TEATRO

Los Vivancos: artistas de los pies a la cabeza

Taconeos vertiginosos, danza, música, acrobacias... La atípica compañía de hermanos triunfa en el Tívoli con 'Nacidos para bailar'

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Imma Fernández

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De esta guisa (véase la foto), zapateando vertiginosamente cabeza abajo –con el techo del andamiaje a modo de tarima– culminan el 'show' 'Nacidos para bailar' ante la enfervorizada y entregada platea del Tívoli Los músculos a la vista, para deleite de féminas y envidia de caballeros, a la búsqueda del más difícil todavía. Son bailarines, músicos, gimnastas, acróbatas... La mejor herencia de su padre y maestro, Pedro Vivancos, que les inculcó la pasión por el arte desde críos y moldeó sus cuerpos y oficio en la escuela que él mismo fundó (Qüanticoh Independent School, en Canadá, donde además de danza y música se enseñaban artes marciales y circo). Muchos años de disciplina reconocidos hoy con aplausos y premios.    

Hace más de una década que estos siete hermanos de nombre bíblico (dicen que por ocurrencia «creativa» de su progenitor), Elías, Judah, Josua, Cristo, Israel, Aarón y  Josué, llevan su virtuosismo y energía por escenarios de todo el mundo. Ahora, tras hacer las Américas (regresarán en breve a Los Ángeles, donde grabarán un 'show' televisivo), han vuelto a casa –son oriundos de Barcelona– con un vibrante espectáculo que fusiona sus portentosas habilidades con una rockera puesta en escena. También demuestran un gran corazón destinando parte de la recaudación  (y las de las galas que celebran en cada ciudad) a los niños con enfermedades neurológicas. 'Taconeo solidario', se llama el proyecto. 

Empiezan el 'show' con un paseíllo al himno de 'Blancanieves y los siete enanitos' –aunque uno de ellos, Josué, se ha escapado un año sabático para disfrutar de la paternidad–. Ya sobre el escenario, su eléctrico zapateado encuentra en el hard rock un estupendo aliado. Versiones aflamencadas de 'Smoke on the water', de Deep Purple, o 'Nothing else matters', de Metallica, elevan los decibelios de lo que llaman 'extreme flamenco fusion'.

Es esa amalgama, en la que cabe de todo, uno de los grandes aciertos de un montaje vibrante que combina el músculo de un concierto cañero con momentos poéticos e intimistas, entre ellos el precioso ballet de Cristo al son del 'Hallelujah' de Leonard Cohen

Metal y clásica

Los potentes números corales –en los que exhiben una sincronización que ni las nadadoras rusas–, se alternan con otros para el lucimiento personal, como cuando Israel demuestra su récord Guinness: el zapateado más rápido del mundo. En otro vistoso número, el grupo, que prepara un nuevo 'show' para el próximo año, aparece con trajes de leds dibujando coreografías con efectos lumínicos

El muestrario de capacidades incluye la de instrumentistas. Violoncelo eléctrico –Elías lo ejecuta en una acrobática suspensión en las alturas con las piernas abiertas–, cajón, flauta travesera, violín (que tocan a ocho manos)... La partitura, que incluye una grabación de la Orquesta Sinfónica de Budapest, rescata 'hits'  dispares, de Survivor ('Eye of the tiger') a Tchaivoski, en un popurrí que gravita entre el rock y la clásica

Danza, riesgo, artes marciales, música, espectacularidad y una vitalidad a raudales confluyen en esta atípica compañía que se ha ganado a pulso el apelativo de 'Los siete magníficos'. —