EN FAMILIA

Chavales (y no tan chavales), se puede vivir sin móvil

El Teatre Romea adapta la Alicia de Lewis Carroll a los tiempos que corren, con un conejo blanco que roba teléfonos y una reina de corazones 'geek'

Alicia al Teatre Romea

Alicia al Teatre Romea / periodico

IMMA MUÑOZ

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Alicia cumple 10 años y tiene muy claro cuál es el regalo que espera recibir en su fiesta: un móvil. Su amigo Roger le regala un colgante con una R (él lleva uno con una A), pero eso apenas despierta su interés, como tampoco el superhéroe invisible que, huyendo del sexismo, le regala su abuela. A Alicia solo le cambia la cara cuando sus padres le entregan la caja que contiene el tesoro. Entonces sí: entonces Alicia salta, grita y se emociona porque, como ella misma canta, «es el mejor regalo, mejor que tener superpoderes». «No me aburriré nunca más», proclama, y cumple lo que la canción aventuraba: «Lo que menos haré es llamar».

Alicia se hace selfis, monta grupos de WhatsApp con sus amigas, descarga juegos... y se desconecta de la fiesta de cumpleaños que se celebra en su jardín para perderse en el mundo virtual que se desarrolla dentro del móvil que acaba de recibir. Hasta que aparece el conejo blanco y, ¡zas!, le arrebata el teléfono y corre hacia su madriguera. Solo eso podrá arrancar a Alicia de su ensoñación digital: si quiere recuperar su juguetito, tendrá que perseguir al imprevisible animal por un mundo en el que la imaginación, la conversación y la confianza en los amigos le van a resultar imprescindibles para lograr su objetivo.

Como en el clásico de Lewis Carroll en el que se basa, hay bocados capaces de convertir a los personajes en gigantes o en seres diminutos, animales que los confunden jugando con el lenguaje y una reina (que aquí no es de corazones sino de los móviles), obcecada en ver rodar las cabezas de todos aquellos que no le bailen el agua. Pero, junto a estos elementos fantásticos, el texto que Marta Buchaca ha escrito para el musical que se podrá ver todos los domingos de este mes en el Teatre Romea viene cargadito de guiños a los padres que hoy se están preguntado si hacen bien al ceder ante sus hijos y permitirles tener móvil a la edad de Alicia, y de tirones de orejas a los que ni se lo plantean.

La autora cuenta que estaba sentada en una terraza pensando en la adaptación de 'Alicia en el país de las maravillas' que le habían pedido, cuando reparó en una familia con dos niños, de unos 7 y 8 años, que estaban enganchado al móvil, pendientes de los 'likes' que recibían en Instagram. «Y entonces me di cuenta: la Alicia del siglo XXI no vería pasar al conejo porque estaría mirando el móvil. Y así empezó nuestra Alicia».

ÉXITO INTERGENERACIONAL

Una Alicia pensada para niños a partir de 4 años, pero que mantiene tiesa en la butaca lo mismo a una niña de chupete que no debía de superar los 2 años y medio, que a una de 5 que ya muestra interés por los dichosos aparatitos, que a su madre de 43, agradecida de que la gran mayoría del teatro infantil que sube a los escenarios en este país pase también (y a menudo, como en este caso, con nota) el filtro de calidad adulto.

¿Las claves para el éxito intergeneracional? Un texto divertido con más de una capa de lectura en el que la transmisión de valores fluye con naturalidad, con la ironía como aliada; unas canciones con letras y músicas bien trabajadas; unas interpretaciones que llegan al niño sin expulsar al padre, y una inteligente escenografía, en la que las proyecciones funcionan a la perfección. Y algo muy importante: que la obra puede dar pie a una interesante (y necesaria) charla sobre el mundo que nos perdemos al estar tan pendientes del móvil. Con nuestros hijos. Y con nosotros mismos.