CONTROVERTIDA OBRA SOBRE EL PATRIMONIO DE BARCELONA

La escalera de la discordia

Piedra y hierro 8 La fuente de Santa Anna y la escalera de emergencia, tapando el abrevadero, ayer.

Piedra y hierro 8 La fuente de Santa Anna y la escalera de emergencia, tapando el abrevadero, ayer.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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La popular serie cómica Aquí no hay quien viva existe en una versión más intelectual y artística en el corazón de Barcelona. Se trata del antiguo palacio de los condes de Pignatelli y la casa Bassols, fincas situadas en el ocaso del Portal de l'Àngel, en la bifurcación hacia la catedral o Portaferrissa. Quizás recuerden una bella terraza bajo la que muchos músicos comparten sus melodías a cambio de unas monedas. Alberga, desde hace 55 años, el Reial Cercle Artístic, entidad sin ánimo de lucro con 450 socios y más de 130 años de historia. Tiene en marcha una remodelación integral, y ha empezado por el primer piso, donde toman forma tres restaurantes que requieren de una salida de emergencia. La solución, provisional, ha generado cierto malestar, pues se ha instalado una escalera exterior que tapa parte de la fuente más antigua de la capital catalana, la de Santa Anna, construida en 1356. El edificio tiene una escalinata interna que serviría para desalojar, pero problemas con el vecindario impiden su uso por ahora.

Explica Alfredo Arribas, arquitecto encargado del proyecto, que la escapatoria se ha hecho de metal para resaltar su «calidad de elemento provisional». Y cuanto menos tiempo esté, mejor para ellos, pues la ocupación del paisaje urbano sale a 18.000 euros el año. La instalación, a punto de terminarse, cubre buena parte del abrevadero de caballos que usaban los viajeros que se hospedaban en el cercano Hostal del Vallès y las diligencias que tenían aquí su origen y llegada. Canta como una almeja, eso es algo que nadie puede discutir, pero según Josep Fèlix Bentz, presidente del Reial Cercle Artístic, «era la única manera de que el restaurante pudiera empezar a trabajar».

El otro modo era resolver un problema con la persona que ocupa la planta baja, Juan-Javier Bofill, que está de alquiler y regenta la Sala Güell, que exhibe obras de Dalí. Este empresario es «el primer escandalizado» ante lo que califica de «destrucción de un lugar histórico», pero a la vez, es también quien impide que se pueda usar la escalera de emergencia interior, que forma parte de su local. Bofill tiene tres años de contrato con el Cercle Artístic, propietario del edificio desde que en diciembre de 1959 se firmara la escritura notarial en presencia del alcalde José María de Porcioles. Será en el 2017, si antes no hay acuerdo o indemnización o sentencia judicial, cuando la entidad pueda usar la vía de escape, lo que permitirá retirar la estructura metálica exterior.

Cuanto antes mejor

Mercè Homs, concejala de Ciutat Vella, aclara, con gesto de evidencia, que la escalera es «absolutamente provisional». «Más o menos un año», concreta la joven edila. La licencia, según admitió en marzo el concejal de Cultura, Jaume Ciurana, vence en octubre del 2017, así que ese parece ser el horizonte más plausible. «Si pudiéramos, la quitaríamos hoy mismo, pero eso no es posible si no podemos acceder a la escalinata original», se queja Bentz. El anterior restaurante, conocidos los hechos, llevaba años funcionando sin salida de emergencia, situación que la entidad ha querido solventar con esta reforma.

La licencia es uno de los asuntos que se tratarán mañana en la comisión de Hábitat Urbano a petición de ERC, que denuncia cierto urbanismo a la carta. Jordi Portabella, que estaba al frente de Paisaje Urbano cuando la fuente se restauró en el 2002, considera que el ayuntamiento, «al margen de peleas internas, debe velar por el bien común, no actuar en función de interés particular o privados».