Elena votó

Elena, que siempre fue muchos, agradece a los amigos que la acompañaron en su indecisión y a los que la denostaron, pues también le ayudaron a resolver su rompecabezas. Elena votó. Y luego se fue a tomar unas cañas. En el bar se encontró con varios amigos. Con Arnau, independentista, que votó a ERC tragándose su enfado. También estaba Dolors, que mudó su voto del PSC a Iniciativa, porque esta vez ya se sentía sin ánimo. Charló con Jordi, que votó al PSC, aunque el prometido orgasmo se tornó retortijón. Y se sumaron Núria y Xavi, que optaron por la papeleta blanca al sentirse huérfanos de siglas. Sin necesidad de esperar los resultados, alzaron los vasos y brindaron por el difunto tripartito. La aventura no fue bonita mientras duró.

Las cañas dieron para mucho. Incluso para la exaltación de la amistad. Los amigos se felicitaron por haber hecho historia al aupar a un presidente que, más allá de sus defectos y virtudes, simbolizaba una Catalunya donde los sueños son patrimonio de todos. Saben que, a partir de ahora, aquel Gobierno que ni siquiera consiguió imponer el nombre de Entesa, será presentado como el origen de todos los males. Y ellos no se sentirán con ánimos ni con argumentos para defenderlo. Los siete años fueron difíciles, los próximos los intuyen peores. El grupo brindó por última vez y se conjuró para hacer algo más que lamentarse. Aún queda el futuro.