PERIODISMO CON EL CIUDADANO
Civismo en Barcelona: Las dos ruedas, en la diana
Al hablar de incivismo en la vía pública barcelonesa, motos y bicis se llevan gran parte de las críticas
Una moto intenta alcanzar el semáforo por el carril bici. /
Hagan la prueba. Propongan en casa o en el trabajo o en el bar un debate como que el que hemos mantenido estos días en Entre Todos: ¿Crees que los barceloneses son incívicos en la vía pública? Escucharán muchas opiniones y les contarán muchas historias de horror de fragantes casos de mala educación cívica y vial. Y comprobarán que en la conversación pública hay dos grandes culpables en lo que al incivismo de laa aceras y las calzadas se refiere. Primero es el barcelonés, así, en general, ya que la idea de que Barcelona es una ciudad muy incívica está muy generalizada. El segundo son los vehículos de dos ruedas, con las bicis y las motos a la cabeza. El autómovil (a pesar de los ambareños, a pesar de las de las dobles filas, a pesar de los que se detienen en los pasos de cebra) se llevan pocas críticas. Las bicis y las motos las acaparan casi todas. Dicho de otra forma (y con algo de trazo grueso): el villano incívico por excelencia en Barcelona hoy es un turista que circula en un artilugio de dos ruedas y que vocifera en grupo bien entrada la noche.
José Ruiz
ADMINISTRATIVO
“Pasear por Barcelona es una gincana diaria, esquivando motos y bicicletas por las aceras”
"Pasear por Barcelona es una gincana diaria. Ahora esquivando motos y bicicletas por las aceras, ahora esquivando las cacas de los perros que no han sido recogidas por sus incívicos dueños, ahora por basuras tiradas al suelo o en papeleras fuera de los contenedores apropiados, ahora por las zonas más turísticas siendo atropellados por esos nuevos artilugios eléctricos como patinetes, segway y otros..." se lamenta José Ruiz, administrativo, que añade: "¿Para cuándo una normativa (o que apliquen la existente) para vehículos a motor por las aceras?".
Normas, regulaciones y una carga equitativa de los derechos y deberes exigen muchos barceloneses para las dos ruedas, a las que han puesto en la diana de la crítica. Llama la atención la mala reputación de la bicicleta en la conversación pública, cuando no hace mucho era vista como un medio de transporte simpático. Pero su proliferación, su irrupción en las aceras –ese espacio preciado y valioso que hasta hace poco los peatones consideraban suyo y que ahora se ve amenazado por todo tipo de vehículos a dos ruedas y las terrazas de los bares– y el incivimo de algunos ciclistas urbanos han arruinado su imagen. El peatón siente, con razón, que el ecosistema en las aceras ha cambiado en muy poco tiempo, y el culpable más a mano es el ciclista.
"Los ciclistas alegan que las calzadas no están preparadas para ello y sí las aceras. ¿Acaso los peatones estamos preparados para caminar por las aceras vigilando a los desaprensivos dueños de canes que no recogen lo que deberían de recoger, y ahora encima tenemos que vigilar y prestar atención a que una bicicleta silenciosa nos adelante o se nos cruce para apartarnos de su ruta? No se atreven a circular por la calzada y sí por las aceras, claro, los peatones son más vulnerables que los coches y así ellos tienen más seguridad", escribe Juan José Pérez, jubilado, que finaliza su carta con una afirmación arriesgada: "Propongo que los peatones caminemos por la calzada, tengo la seguridad de que seremos más respetados por los vehículos que si caminamos por las aceras con bicicletas que nos incordian". Ante la mala fama de las dos ruedas, los coches salen ganando.
Juan José Pérez
JUBILADO
"Los ciclistas van a las aceras porque los peatones somos más vulnerables que los coches"
El otro vehículo a dos ruedas por antonomasia, la moto, tampoco sale muy bien parada en el debate del civismo en la vía pública. En este caso, son acusaciones ya con recorrido: el ruido al acelerar, el aparcamiento encima de la acera y la circulación en zig zag son las críticas más habituales. "En el código de circulación que yo estudié lo decía bien claro: ‘Los vehículos deberán circular sin realizar maniobras de zigzag y maniobras de cambios constantes de carril”. Y no digamos de los adelantamientos entre vehículos", denuncia José María Aniorte, jubilado.
Ciclistas y moteros arguyen en su favor motivos de peso, desde el ecológico al de salud, pero hay uno que sobresale por encima de los demás: sin ellos, la movilidad en la ciudad sería un infierno, dejada a merced de las cuatro ruedas. Pero el debate no va de movilidad, sino de civismo, y en este sentido las dos ruedas necesitan una urgente campaña de relaciones públicas. Quien más o que menos cuenta una mala experiencia con una bici; a nadie le indignan los peatones que cruzan en rojo, invaden el carril bici u obligan a detener el tráfico al cruzar por en medio de la calzada. Si en la calzada la bici caía bien porque era presa, ha sido cruzar a la acera y ser considerada una depredadora. Puro darwinismo.
Lo mismo sucede con la reputación, en general de la ciudad. De creer a pies juntillas lo que dicen los barceloneses de sí mismos, circular por esta ciudad es un infierno. "En Barcelona nadie tiene civismo: coches, motos, bicis, patines, y hasta los peatones circulan mal. Falta civismo y mucha actuación policial", denuncia Jordi García, profesor.
Jordi García
PROFESOR
"En Barcelona nadie tiene civismo: coches, motos, bicis, patines, y hasta los peatones circulan mal. Falta civismo y mucha actuación policial"
Mano dura. Multas. Que la Guardia Urbana se gane el sueldo. Si nos ha hecho caso y ha abierto el debate en su casa, en el bar o en el trabajo, se habrá dado cuenta de que las palabras "educación" y "paciencia" no son de las más pronunciadas. "Ando bastante por la ciudad y todavía es el momento de que vea sancionar una moto por estas irregularidades. Seguro que podrán enseñarnos estadísticas de sanciones, pero esta no es la percepción que tenemos quienes vamos a pie", escribe Jordi Centelles, administrativo. Percepción, sin duda, es una palabra clave en la conversación. Porque, si se compara fríamente Barcelona con otras ciudades, igual se llegaría a la conclusión de que a pesar de que hay que mejorar muchos aspectos de la convivencia ni los de las ruedas son el demonio ni Barcelona es un infierno.
Si quiere participar en el debate, puede escribir una carta a Entre Todos
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