Los chavales de Putin

El centro de Moscú ha sido invadido por centenares de jóvenes voluntarios durante la campaña para las elecciones parlamentarias

Jóvenes voluntarias pro-Putin bailan ante un cartel electoral de Rusia Unida.

Jóvenes voluntarias pro-Putin bailan ante un cartel electoral de Rusia Unida. / AZ IS

Adrià Rocha Cutiller

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Lena me mira raro; no entiende mi pregunta. "¿Cómo que por qué estoy aquí? Quiero ayudar a mi país a salir adelante, y los únicos que pueden hacerlo son estos", dice mientras señala el logotipo estampado en el chubasquero que lleva puesto.

Lena, de 19 años y estudiante de música en la universidad, es una de los centenares de chicos y chicas que, voluntariamente y sin cobrar un duro, han invadido, cada tarde durante el último mes, el centro de Moscú y el parque Gorky para repartir publicidad de Rusia Unida, el partido del presidente ruso, Vladímir Putin, y el primer ministro y cabeza de lista de las elecciones parlamentarias que se celebran este domingo, Dmitri Medvédev. Los chicos, paseantes con sus patines o a pie, arriba y abajo, de un lado al otro, a izquierda y derecha, están por todos sitios. Es imposible esquivarlos.

A Lena le extraña la pregunta porque le suena demasiado obvia. "¿Qué haría si me quedase en casa? Aquí vengo después de clase con mis amigos. Pasamos el rato y ayudamos en lo que podemos", indica la joven, que, concienzudamente y mientras hablamos, va repartiendo los periódicos del partido, guardados en una bolsa de tela --la típica de moda-- que lleva colgada a la espalda.

10 HORAS LOS FINES DE SEMANA

Como Lena, Nikolái lleva viniendo al parque todo el mes de setiembre; cada tarde cuatro horas y los fines de semana, hasta diez. Cuando llega, se enfunda los patines, se pone su música y no para hasta que cae el sol. Aún tiene 17 años y va a la escuela, donde un amigo suyo, miembro de Rusia Unida, le pidió ayuda para repartir los panfletos. Este domingo no podrá votar, y eso le molesta. "Es una pena, pero sí que tengo muy claro a quién votaría", dice Nikolái, que indica con el dedo el periódico que reparte. En la portada aparece una foto de Putin con una sonrisa risueña, con gafas de sol y mirando al infinito. "Siempre he estado y estaré con Putin", remata el joven.

Dentro de la publicación --y en la contraportada y donde tenga que ser necesario-- están colocadas más imágenes del presidente ruso. En ellas responde preguntas, juega a hockey sobre hielo, dispara en campos de tiro; se divierte. A Medvédev, el cabeza de lista en estas elecciones, quien de verdad se presenta, ni se le ve ni se le espera.

Y tiene sentido: la popularidad de Putin, pese a la crisis económica que atraviesa Rusia por la caída de los precios del petróleo y las sanciones de la UE, está en sus máximos. Un 82% de los rusos aprueba la labor de su presidente, una cifra que se ha mantenido en el tiempo --espectacularmente alta-- tras la anexión de Crimea en el 2014. Y una cifra, además, en enorme contraste con la popularidad de Rusia Unida y de Medvédev, claramente a la baja. Al primer ministro, solo el 48% de los ciudadanos le tiene en buena consideración.

Putin, para sus seguidores, tanto los de dentro de su formación como los de fuera, ya no es el líder de su partido. Es el líder del país entero.

--El domingo votaré por Rusia Unida porque, de todos los partidos que hay, es el que más me gusta. Pero sobretodo porque allí es donde está Putin-- dice Katya, de 22 años, también voluntaria y estudiante de económicas en la universidad.

--Pero quien se presenta es Medvédev y no Putin.

--Bueno... Si Putin confía en él yo también confío.

UN ICONO

Así, Putin se ha vuelto un icono, un personaje intocable. Por Moscú está en todos sitios. En camisetas de transeúntes, en las tiendas de souvenirs, en todos los periódicos y televisiones. Por esto, si algún ruso tiene alguna queja contra la Administración o se siente estafado por un nuevo caso de corrupción, únicamente culpa a la burocracia que rodea al presidente, e intenta dirigirse a Putin para que lo solucione.

"Putin es el único que puede sacarnos de esto. La verdad es que a nosotras no nos interesa mucho la política, pero Putin nos gusta. Por eso venimos aquí de voluntarias", afirma Cristina que, con Katya, pasea por el parque Gorky y reparte publicidad de Rusia Unida.

Los jóvenes acaban la jornada con una foto grupal. Posan, contentos y alegres,  haciendo signos de victoria con los dedos. Saben que Putin --Medvédev, perdón-- arrasará el domingo, que nadie le podrá hacer sombra. Que Rusia, en definitiva, sigue siendo suya.