muy seriemente

La maravillosa señora Filmin

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Carles Cols

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Del autor de ‘Hamlet’ y otras 37 obras más se dice, porque alguien ha echado cuentas, que inventó 2.030 nuevas palabras. Será por eso que al inglés lo llaman a menudo la lengua de Shakespeare. Abstemio, hereditario, desenmascarar, indistinguible, innumerable, desatar…, y así, hasta 2.030 palabras que encontraron acomodo en un idioma que entonces aún buscaba su lugar en el mundo. Es una menudencia, créanme, al lado de lo que ha significado para la jerga periodística el amanecer de la prensa digital. Las fotos se ingestan y los vídeos se suben. Así nos hacen hablar. Navidad, por ejemplo, es época de “listículos”, o sea, listas de artículos. Cosas como las 10 mejores películas del año, las 20 mejores ideas para pasar la Nochevieja o los cinco mejores ‘zascas’ del 2019. Eso, el zasca, es otro de esos neologismos de la troupe del ‘online’. Bien calzado en un título, dicen que el ‘zasca’ da ‘clics’. Y los listículos de series parece que son el no va más. Aquí, en ‘muy seriemente’, haremos uno de un único punto. La plataforma más encomiable. Filmin. Sanseacabó.

Desde su parto en el 2007, Filmin ha sido la Casablanca de Rick, un lugar para series en busca de un salvoconducto

Filmin, lo saben sus fans, es David contra los tres ‘goliats’, Netflix, HBO y Amazon. Con raíces en Barcelona, brotó tímidamente en el 2007 y comenzó a despuntar en el 2010. Es una feliz rareza en Europa. Su catálogo de series era, en una primera etapa, poco deslumbrante. Lo suyo era, se decía entonces, el cine de antes y el de autor. Era más que eso. Era (y aún es) una Casablanca que daba refugio a trabajos cinematográficos estupendos como si fueran RickIlsa y Víctor Laszlo huyendo cada cual de otras plataformas que no les ofrecían salvoconductos. Este 2019, por seguir con la comparación de antes, David ha lanzado la piedra. Ha cerrado un acuerdo con la Metro Goldwyn Mayer para incorporar 110 peliculones a sus estanterías y, en el apartado de seres, tras quitar el hipo con ‘The virtues’, no apta para almas de cántaro, despide el año con la repesca de una joya traspapelada de la BBC, ‘Jonathan Strange y el señor Norrell’. El regalo perfecto.

Es esta una superproducción británica basada en una premiadísima novela de Susanna Clarke. ‘The Guardian’ le hizo en su día el peor de los favores. Dijo de ella, se supone que para elogiarla, que es el Harry Potter de los adultos, una tontería tan mayúscula como decir que ‘Solo ante el peligro’ es la versión para mayores de ‘Solo en casa’. Lo de ‘The Guardian fue, como dijo Shakespeare también por primera vez, ‘be in a pickle’, meterse en un berenjenal.

Waterloo alumbró una nueva era literaria, con Stendhal a la cabeza, de la que bebe ahora esta serie a lo Austen, con sentido y sensibilidad

Nada de ‘spoilers’. Solo un poco de miel en los labios para saber que placer ofrece ‘Jonathan Strange y el señor Norrell’. Es la Inglaterra sentida y sensible de Jane Austen, de Jorge III, el más chalado de los reyes del siglo XIX, que se dice pronto, y del Duque de Wellington, un tipo literalmente de armas tomar, peleando por el futuro contra Napoleón por el futuro de lo que, graciosamente, los protagonistas en la serie llaman “la península", o sea, Europa. En ese contexto, dos tipos antagónicos, Norrell y Strange, recuperan los conjuros olvidados de Inglaterra. De Eddie Marsan en la piel de Norrell solo se puede decir que es para sacarse la chistera. De Toby Haynes, el director, recordar que en realidad es un viejo conocido, autor de algún memorable capítulo de ‘Black Mirror’, de ‘Sherlock’ y de ‘Doctor Who’.

El asturiano José Ignacio Gracia Noriega escribió en una ocasión que Waterloo, trasfondo de esta perla seriófila, fue “la última batalla antigua y la primera de la literatura moderna”, y es cierto, pues su impacto tuvo ecos en las obras de Víctor HugoLord Byron y, en la que más, en la de Stendhal. Antes de la batalla definitiva, a la soldadesca inglesa se le dio ginebra. A la francesa, coñac. La Guardia Imperial de Napoleón reculó por primera vez en su historia. El resultado, ya lo saben. Ante la alfombra de cadáveres que abonó la campiña belga, Wellington dijo que al margen de una batalla perdida, nada hay más deprimente que una batalla ganada. Nada dijo de Jonathan Strange. Tal vez por no compartir la victoria.

Lo dicho. Filmin es hechizante.

La serie más de culto que Black Mirror

No es por insistir…, bueno, sí. Netflix tiene ‘Black Mirror’, de acuerdo, pero en Filmin reside ‘Inside nº 9’, serie de culto en el país del Brexit, que anda ya por la cuarta temporada sin que al otro lado del canal se sepa mucho de ella. Es una lástima. Por si les abre el apetito, dos brevísimos apuntes sobre el primer capítulo. Uno. Sucede íntegramente dentro de un armario. Dos. Tiene el acierto de recuperar de forma indirecta al alocado <strong>Spike Milligan</strong>. Se repesca oportunamente uno de sus poemas, el de la sardinilla que se asusta al encontrarse cara a cara con un submarino. Mira a través del periscopio. Su madre le dice que esté tranquila, que solo es una lata llena de de gente. Digan ahora si no merece la pena.