El adiós para no volver de Monedero

EDUARDO LÓPEZ ALONSO

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Monedero se va. No se sabe adónde, pero no parece que sea demasiado lejos. La decisión llega tarde y parece no contentar a nadie; ni a los que clamaban por su cabeza, tras no cumplir la necesaria higiene política en las formas; ni a los que le defendían por ser amigo personal de Iglesias e ideólogo máximo en Podemos.

Al final, la despedida tiene el sabor agridulce de la pareja que se larga tras una pelea. Aunque no haya habido roturas, que quizá sí, lo cierto es que la cosa no puede quedar en "me voy pero volveré" o "me voy pero sigo". El contrato de las urnas es sagrado y no se entendería que Monedero retornase en forma de cargo público o asesor ilustre. No hay segundas oportunidades para los que se van antes de la batalla electoral. 

Frente a los que piensan que Podemos se resiente, otros caen en la cuenta de que la marcha de Monedero abre a Podemos caminos más flexibles y futuras sinergias. Un partido que quiere tomar la alternativa a la primera debe ofrecer líneas de futuro rompedoras pero acordes con el sentido común, una política de izquierdas más dialogante que sectaria, plantear soluciones lógicas por encima de aquella que escuece a las pequeñas mayorías. Y es que contentar a la mayor parte pasa por conservar principios de manera clara, ceder lo justo y generar confianzas. Esa posición de izquierda con fundamentos será más efectiva que la que lidera a turbas preconquistadas a base de palmas, cancionero popular, puño alto y retos por delante que implica casi siempre conflictos e incertidumbre.