Dos miradas

Pistolas o política

Hablar de soluciones políticas en Canadá, como hizo Sánchez, pasa por abrir la negociación. Y no es poco. Mucho más que hablar de pistolas y odio, como hizo Casado. Hay una diferencia abismal

Josep Maria Fonalleras

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Entre negarse al diálogo porque "hay una pistola sobre la mesa" y hablar de soluciones políticas a problemas políticos, hay una diferencia notable. Abismal, para ser exactos. Las palabras de Casado (y los hechos: la proposición de ley para que se prohíban los indultos por rebelión y sedición) son un insulto a la inteligencia y la expresión enloquecida del pirómano que describe con una alegría irracional el momento en que las llamas se apoderan del cielo. Un indulto no será aceptado por los independentistas porque implica reconocer el pecado, pero desde la perspectiva del Estado un indulto debería ser visto no solo como un perdón sino como una alternativa política razonable. Lo contrario se llama venganza, que es lo que está proponiendo Casado. Y la vil comparación con las armas es sencillamente inmoral.

Al otro lado, Quebec y la Clarity Act. La ley de Claridad canadiense no es la panacea (Canadá manda y decide, a posteriori, cuál es el porcentaje de una "mayoría clara" a favor de la secesión) pero incorpora la parte esencial del dictamen del Tribunal Supremo de 1998 sobre la legitimidad de un referéndum. Quebec no tiene el derecho unilateral a separarse, pero si los ciudadanos así lo manifiestan claramente el Gobierno de Ottawa tiene la obligación de abrir negociaciones con el de Montreal para fijar un acuerdo.

Hablar de soluciones políticas en Canadá pasa por aquí. Y no es poco. Mucho más que hablar de pistolas y odio.