El primer debate de BCN no pasa de un cruce de tanteos

T. SUST / H. LÓPEZ / C. BUESA
BARCELONA

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Primer debate de la campaña municipal en Barcelona y primeros movimientos de esgrima de los candidatos ante las elecciones, aparentemente las más abiertas en la ciudad en cuatro décadas. El planteamiento de que la contienda clave se dirimirá entre el alcalde y candidato a la reelección, Xavier Trias, y la alcaldable de Barcelona en Comú (BC), Ada Colau, marcó el inicio del debate. El regidor afiló sus uñas para cuestionar directamente a Colau en varios frentes. Por contra, la exportavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) evitó mostrarse agresiva con Trias, incluso cuando hablaron de la Guardia Urbana a cuenta del caso de Ciutat Morta. En realidad, la contundencia proverbial que la caracteriza brilló por su ausencia, quizá para combatir la imagen de quienes la presentan como una radical inquietante.

El candidato del PSC, Jaume Collboni, que fue el primero en aludir a la dicotomía Trias-Colau, se centró después en atacar al alcalde. Como el convergente lanzó varias andanadas a la gestión del ayuntamiento cuando lo dirigían el PSC e ICV-EUiA, el socialista los fue repeliendo, sin errores pero sin alardes.

DEFENSA DE LA GUARDIA URBANA

El alcaldable del PP, Alberto Fernández Díaz, el más veterano, demostró sin dificultad que su conocimiento de la ciudad es superior al del resto y no dudó en apostarlo todo a su parroquia, con mensajes claros de orden, una defensa explícita de la Guardia Urbana y un par de mandobles a Colau, a la que espetó que por haber pactado con ICV es corresponsable de las tres décadas de gobierno municipal de izquierda. Ella se mostró visiblemente incómoda ante estas afirmaciones, insistiendo en varias ocasiones en que su candidatura está formada "por miles de personas", puntualizó.

Y en un extremo del escenario, el candidato de ERC, Alfred Bosch, con ese aire de que le acaban de invitar a subir, con esa distancia, con ese cartel que, cómicamente, mostró invertido, tan solo horas después de confundirse el jueves de apellido y nombre, respectivamente, de la periodista que le entrevistaba.

VECINOS Y PARTICIPACIÓN

El debate fue organizado de forma conjunta por la Federació d'Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB) y por la televisión pública municipal BTV. En el Casino l'Aliança, en Poblenou, se formularon a los candidatos preguntas acordadas con la FAVB (muy cómodas para Colau, comentaron los maliciosos), además de otras elegidas en Twitter. Apenas hubo alusiones al proceso independentista, lo que no deja de ser sorprendente en estos tiempos.

DOS AUSENTES

La verdad es que no se puede afirmar que el de ayer fuera un debate en detalle sobre problemas concretos de Barcelona: los candidatos fueron afrontando las cuestiones con respuestas no muy distintas. La calidad del aire. La pobreza. Porque, como ya se ha dicho, solo Fernández Díaz demostró que conoce lo suficiente la ciudad, y con suficiente antigüedad, para analizar esos problemas concreto.

Cierto es que ayer no estaba su mayor amenaza, Ciutadans, que a tenor de las encuestas no solo le arrebatará apoyo sino que podría doblar el suyo. Tampoco estaba la CUP, a la que los sondeos ubican en el consistorio tras las elecciones. Ambas ausencias se explican porque los organizadores del debate eligieron únicamente a los partidos que tienen representación en el consistorio, requisito que no cumplían.

CARAS LARGAS

Reinó la tirantez y las caras largas, principalmente de los dos que parten con ventaja, Trias y Colau. Solo algunas bromas de Alberto Fernández y la sonrisa bisoña de Bosch rompieron algo esa tónica. No apareció en ningún momento el conflicto de Can Vies, a pesar de ser considerado el altercado más grave del mandato. Ni de la deuda de la Generalitat con el ayuntamiento, que le costó al gobierno de CiU la celebración de un pleno extraordinario hace pocas semanas.

La tasa turística motivó un ligero encontronazo entre Trias y el candidato socialista, que hábilmente molestó al alcalde al reprocharle estar más por los intereses del Govern de Artur Mas que de los de la ciudad. El alcalde solo atinó a responderle que, si tan positivo es el impuesto, podrían haberlo pensado desde la ciudad, en vez de apropiarse del 100% del importe, como reclama el PSC.

Los alegatos finales fueron el momento en el que los cinco candidatos se desquitaron. En un minuto, Alberto Fernández Díaz aprovechó para apuntar dos de los temas que más agradar a su electorado: contundencia contra la delincuencia y evitar los planteamientos equivocados sobre la inmigración. Jaume

Collboni se enredó presentándose a sí mismo para a continuación reiterar que la creación de puestos de trabajo y la reducción de las desigualdades son sus dos retos.

NADA DE CORRUPCIÓN

Y Ada Colau, al final del debate sí, sacó la artillería de los lobis, del dinero mal repartido en la ciudad y la invitación para que "la gente" se apodere de una Barcelona que esté más cohesionada y justa sea más democrática. El alcaldable de ERC puso el acento en la honradez, en clara alusión a la corrupción que en los últimos tiempos tantos disgustos han dado a los partidos y más aún a los ciudadanos.

El último minuto fue para el alcalde Trias. Fue el momento en el que se sintió más cómodo. Repitió su obsesión por la actividad económica y por quien lo pasa mal, además de la educación. No utilizó la palabra diálogo, una de las características de las que más ha presumido en este mandato. Pero sí la "necesidad" de un "gobierno fuerte". Ni una palabra de pactos. Ni en las preguntas de los vecinos, ni en los comentarios. Pese a que todos sabían anoche que nadie sumará.