La imagen del Govern de Catalunya

Cien días de Mas

No hay que tener dones proféticos para augurar un periodo de tensiones al alza en los próximos años

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XAVIER BRU DE SALA

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Cuando nos piden la nota de los primeros 100 días del Govern, los que lo vemos desde fuera intentamos responder a la pregunta con el máximo de honestidad. De media, este Govern no llega al seis, y el mismoDuran Lleidano va mucho más allá. Los medios, un poco engañosos, atribuyen la nota aMas,como si fuera tan solo el jefe del Govern. Hay por lo tanto una pregunta que nos hemos ahorrado y que, a mi criterio, contribuiría a definir la valoración con más precisión y realismo: ¿qué nota pone aArtur Mascomopresidenten los primeros 100 días? Seguro que es más alta. La misma recepción de su discurso del miércoles lo pone en evidencia:Mases mejorpresidentque jefe del Govern. Es prematuro concluir si su idea inicial de nombrar unconseller primer, es decir, dividir los papeles entrepresidentde Catalunya y jefe del Govern, era la más acertada. El tiempo lo dirá. De todo se aprende. En todo caso,Masda la impresión de haberse preparado a fondo para ejercer comopresident de la Generalitat, referente principal e interlocutor ponderado que la sociedad catalana está muy predispuesta a escuchar. Esta impresión se refuerza. La del Govern ya se verá.

Antes de entrar en la otra dicotomía -defender Catalunyaversusconstruir Catalunya-, hay que poner sobre la mesa una carencia general del Govern, de todos losconsellers menos uno, que ha sido poco remarcada. La ausencia de iniciativas positivas. La excepción se llamaFelip Puig, sin duda el mejor político del entorno deMas.En alguna medida,Irene Rigautambién lo ha intentado. Los demás parece que nunca se hayan formulado las siguientes preguntas o no hayan encontrado respuesta: ¿en qué se tiene que notar el cambio, tijeras aparte? ¿Todo el debate posible, todas las noticias, toda la atención tienen que centrarse a la fuerza en el alcance y el reparto de los recortes? ¿Dónde están la innovación, la imaginación, los espacios de complicidad, la concertación, el impulso a la sociedad? Ya sabemos que no se pueden poner más prótesis de rodilla con menos dinero, pero esto no significa que la acción transmitida por el Govern se acabe aquí. Hay centenares de medidas o, si se quiere, de micromedidas de bajo coste, que dan el tono, la orientación, el rumbo y el sentido. Pero no se han tomado o no se han comunicado. El deber del jefe de cualquier Gobierno es percibirlo enseguida y pedir a sus ministros que actúen en consecuencia, de la manera más coordinada y complementaria posible. En vez de esto, parece que la consigna sea mejor nomeneallo.

Ahora ya estamos más preparados para ver como algo crucial la distinción entre construir y defender. Un país no es nunca la obra de su Gobierno, pero una nación con las debilidades de la catalana necesita de manera imperiosa que su Govren, aunque no sea precisamente el de los mejores, ayude a los mejores en todos los ámbitos, los escuche y les facilite las cosas tanto como pueda. Si en el pasado hemos construido Catalunya sin instrumentos de autogobierno o incluso con los gobiernos españoles en contra, la competitividad global exige unas complicidades que no se dan o no se perciben con suficiente intensidad. Y mucho menos con un mínimo de publicidad. Es probable que algunosconsellersse dediquen a ello, y de alguno me consta, pero desde la platea la percepción es que, aparte de administrar los recortes, no hacen nada más.

No sé hasta qué punto la construcción de Catalunya es una especialidad deArtur Mas(como lo era de Jordi Pujol).Estoy bastante seguro, en cambio, y no soy el único, de que es y será un inmejorable defensor de Catalunya, en las dificilísimas circunstancias que nos esperan. La crisis pasará. El expolio persistirá. Persistirán la discriminación en infraestructuras, el abuso del poder central en todos los ámbitos. No hay que tener dones proféticos para augurar un periodo de tensiones al alza en los próximos años, calificados porMas,con acierto, de transición. Dónde iremos a parar, nadie puede saberlo, pero parece claro que estaremos conducidos por manos seguras y expertas, que cometerán tan pocos errores como sea humanamente posible. Sobre la eficacia, hay que reservarse el juicio, pero sobre los instrumentos de autogobierno,Artur Masno dejará Catalunya como la ha encontrado.

Acabamos con un apunte sobre el Estado del bienestar y el bienestar de los catalanes. Al final de todo el argumentario, el objetivo es vivir mejor, todos juntos, en este viejo territorio. Los claroscuros del balance de estos 30 años muestran que las apuestas, aunque insuficientes, daban mucho juego. Esto no significa que con este marco podamos pasar 30 años más. Las desventajas, la pérdida de oportunidades y posiciones son demasiado evidentes como para resignarse. Ahora bien, de todo el esfuerzo que espera al catalanismo, ¿quién tiene que ser el beneficiario? La más amplia mayoría posible de ciudadanos de este país. Si no hace socialdemocracia o algo que se le asemeje mucho, el catalanismo quizá no perderá la confianza de los adeptos, pero difícilmente se ganará la de los que todavía lo ven con reservas.