LA TRAGEDIA DE UN HEPTACAMPEÓN
10 años de silencio y misterio tras el accidente (casi) mortal de Michael Schumacher
El 'Kaiser', siete veces campeón del mundo de F-1, se estrelló, hace exactamente 10 años, en los Alpes franceses y, desde aquel día, nadie ha vuelto a saber nada más de su estado, encerrado en una UCI en su casa de Gland (Suiza) donde 15 médicos y sanitarios lo mantienen con vida, con un coste semanal de 148.000 euros
Emilio Pérez de Rozas
Periodista
Licenciado en Ciencias de la Información por la UAB. Hijo de Carlos Pérez de Rozas, sobrino de Kike y Manolo Pérez de Rozas, integrantes de una auténtica saga de fotoperiodistas. Trabajó en Diario de Barcelona, fundador de El Periódico de Catalunya en 1978 también formó parte de la redacción en Catalunya del diario El País. Colaborador del diario deportivo Sport y vinculado al departamento de Deportes de la cadena COPE, que dirige Paco González. Emilio suele completar muchas de sus informaciones con sus propias fotos, en recuerdo a lo aprendido junto a su padre y tíos.
Hoy se cumplen 10 años de secretos, enigmas, intrigas, sigilos, medias verdades, mentiras, supuestos, incertidumbres, ocultaciones, en realidad, de silencio y misterio. Eso, silencio y misterio.
Se cumplen hoy, viernes, 29 de diciembre del 2023, 10 años del accidente del heptacampeón del mundo de F-1 (1994, 1995, 2000, 2001, 2002, 2003 y 20004), el alemán Michael Schumacher, que, el próximo miércoles, cumplirá 54 años, que se estrelló contra unas rocas ocultas por la fina nieve de aquel día, cuando esquiaba con su hijo Mick y un amigo suyo, en una pista cerca de una de sus residencias, la que poseía en la estación Méribel, que forma parte del conjunto de Los Tres Valles, uno de los centros de esquí más reputados de los Alpes franceses.
Schumacher era un gran esquiador. Como piloto corrió 307 grandes premios en 19 temporadas en la F-1, subiéndose al podio en la mitad de ellos (155), ganando 91 carreras y recorriendo 81.208 kilómetros en un F-1. Pese a ser tan hábil con los esquíes y su palos, ‘Schumi’ perdió el control cuando estaba cruzando de una pista a otra buscando la mejor (no es cierto que estuviese esquiando ‘fuera pista’, como se publicó tras el accidente) y tuvo la mala suerte de que su cabeza se estrelló en una roca oculta.
Esa no fue su peor suerte. Su peor suerte fue que, como es ya habitual en los esquiadores (cosa que los auténticos expertos no recomiendan), Schumacher esquiaba con una cámara GoPro incrustada en su casco para grabar su día en la nieve. Al estrellarse, la cámara dañó seriamente parte de su cerebro, provocando los peores daños. No deja de ser macabro y, por descontado, parte de los secretos y misterios que empezaron a circular desde aquel 29 de diciembre hasta este viernes 29 de diciembre, que la grabación de aquella cámara fuese la pieza clave para investigar el accidente del heptacampeón.
Las lesiones irreversibles que sufrió el 'Kaiser' fueron las provocadas, al parecer, por la cámara GoPro, que llevaba en su casco y que, al chocar con una roca, se le clavó en el cerebro
Cuando hablamos de 10 años de misterio y silencio es porque, aunque parezca mentira, aunque se nos antoje imposible, a partir de aquel día ya no se ha vuelto a saber nada más serio, veraz, auténtico, cierto, del estado de salud, de vida si es que la tiene, de un hombre que lleva, eso, 10 años oculto, pues la palabra ‘secuestrado’ no sería correcta, al estar siempre bajo la protección de su familia y, como mucho, tres o cuatro allegados, como, por ejemplo, el francés Jean Todt, exresponsable de Ferrari y expresidente de la FIA y, cómo no, la experiodista alemana Sabine Kahm, que es, junto a Corinna Betsch, esposa de ‘Schumi’ desde 1995 y madre de Ginna Maria y Mick, la que ha impedido, nadie sabe cómo ni por cuánto, impedir que se supiese nada, absolutamente nada, del estado, vegetativo, sin duda, del campeonísimo alemán.
Para muchos de los expertos en F-1 consultados por EL PERIÓDICO es realmente misterioso cómo es posible que, durante 10 años, no se haya escapado ni una sola información auténtica del estado de Schumacher y, por descontado, no ya en un periódico o revista sino, incluso, en las temidas, locas, libres y abiertas redes sociales hayamos podido ver una imagen, sino del propio piloto en su cama, sí, al menos, de la inmensa y sofisticada UCI que le han construido en su mansión en Gland, pueblecito cercano a Ginebra, donde 15 profesionales, entre médicos, fisios, rehabilitadores y demás especialistas le tratan a diario bajo la coordinación del doctor Richard Frackowiak, con un coste semanal, aproximado, de 148.000 euros, lo que representa 30 millones de euros desde el 2013.
"Extraño a Michael todos los días; él está aquí, diferente, pero está aquí. Todos los días me muestra lo fuerte que es"
Kahm no habla con nadie y, cuando lo hace, es para ganarle una demanda a la revista alemana que, en el 2015, publicó que Michael ya caminaba o para, como ha ocurrido recientemente, pedir una inmediata rectificación al hábil, atrevido e incorrecto periodista alemán que se inventó una entrevista con Schumacher con respuestas proporcionadas por la Inteligencia Artificial, el último de muchos escándalos vividos durante esta década. La revista era ‘Die Aktuelle’ y su editora jefe fue despedida de inmediato.
Si Kahm no habla y Corinna se ha limitado a comentar, en el especial de Netflix ‘Schumacher’, que “extraño a Michael todos los días; él está aquí, diferente, pero está aquí, pues todos los días me muestra lo fuerte que es”, es evidente que la única voz rigurosa es la de Todt, que, pese a que en su día llegó a confesar que había visto algún gran premio de F-1 al lado del heptacampeón, sus últimas palabras han sido: “Mick está aquí, así que no le extraño, pero ya no es el Mick de antes”.
Es evidente que ha habido allegados que han dicho la suya, especialmente, en los últimos días, cuando se acercaba este triste aniversario. Pero son protagonistas que no poseen información directa del estado del heptacampeón, empezando por su hermano Ralf, cuya frase preferida es “mi corazón sonríe cada vez que veo a Gina Maria y Mick”. O Piero Ferrari: “No me gusta que hablen de Michael como si hubiese muerto”. O su exmanager Willi Webber: “No tengo esperanza de volver a verlo”. También, también, el pintoresco y parlanchín Eddie Jordan, el primer jefe que tuvo el ‘Kaiser’ en la F-1: “Michael está sin estar”. O los miles y miles de mensajes que sus seguidores dejan en el grupo ‘Keep Fighting’ (Sigue Luchando).
Una cosa está clara, la familia Schumacher ha hecho lo posible y lo imposible para que nadie tuviese acceso al piloto ni siquiera a saber cómo y en qué estado está. La auténtica protectora de ‘Schumi’ ha sido Sabine Kahm, que, incluso, ha provocado mares de lágrimas en dos de los íntimos amigos de Michael como son (fueron) el expiloto ferrarista Luca Badoer y, muy especialmente, ‘la mamma’, que es como Schumacher llamaba a Rossella, la cocinera de ‘Montana’, el restaurante de Maranello, cercano a la pista de Fiorano, donde se entrenan los pilotos del ‘cavallino'. rampante’.
"No esperen hoy, en este décimo aniversario, nada de nosotros. No habrán noticias"
Este hermetismo, que convierte esta década en la década del misterio y el silencio, ha generado, lógicamente, todo tipo de rumores e historias, algunas de ellas, por no decir todas, realmente increíbles, desde aquel ‘paparazzi’ que se disfrazó de cura para intentar penetrar en la habitación de Michael en el primer hospital de Grenoble donde lo llevaron el día del accidente hasta la más reciente, publicada hace 24 horas por el popular y ruidoso ‘Bild’ alemán, que asegura que el heptacampeón fue subido a un Mercedes AMG, que llegó a superar los 300 kms/h., con sonido de F-1, para tratar de estimular el cerebro de ‘Schumi’.
Hay quien recuerda ahora el texto que figuraba en la invitación a la boda de Corinna y Michael: “Por separado, solo somos palabras; juntos, un poema”. Es evidente que la familia Schumacher, Corinna, sus hijos y Sabine Kahm, tienen todo el derecho del mundo a mantener con vida, aunque sea totalmente inexpresiva, al que fuese campeonísimo de la F-1.
Muchos, ahora, recuerdan el texto de la invitación a la boda de Michael y Corinna, en 1995: " “Por separado, solo somos palabras; juntos, un poema”
Es más, esperando, tal vez, a que la medicina le proporcione a Michael la posibilidad de recuperarse en cierta manera, los Schumacher se están gastando parte de su fortuna, valorada en 500 millones de euros. Eso sí, tanto Michael como Corinna y sus asesores financieros han sabido mantener y realizar grandes inversiones, muchas de las cuales las han podido realizar con la venta de algunos de sus bienes más apreciados, como su cabaña en los montes de Noruega, su Rolls Royce ‘Phantom’, el Ferrari F-2001, con el que ganó en Mónaco en el 2001 o su avión privado, un precioso Falcon 2000 EX, valorado en más de 20 millones de euros.
Y es que, hace hoy 10 años, el mundo Schumacher, que era un mundo placentero, feliz como pocos, rico como algunos, ilusionante, vivo, pasó a convertirse en un mundo repleto de misterio y silencio, mucho silencio. Solo silencio. Lo dijo hace unos días su hermano Ralf: “Michael tuvo mucha suerte durante su exitosa vida en la F-1, pero luego ocurrió este trágico accidente”. Y vino el silencio, el infierno, pura incertidumbre. Como señaló Felix Damm, abogado de la familia Schumacher, “no esperen nada de nosotros en este aniversario: no habrá noticias”.
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