Guerra a la 'manta'

Los paradistas artesanos del Port Vell protestan contra la concentración de manteros y la tolerancia del ayuntamiento

Puestos de manteros ante el edificio del Palau de Mar, en el Port Vell de Barcelona.

Puestos de manteros ante el edificio del Palau de Mar, en el Port Vell de Barcelona.

CARMEN JANÉ / BARCELONA

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«Fuera manteros», «Stop manta» y «Stop venta ilegal» eran algunos de los lemas que exhibían, en sábanas, los paradistas artesanos del Port Vell contra los más de 300 manteros que ocupaban este sábado, como casi cada día, las aceras del Port Vell hasta el Moll del Dipòsit. El recorrido, que pasa por el Palau del Mar, donde hasta hace un par de años estaba la Conselleria de Benestar Social, era una sucesión de puestos de camisetas de Messi, gafas de sol, zapatillas deportivas, calzoncillos y otros productos supuestamente falsificados con toda una sucesión de vendedores de varias nacionalidades. Todo este despliegue ante los espectaculares yates que estos días ocupan el puerto con motivo del Saló Nàutic y que atraían a muchos curiosos.

«Todos somos personas y tenemos derecho a ganarnos la vida, pero nosotros pagamos una licencia por tener aquí nuestra parada cada fin de semana y ellos no. Hace 10 años que tenemos el espacio aquí y ha costado mucho defenderlo. Si esto se llena y no hay sitio para pasar, igual nos echan a nosotros», explica Ángeles García, secretaria de la asociación de Artesans Palau del Mar, que agrupa a la treintena de puestos alojados en carpas y que ofrecen bisutería y téxtil hechas a mano, principalmente.

Noemí, con su puesto en el extremo, es la encargada de defender la frontera de los artesanos para desplazar a los manteros a escasos 10 metros de sus puestos. «Cada día la misma discursión, porque llegan a las cinco de la mañana a coger sitio. Ya no te dan ganas ni de venir», afirma.Camisetas y zapatillas«No es cierto que todos sean tan pobres. Hay quien viene y pone a otra persona a vender, y hay quien lleva 10 años haciendo esto porque es lucrativo. De camisetas y zapatillas venden un montón. Que nos conocemos. Antes, incluso los vendedores nos pedían que llamáramos a la policía porque había muchos y no vendían lo suficiente. Pero ahora no viene nadie», señala Garcia.

La policía portuaria, a quien corresponde el espacio, tiene un convenio con la Urbana para cederles la vigilancia de la zona. Este sábado, según los artesanos, no pasó ni un agente en todo el día. afirmaba Moro, uno de los vendedores que ofrecían su mercancía en la manta, con tanta tranquilidad que hasta se iba a ver a sus vecinos. Explicaba que llevaba en Catalunya desde el 2006 y que vendía por mercadillos, cuando no tenía otro trabajo. «Pago mis impuestos cada mes y he pedido varias veces que me den un puesto en el mercadillo y ni me contestan. Hace cinco años, tenía otro trabajo, pero ahora no hay otra cosa». Otros parecían recién llegados e intentaban colocar la mercancía al posible cliente con más insistencia, incluso en varios idiomas.

«La Urbana nos deja estar aquí, no nos dice nada»,

Pero si la polémica entre manteros y artesanos estaba servida, para los transeúntes que pasaban por la zona también era tema de debate. Y los turistas se dividían entre quienes los miraban con recelo y quienes se paraban a mirar o comprar.

Lo que sí habían conseguido es que en plaza Catalunya o Portal de l'Àngel, este sábado, la presencia de manteros fuera testimonial.