El epílogo

Dilemas del PSC

ALBERT SÁEZ

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El número de especialistas, consejeros áulicos y aspirantes a taumaturgo del PSC se ha multiplicado en esta semana poselectoral. No todos quienes se interesan por la futura salud del socialismo catalán lo hacen con intenciones terapéuticas. Algunos pretenden que agudice algunas de sus patologías para dejarlo en vía muerta hasta dentro de 23 años en la política catalana y de una vez por todas en la política municipal. Estas aspiraciones espurias tampoco pueden servir de excusa a quienes les gustaría no solo aparcar, sino enterrar, algunos debates pendientes en el seno de la socialdemocracia catalana.

Como advertía ayer en estas páginas Xavier Bru de Sala, el PSC no puede acudir a otras elecciones al Parlament en la situación del domingo pasado, sin proyecto propio y sin voluntad de liderazgo. Pero este debate, como recordaban también ayer los alcaldes, no puede hacerse antes de asegurarse los bastiones municipales que han alimentado las políticas y los cuadros del partido. La clave para entender los verdaderos dilemas a solucionar por el PSC la daba el historiador Joaquim Coll: «¿Cómo afronta el PSC el debate en torno al binomio competitividad económica/Estado del bienestar?».

El núcleo del problema

El PSC no puede analizar lo que le pasó el domingo pasado sin atender a esta perspectiva. A pesar de los elefantes dibujados por los corifeos mediáticos de Mas y de Rajoy, lo que le ha pasado a Montilla -aunque en Ferraz se esfuercen en ponerlo solo en clave nacionalista- y lo que le puede pasar a Hereu y a Zapatero tiene que ver con la respuesta que den al binomio competitividad-bienestar. Las generaciones que no vivieron el proceso de integración de España en la UE consideran que la protección social es un derecho más natural que adquirido. Y son las mismas que hoy, cuando la crisis las azota, recuerdan los años de crecimiento que administraron el PP o CiU. Y son las que sin ningún corte racista sufren el colapso de determinados servicios sociales en un país como Catalunya o en una ciudad que ha visto aumentar la población con menor poder adquisitivo. Y no saben qué piensa el PSC.