CAMPAÑA ECOLOGISTA EN LOS GRANDES LAGOS

Salvemos Virunga

Un guarda armado del parque Virunga, en una zona deforestada cerca del volcán Nyiragongo.

Un guarda armado del parque Virunga, en una zona deforestada cerca del volcán Nyiragongo.

ANTONIO MADRIDEJOS / BARCELONA

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La previsible existencia de petróleo en el subsuelo, aunque en una cantidad aún no determinada, amenaza la preservación del parque nacional Virunga justo en un momento en el que la emblemática reserva de la República Democrática del Congo (RDC), el espacio natural de mayor diversidad de toda África, empezaba a recuperarse de los estragos causados por la reciente guerra civil en el país y se postulaba como una notable fuente de divisas gracias al turismo de naturaleza. Aunque la presión internacional logró que el año pasado se paralizaran varios sondeos de petróleo previstos en el límite interior del parque, el Gobierno de Kinshasa ha planteado cambiar los límites del espacio protegido para hacerlos factibles. Diversas asociaciones ambientalistas, entre ellas WWF y la coordinadora Save Virunga, han redoblado sus esfuerzos para proteger la reserva.

El parque nacional Virunga, que se extiende a lo largo de 7.800 kilómetros cuadrados en la provincia congoleña de Kuvu del Norte, en la frontera con Uganda y Ruanda, es conocido especialmente por ser uno de los últimos reductos del gorila de montaña, uno de los primates más amenazados del planeta, además de acoger otras especies tan simbólicas como el elefante de bosque, el hipopótamo, la jirafa, el okapi, el leopardo, el pangolín y el chimpancé. Virunga, creado en 1925, es el parque nacional más antiguo de África y desde 1994 cuenta además con el reconocimiento de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

En el 2007, el Ministerio de Hidrocarburos otorgó dos concesiones de explotación en las fronteras de Virunga a la empresa francesa Total y a la británica Soco. Debido a las presiones internacionales, la primera acordó no explorar dentro de los límites del parque, incluso en el caso de que las fronteras cambiaran, pero la segunda «ha llevado a cabo recientemente diversas actividades de exploración y un estudio sísmico para ver si hay petróleo», recuerda Luis Suárez, responsable del programa de Especies de WWF-España. La exploración se ha realizado en las inmediaciones del lago Eduardo.

«La propia Unesco ha reiterado que la explotación de petróleo es incompatible con la preservación del parque», añade Suárez. «[Los cambios propuestos por Kinshasa] no serían una pequeña modificación de los límites del parque, sino que supondrían menoscabar el valor universal de Virunga», ha declarado Leila Maziz, coordinadora de proyectos de la Unesco para la cuenca del Congo. La entidad dependiente de la ONU, no obstante, afirma no haber recibido una solicitud oficial del Gobierno congoleño.

Al margen de las consecuencias ambientales, el drama en este tipo de explotaciones en África es que las poblaciones locales apenas se benefician de ellas, advierte Josep Maria Royo, investigador de la Escola de Cultura de Pau de la UAB y conocedor de la zona. Las principales divisas, como sucede con las minas de coltán, diamantes o uranio, acaban revirtiendo en el Gobierno de Kinshasa y su Ejército o en los líderes de las milicias. Royo recuerda además que la provincia de Kivu del Norte dista mucho de ser un lugar estable. «Pese a los acuerdos de paz de los últimos años, siguen operando diversos grupos armados -algunos llegados desde la vecina Ruanda-, hay miles de desplazados y las crisis humanitarias son permanentes», dice. Por si fuera poco, la zona se enfrenta a una constante demanda de tierras para agricultura y ganadería debido al crecimiento demográfico.

Virunga es obviamente un atractivo turístico de primer orden, sin apenas parangón en África, pero el sistema de visitas está limitado a menudo a grupo privados que te acompañan y te ofrecen protección «a cambio de 2.000 dólares», prosigue Royo. «Si tienes recursos, puedes ir a ver gorilas sin problemas», explica el investigador de la UAB. No hay un beneficio directo para las poblaciones locales: «Todo ello no deja de ser un elemento que contribuye a alimentar los conflictos». Los parques del este de la RDC están muy militarizados y hay grupos armados que se refugian en ellos. «En el de Garamba, situado al norte de Virunga -pone como ejemplo Royo-, ha habido auténticos saqueos de fauna en busca del marfil de los elefantes».

La dirección de Virunga informó el año pasado de que más de 140 guardias habían muerto en el ejercicio de sus funciones en las dos últimas décadas, víctimas entre otros de los grupos rebeldes locales o extranjeros implicados en actividades delictivas como la caza ilegal o la tala de maderas tropicales.

«Pedimos al Gobierno de Kinshasa y a la comunidad internacional que invierta en un desarrollo real -concluye Suárez-. La potencialidad del parque existe. Pocos lugares ofrecen unos atractivos tan grandes».