Crisis de biodiversidad

La crisis de las mariposas, las ranas y las ardillas: estas son las especies en declive en Catalunya

Preocupa el descenso de insectos: la población de doncella de ondas rojas ha caído un 91% y la 'blanqueta perfumada', un 70%

Catalunya pierde el 24% de sus animales salvajes en solo 20 años

Valentina Raffio

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Hablar de la crisis de biodiversidad siempre es complejo porque, según explican los expertos, no hay una sola cifra que por sí sola ilustre la magnitud del problema. El último informe del Observatorio de la Biodiversidad, por ejemplo, apunta a que Catalunya ha perdido el 24% de sus animales salvajes en las últimas dos décadas. Pero esta cifra, por alarmante que suene, solo muestra "la punta del iceberg" de un problema mucho más grande. Los investigadores que han liderado esta radiografía del estado de salud de los animales catalanes apuntan a que hay especies que se han reducido casi un 70% y otras que se están sufriendo un drástico declive pero que, por la falta de datos, no podemos cuantificar su descenso.

Uno de los casos más preocupantes que recoge el informe es el de los insectos. En los últimos veinte años, Catalunya ha perdido una media del 44% de sus poblaciones de insectos autóctonos. La presencia de mariposas, por ejemplo, ha disminuido casi a la mitad. En el caso de algunas especies emblemáticas como la doncella de ondas rojas (Euphydryas aurinia) se ha reducido un 91,6% desde el año 2022. La 'blanqueta perfumada' (Pieris napi), una de las más típicas de las zonas de prados, se ha reducido hasta un 70%. Sobre todo en territorios como el Delta del Llobregat donde el avance de las sequías está transformando radicalmente los ecosistemas.

La crisis de la biodiversidad también alcanza el mundo de los vertebrados. Los programas de seguimiento de estos animales apuntan a que en los últimos veinte años Catalunya ha perdido cerca del 6% de sus mamíferos, reptiles, anfibios, pájaros y peces. En algunos casos, las cifras del declive son trágicas. Las ranas verdes ibéricas (Pelophylax perezi), por ejemplo, se han reducido un 63% en la última década. La perdiz roja (Alectoris rufa) se ha reducido un 12,1%. Las salamanquesas (Tarentola maurtanica) han bajado un 78% pero, al menos en este caso, los expertos explican que la tendencia es todavía incierta.

Declive silencioso

Estas cifras solo ilustran el estado de las especies que se han seguido de manera exhaustiva en las últimas décadas y que, según argumentan los científicos, solo representan una muestra muy pequeña de toda la biodiversidad del territorio. ¿Pero qué ocurre con aquellos animales que no se han monitorizado con la misma atención? "Hay especies de las que no tenemos estadísticas concretas pero que, aun así, observamos que también están en declive", explica Sergi Herrando, uno de los autores del informe catalán del índice Planeta Viu.

Un ejemplo muy ilustrativo es el de las ardillas. En estos momentos no hay un programa de seguimiento específico sobre esta especie. De hecho, gran parte de los datos sobre estos animales han sido recopilados por ornitólogos y aficionados a las aves que, durante su búsqueda de pájaros, de vez en cuando vislumbran estos mamíferos de pequeño tamaño vagando entre los árboles. "No tenemos una cifra clara sobre el estado de estos animales, pero sí hemos podido observar una disminución de esta especie en el último año aunque, en general, parece que la población es estable", explica el científico en una entrevista con EL PERIÓDICO.

Historias positivas

La radiografía sobre el estado de la fauna catalán también muestra historias de animales que, contra todo pronóstico, han mejorado su situación y que en estos momentos gozan de buena salud. Es el caso, por ejemplo, de pájaros como la oropéndola europea (Oriolus oriolus) y su aumento del 43,3% desde 2002. O el de mamíferos como los corzos (Capreolus capreolus), que han aumentado un 641% en los últimos veinte años debido, en gran parte, al aumento de los los programas de conservación enfocados a esta especie y de las áreas protegidas.

Los estudios sobre el terreno apuntan que los espacios naturales protegidos catalanes se han convertido en la última trinchera de especies que están desapareciendo del territorio. Es el caso, por ejemplo, de la Fageda d'en Jordà (Olot): un lugar que se ha convertido en un 'refugio climático' para animales que huyen de las altas temperaturas, los extremos climáticos y, en general, la amenaza de las actividades humanas. En otras regiones, como el Delta del Ebre o la zona dels Aiguamolls de l'Empordà (Girona), se observa el fenómeno contrario. El avance de la crisis climática y de la huella humana está, en el mejor de los casos, ahuyentando a los animales. Y en el peor, provocando su declive.

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