Opinión
Jose María Mendiluce y nosotros
Pere Vilanova
Catedrático emérito (UB).
PERE VILANOVA
Muchos recordarán a José María Mendiluce. En nuestro caso, se agrupan en el triángulo JMM-Barcelona-Bosnia Herzegovina, y la memoria vuela hacia finales de 1992, cuando una sorprendente ola solidaria se despertó aquí, cuajó en varias iniciativas y se cruzó de modo imprevisto con los Juegos Olímpicos de 1992 y un alcalde original, Pasqual Maragall. El primer convoy de la campaña Barcelona depèn de tu salió de Barcelona hacia Sarajevo en octubre de 1992. Joan Barril escribió una bonita crónica titulada ¿Sarajevo? Ahí, al final de la Meridiana…. Varios convoyes después nació el Districte 11, una de las más originales campañas de solidaridad ciudad-a-ciudad nunca vistas, y, por resumir, desde el primer día tuvimos todo el apoyo de José María, que entonces era el máximo responsable de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) para toda Yugoslavia. Nos facilitó cosas que no se pedían en ninguna ventanilla: por ejemplo, cómo llevar dos ambulancias hasta… Sarajevo, totalmente rodeada y bajo las bombas. De Barcelona hasta Ancona (Italia) por carretera, con 10 camiones TIR, de Ancona a Split por mar, donde empezaban los problemas de verdad. Y las soluciones Mendiluce. Pero durante un año y medio fueron las dos únicas ambulancias operativas en Sarajevo, la gente aún las recuerda.
Enero de 1995, el tenaz alcalde de aquella ciudad, Tarik Kupusovic, organizó una surrealista reunión de alcaldes y personalidades europeas para conmemorar… ¡los 1.000 días de guerra y cerco! y denunciar la pasividad internacional. Mendiluce, ya fuera de ACNUR, fue a mostrar su apoyo junto a una pequeña comitiva de por aquí, y dos alcaldes fuera de norma: de nuevo Maragall y el añorado Antoni Farrés. Quedaron impresionados y la continuidad de su compromiso con Sarajevo duró mucho más que la guerra. El día 1.000 de la guerra, con José María y los dos ediles, la comitiva fue a celebrar un acto en la sinagoga más antigua de la ciudad. Maragall tuvo tiempo de apadrinar una boda entre dos jóvenes de Sarajevo, Amra y Djuro, ella musulmana y él serbio. Anécdotas de estas las hay para varios libros. Pero a José María le dio luego por la literatura, por organizar la manifestación de solidaridad con las víctimas de Srebrenica, que encabezó con Maragall a un lado y Pujol al otro, por ir al Parlamento Europeo a armar jaleo, con Bernard Kouchner, Emma Bonino y Daniel Cohn-Bendit, y otros experimentos.
Creo sinceramente que su desigual paso por la literatura de ficción se debe a que nunca se decidió a escribir sobre sus vivencias de verdad, las desgracias que vivió a pie de trinchera en Bosnia, África, América Central. ¿Por qué? Pienso que era un sentimental y un internacionalista, la humanidad era su causa. Explosiva combinación.
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