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Murciélago frugívoro (Artibeus jamaicensis)

Murciélago frugívoro (Artibeus jamaicensis) / 123rf

Michele Catanzaro

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Después de la pandemia, el interés científico por los murciélagos se ha disparado. Al margen de ser los huéspedes ideales de los coronavirus, no faltan otras razones para fijarse en ellos. Son unos animales que despliegan una diversidad de comportamientos y recursos sin par. 

Se han adaptado a los cinco continentes. Viven en todos los sitios, menos en los polos. Sus diversas especies comen desde sangre hasta polen, pescado o carroña. Son los únicos mamíferos voladores. Representan una quinta parte de los mamíferos. “Para mí son superhéroes: son tan diversos y tienen muchas capacidades distintas”, afirma Nadav Ahituv, genetista de la Universidad de California en San Francisco.

“Nosotros somos una especie relativamente nueva. Quizás podemos encontrar soluciones a nuestros problemas en especies que los han solucionado antes”, añade Jordi Serra Cobo, biólogo de la Universitat de Barcelona.

Quirópteros adictos al dulce

Ahituv y su equipo se propusieron hacer exactamente esto cuando se plantearon una pregunta muy sencilla que es la base de un artículo publicado en 'Nature Communications': ¿por qué los murciélagos que comen frutos son capaces de asumir una cantidad descomunal de azúcar y, sin embargo, no se vuelven diabéticos?

Los murciélagos frugívoros son especies que se refugian en los árboles, comen de sus frutos, y suelen tener gran envergadura, hasta 1,70 metros con las alas desplegadas.  “Ya se había propuesto que los murciélagos fueran un modelo de la diabetes, pero nadie lo había mirado con detalle a nivel genético”, afirma Wei Gordon, profesora de biología en el Menlo College, en California, y primera autora de la investigación. 

El grupo analizó en el genoma entero de dos especies de murciélagos con dos dietas distintas: el murciélago frugívoro jamaicano (Artibeus jamaicensis) y el murciélago moreno (Eptesicus fuscus), que es insectívoro. 

Diferencias en páncreas y riñones

Los expertos analizaron cuatro ejemplares de cada especie, y encontraron diferencias sugerentes en el páncreas y los riñones. El páncreas es precisamente el órgano que regula el azúcar en la sangre por medio de hormonas como la insulina y el glucagón. Los murciélagos frugívoros tienen muchísimas más células productoras de estas hormonas que los insectívoros.

Además, su ADN está plegado de tal manera que los “interruptores” de los genes que disparan la producción de estas sustancias están mucho más accesible para la maquinaria celular. “No obstante una dieta muy rica en azúcar, este sistema permite mantenerlo equilibrado en la sangre”, observa Gordon.

Otro problema potencial de la dieta de los murciélagos frugívoros es que la fruta tiene pocas sales. Pero los investigadores encontraron que sus riñones tienen una densidad de células y ciertos genes que les permiten diluir mucho su orina, reduciendo la pérdida de sales por esa vía. “Los murciélagos frugívoros tiene que excretar mucha agua, porque hay mucha en la fruta, pero tienen que retener los pocos electrolitos [sales] contenidos en ella”, explica Gordon.

Los hallazgos fueron posibles gracias a una técnica, la secuenciación integrativa de célula individual, que permite analizar la información genética de cada órgano célula por célula y no cómo se solía hacer anteriormente, moliendo el órgano y sacando la información del conjunto.

¿Modelo para los humanos?

Gordon relata que en el borrador de su trabajo incluían regiones del genoma humano relacionadas con la diabetes que guardaban un parecido sugerente con las de los murciélagos. Sin embargo, esa parte fue recordada por los revisores porque hacer correspondencias entre genomas de animales tan distintos es demasiado arriesgado.

Pero Gordon y Ahituv quieren perseguir la idea de si las mutaciones específicas de esos murciélagos tienen una relevancia funcional en la diabetes. Les genera intriga que hay aspectos genéticos de los pacientes diabéticos que son muy parecidos a los murciélagos frugívoros. “La diferencia, entonces, tiene que estar en los interruptores”, afirma Ahituv. 

“Si damos con genes de los murciélagos frugívoros que tienen una expresión muy alta se podrían imaginar terapias para sobre expresarlos también en humanos con diabetes”, aventura. De momento, planifican modificar células y ratones para explorar el papel de la información genética que han encontrado. 

Otro asunto pendiente es que el estudio se centra solo en una especie de murciélagos frugívoros, que a su vez forma parte de la familia "Nuevo Mundo” (América). Pero también hay quirópteros comedores de fruta en el “Viejo Mundo” (sobre todo Asia y África), que evolucionaron esta capacidad de forma independiente de los primeros. Estudiar la variedad de especies y las dos familias es todo un reto, por la dificultad material de buscar y capturar murciélagos. 

“No me extraña que se encuentren nuevos mecanismos evolutivos en murciélagos: son mamíferos singulares, con adaptaciones particulares. Por ejemplo, sobreviven a muchas infecciones”, comenta Serra Cobo, no implicado en el estudio. “Se han adaptado a lugares muy distintos y a obtener recursos alimentarios muy diversos: no me extraña que la especie haya dado con soluciones de cara a la diabetes”, añade. Sin embargo, el experto llama a la prudencia. “Este trabajo abre un camino a explorar. Falta mucho para sacar conclusiones definitivas”, concluye.

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