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Viaje al nuevo feudo de Vox en Catalunya: el Mataró pobre que lleva una década dando señales

EL PERIÓDICO visita puntos neurálgicos de su granero de votos en la ciudad, que ya lo fue de PxC desde 2011

Propaganda de Vox en el barrio de Cerdanyola, granero de votos de Vox en Mataró.

Propaganda de Vox en el barrio de Cerdanyola, granero de votos de Vox en Mataró. / Àngel García

Manuel Arenas

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La noche electoral del pasado 28 de mayo, la sección local de Vox en Mataró, octava ciudad más poblada de Catalunya, estuvo de celebración en el bar-restaurante Acuario del mataronense barrio de Cerdanyola.

La capital del Maresme se acababa de convertir, junto con Salt (donde Vox ya contaba con tres concejales), en el nuevo feudo catalán -de cero a cuatro ediles, 5.665 votos- de las elecciones municipales para la formación de extrema derecha. En otras grandes ciudades catalanas como L’Hospitalet de Llobregat o Terrassa obtuvo más apoyos pero menos representación municipal.

El local elegido para el júbilo no era casual. El Acuario está en el corazón del ‘feudo del feudo’: el barrio de Cerdanyola, sobre todo su zona sur (18,62% del voto), al oeste de la ciudad, es donde más triunfó Vox, que fue segunda fuerza (por detrás del PSC) en ocho de los doce barrios de Mataró.

Cerdanyola Sur es, además, el barrio más pobre de Mataró (8.275 € de renta media por persona, la más baja de la ciudad) y el decimotercero más pobre de Catalunya, según datos del Institut Nacional d’Estadística (Idescat) en el contexto de 850 agrupaciones censales.

Durante la semana poselectoral, EL PERIÓDICO ha visitado puntos neurálgicos del granero de votos de la ultraderecha en Mataró, del Centre Cívic de Can Morros a la Av. Gatassa pasando por la C/Mare de Déu de la Cisa, donde hasta una docena de vecinos consultados a pie de calle han expresado con entusiasmo a este diario los motivos que les han llevado a votar a Vox.

El bar-restaurante Acuario de Cerdanyola, donde Vox celebró su victoria en Mataró.

El bar-restaurante Acuario de Cerdanyola, donde Vox celebró su victoria en Mataró. / Àngel Garcia

Las papeletas para la formación de Abascal son el resultado de un inflamable cóctel social que agita inseguridad, pobreza, sentimiento de abandono en un barrio en la periferia de la periferia, pulsión antiinmigración y conocimiento de una popular líder local, la también diputada Mónica Lora, que ya encabezó las fructíferas candidaturas de Plataforma per Catalunya (PxC) en Mataró desde 2011: tres ediles en 2011 y uno en 2015, siempre con Cerdanyola como epicentro.

Álex, dueño del bar-restaurante Acuario, prefiere resumirlo así: “Les votamos porque estamos hasta los huevos de la delincuencia. Todos los extremos son malos, pero me obligan a ser extremista”. El hostelero explica que, en 15 años en el barrio, les han atracado hasta en 13 ocasiones y Vox “han sido los únicos que nos han defendido”.

Señales desde hace una década

A Álex le secundan Antonio y su esposa, que desde un balcón de la C/ Mare de Déu de la Cisa aseguran estar “hartos de la delincuencia”, dicen señalando al vecino de arriba. Viven en Mataró desde 1971 y, reconocen, son votantes de Mónica Lora desde que lideraba la lista de PxC en 2011. Precisamente por una campaña electoral de ese año fue acusada de un delito de odio por una asociación musulmana de Reus, causa judicial que acabó siendo archivada a principios del 2022.

Desde la Asociación de Vecinos de Cerdanyola, su secretario, Javier Sánchez, apunta como causa del auge de Vox a la suma de "percepción de inseguridad; ocupaciones conflictivas; el racismo que genera el alto índice de inmigración; el malestar por la política española y las alianzas del 'Gobierno Sánchez'; y, por último, temas locales como el descontento por la nueva 'anella ciclista' de Mataró". "No les ha hecho falta ni hacer campaña", opina Sánchez.

Además de Cerdanyola, desde 2011, hace más de una década, hay cinco barrios de Mataró donde invariablemente (en todas las municipales: 2011, 2015, 2019 y 2023) la cuota de voto de PxC y Vox se ha mantenido por encima del 5% (aunque habitualmente ha doblado este porcentaje): Cerdanyola Nord; Cerdanyola Sud; Cirera; La Llàntia y Rocafonda, con elevado índice de población migrante y exclusión social. Mataró es, de hecho, la décima urbe catalana con más ciudadanía de origen extranjero.

"La extrema derecha ha sabido capitalizar un descontento estructural y un caldo de cultivo que lleva años cociéndose. Vivimos una 'europeización' del sistema: los pobres siguen votando mayoritariamente socialismo, pero una parte de ellos se siente atraída por el discurso ultra", comenta Toni Rodón, politólogo de Mataró, ciudad cuya realidad local conoce bien, y profesor de Ciencias Políticas en la Universitat Pompeu Fabra (UPF).

Un hombre muestra las pulseras con la bandera española y de Vox. 

Un hombre muestra las pulseras con la bandera española y de Vox.  / Ángel García.

Recursos públicos y migrantes

Eva Sánchez, vecina de Cerdanyola y directora de 'Ràdio La Veu TV, un medio vecinal del barrio, apunta directamente a un nicho de tradicionales votantes socialistas que han pasado a votar a Vox. "Los vecinos están muy quemados por la inseguridad y quieren un cambio, el que sea". Sánchez asegura que ella personalmente no se siente insegura en Cerdanyola (aunque sí cree que convendría "más iluminación y más patrullaje de proximidad en las calles"), si bien considera que las redes sociales, donde Vox lleva tiempo moviéndose como pez en el agua, han acentuado el malestar.

Alguno de sus miembros llegaron, de hecho, a integrar una patrulla vecinal que perturbó al Gobierno municipal del alcalde David Bote (PSC), quien este último mandato ha abanderado la lucha contra la inseguridad, especialmente en lo que a ocupaciones se refiere (Mataró tiene la segunda ratio catalana más elevada, aunque el alcalde sostiene que van a la baja). Del 2021 a 2022, la criminalidad aumentó en Mataró un 28%, especialmente en sustracción de vehículos y lesiones.

Sandra, vecina de 50 años que pasea por la C/València, dice haber votado a Vox “porque hay mucha delincuencia, todas las ayudas son para los inmigrantes y me siento desamparada”. Además, Sandra asegura conocer personalmente a Mónica Lora: “Cuando me dejó tirada mi marido, ella fue la única que me llamó para acogerme”.

A ojos de Roger Barres, politólogo e investigador del Institut Metròpoli, precisamente ese discurso responde a que "Vox ha sabido identificar muy bien, especialmente en barrios con rentas bajas, temas que generan preocupación como la escasez de recursos públicos, que vinculan con la población recién llegada".

"La sobrerrepresentación de las personas migrantes en los delitos no se produce por su origen, sino por su precariedad económica. La respuesta no es el voto a la extrema derecha, sino cambios estructurales a largo plazo. Ahora bien, la izquierda que lo esconde comete un error", zanja el politólogo Toni Rodón.

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