FÚTBOL

Gordillo asume la presidencia de un Betis hecho un desastre

El exjugador promete transparencia y buena gestión tras ser aclamado como sucesor de Lopera

Rafa Gordillo, junto a Carlos Ruiz Huidobro, el pasado lunes en Sevilla.

Rafa Gordillo, junto a Carlos Ruiz Huidobro, el pasado lunes en Sevilla.

LUIS LASTRA
SEVILLA

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Rafael Gordillo, el exjugador del Betis, el Real Madrid y la selección, que alcanza la categoría de mito viviente en la historia verdiblanca, es desde el lunes el nuevo presidente del club del barrio de Heliópolis. Quién se lo habría dicho a aquel futbolista que se pasó década y media recorriendo las bandas izquierdas de los campos de España, Europa y el mundo con las medias a la altura del tobillo. Pero la vida da muchas vueltas y Gordillo, el Vendaval del Polígono San Pablo, se ve ahora en esta coyuntura, impensable para él hasta hace cinco meses.

Todo cambió en julio. Ese mes, la jueza que instruye la causa contra Manuel Ruiz de Lopera lo nombró administrador de sus acciones y por tanto lo convirtió en accionista mayoritario junto a otros dos compañeros (uno falleció de un infarto en noviembre). Poco después, un juzgado de lo Mercantil ordenó al Betis que celebrase una junta extraordinaria, solicitada en su día por la oposición a Lopera. El punto clave era el cese del consejo de administración y la elección de otro nuevo.

ACLAMACIÓN POPULAR / Lo uno condujo a lo otro y el lunes, en esa asamblea ordenada por el juzgado, Gordillo se convirtió en presidente del Betis, el 41º de su historia, por aclamación popular. Era lo previsible: junto a sus otros dos compañeros representa el 51% del capital social y él, sin duda, es el más carismático.

Gordillo manda en el Betis gracias a las acciones de Lopera, con quien está muy enemistado. Las cosas del fútbol y del Betis. El Gordo fue secretario técnico de Lopera y la relación no terminó nada bien, pero ahora el jefe es el exfutbolista. Su llegada es vista por el beticismo como el final de la era Lopera y su herencia (léase Luis Oliver, que presuntamente compró ese paquete mayoritario hasta que se topó con la señora jueza, Mercedes Alaya). Y también como la consecución del sueño de muchos aficionados: un Betis de los béticos. Su mandato, en todo caso, está limitado en el tiempo y finalizará cuando la Audiencia Provincial dictamine si las medidas cautelares adoptadas por la magistrada contra Lopera y Oliver son válidas o no.

Mientras tanto, Gordillo ya ejerce de presidente. En su primer día tuvo sesión continua de análisis de cuentas y pronto se encontró con sorpresas. La primera, que el Betis debe pagar 1,5 millones de euros de aquí al 30 de enero si no quiere que la

FIFA le quite seis puntos por no haber comprado a un brasileño del PSV, Robert, a pesar de habérselo anunciado así al club holandés.

BIEN RODEADO / Para los líos que le esperan, Gordillo se ha rodeado de tres abogados, un ingeniero, un economista y un empresario. «Yo no estoy preparado -confiesa con su habitual sinceridad- pero tengo un equipo preparadísimo», advierte. «Vamos a ser honrados y claros para que todo el beticismo se entere de cómo está el Betis», apostilla. «Me siento como si volviera a correr por la banda», asegura quien pisó todas las bandas izquierdas posibles.

Las sorpresas, para Gordillo, empezaron ayer mismo, cuando entró por primera vez en el despacho presidencial. El panorama que se le presentó fue horroroso. Unas 50 cajas de cartón tiradas, estanterías por los suelos, cajones abiertos... «Lamento la calaña y el poco estilo del consejo de administración saliente, que todo lo que ha hecho ha sido con el dinero que ha salido del bolsillo de los béticos», explicó ayer. Gordillo también comprobó que el museo inaugurado el domingo está sin pintar y faltan trofeos.