Capitulación ante el chantaje

ELISEO OLIVERAS

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Tras la capitulación de la Comisión Europea y de los jefes de Estado y de Gobierno ante el chantaje del primer ministro conservador británico, David Cameron, la Unión Europea (UE) será más fragmentaria, más insolidaria y menos social, menos cohesiva y, en definitiva, menos unión. A pesar de las declaraciones tranquilizadoras de los líderes europeos para ocultar sus concesiones, el compromiso de la cumbre supone "el fin de la UE como la conocíamos", reconocieron fuentes diplomáticas. 

La consolidación de una Europa a la carta a la medida de Gran Bretaña sienta un peligroso precedente y siembra la semilla de futuras disgregaciones en un momento de extrema fragilidad para la UE: Europa está reintroduciendo sus fronteras internas por su incapacidad de gestionar la llegada de refugiados, está surcada por múltiples fracturas internas (norte-sur, oeste-este, ricos-pobres) e incluso su esencia democrática está en peligro por el comportamiento autoritario de algunos gobiernos (Hungría, Polonia), la normalización de gobernar con el apoyo de la extrema derecha (Dinamarca y Finlandia) y la cotidiana suspensión de derechos fundamentales (estado de emergencia prolongado en Francia, ley mordaza en España y los poderes policiales reforzados en la mayoría de países).

Digresgación y excepciones

Bajo la presión británica, en lugar de avanzar hacia una mayor integración para afrontar mejor los retos de un mundo globalizado extremadamente inestable, los líderes han abierto la Caja de Pandora de la disgregación y las excepciones. En un momento en que la UE está perdiendo el respaldo de los ciudadanos se ha optado proteger el mercado común que interesa a las empresas, mientras se recorta la Europa social de los ciudadanos. Como resumió el ministro de Finanzas británico, George Osborne: "Obtenemos lo mejor de los dos mundos, tenemos el acceso al mercado único para nuestros negocios, pero sin los costes". 

El compromiso de la cumbre deshace un avance esencial de la integración europea al restablecer la discriminación entre los europeos por su origen nacional, ya que autoriza que los trabajadores inmigrantes puedan verse privados durante siete años de los subsidios sociales que les corresponderían. La medida está destinada a Gran Bretaña, pero cualquier otro país podrá acogerse a ella.

REDUCIR AYUDAS

De momento, el primer ministro danés, Lars Lokke Rasmussen, ya ha anunciado que aplicará el mecanismo para reducir las ayudas públicas por hijos de los trabajadores inmigrantes al coste de la vida del país donde residan esos hijos, y la cancillera alemana, Angela Merkel, indicó que sospesaba acogerse a esa posibilidad.

Gran Bretaña ha obtenido además su deseado derecho de injerencia en las decisiones de la Eurozona que pueden perjudicar a los privilegios de la City londinense y el sector financiero británico. Cameron logró que un solo país ajeno al euro fuera suficiente para oponerse a una decisión de la eurozona y a obligar a los estados a "buscar una solución satisfactoria para responder a las preocupaciones expuestas" por ese estado. No es un veto formal, pero se le parece mucho y puede sabotear los intentos de la Eurozona de ir hacia una mayor integración política.

El acuerdo para recortar los subsidios sociales a los inmigrantes deberá ahora vencer la oposición inicial del Parlamento Europeo, ya que la modificación de reglamento requiere su voto favorable. Su presidente, Martin Schulz, advirtió en la cumbre que "el Parlamento Europeo combatirá contra la discriminación entre ciudadanos".

Otra incógnita es que hará el Tribunal de Justicia de la UE si alguien denuncia esa discriminación entre trabajadores nacionales e inmigrantes, contraria al texto de los artículos 45 y 46 del Tratado de Funcionamiento de la UE. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, confía que el tribunal avale la decisión de la cumbre, porque el recorte es temporal y ha sido aceptado por los Veintiocho.