión».En la portada, un desfile de la Legión y un título a la altura del caso:Orgulllosos de nuestros ejércitos.

Y, encima, el Gobierno cogido con las manos en los osarios de Cuelgamuros, lo que le dio aEl Mundopara un editorial con un final rotundo:«La memoria histórica que ha alumbrado Zapatero solo ha servido para reabrir viejas heridas y, en el caso concreto del Valle de los Caídos, una búsqueda de huesos a la altura de esa memoria caprichosa, frívola, sectaria y chapucera». Ahí es nada.