El turno

El día siguiente del 22-M

ANTÓN LOSADA

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Esta era la campaña donde todos deseaban que pasaran las menos cosas posibles. Pero han acabado por suceder tantas que se nos han agotado los tópicos. A candidatos y partidos les han caído 20 años encima, se han hecho viejos de golpe, suenan antiguos y, aun peor, suena a que no se enteran.

Unos reclamaban apoyo para infligir la madre de todos los castigos a alguien que ya va servido para su casa. Otros pedían esa segunda oportunidad de las parejas que aún se aprecian. Pero algo salió mal. Apareció un montón de gente exigiendo respuestas para los problemas de verdad, los del trabajo, la casa o los hijos. Unos lo respetan. Otros les han pedido el voto. Ninguno lo ha entendido aún.

El 23 de mayo no se habrán esfumado ni la indignación, ni la exigencia de que la política resuelva problemas donde los hay, en lugar de inventarlos donde no existen. Las organizaciones políticas pueden optar por ensayar las habituales lecturas de resultados, esperando a ver si el cansancio o la rutina devuelven las cosas a aquella conocida normalidad democrática que solo se movilizaba para votar.

O pueden atender la demanda de ponerse a hacer las cosas de otra manera. Los partidos, todos los partidos, están llenos de gente honesta que entrega bastante más de cuanto recibe. Es su momento. Es su oportunidad.

En esta carrera sin fin por encontrar culpables de la crisis y las desgracias que nos pasan, ahora le ha tocado a la política. Como si la política no la hiciéramos todos y la tengamos así porque nos hemos dejado y nos venían bien estos políticos. Como nos venía bien esa banca alegre que nos prestaba dinero alegremente. La política es deliberación pública y decisión colectiva. Hace mucho tiempo que solo es ganar o perder. Mientras siga siendo así, será mala. Cambiar las consignas delmarketingelectoral por otras nuevas retuiteadas no nos llevará muy lejos. Y ahora, me voy a votar.